100 veces negras: el fútbol, la violencia de género y racial en Brasil
La reciente muerte violenta de una mujer a manos de la policía muestra la desigualdad y la injusticia de un país que gasta 14.000 millones de dólares en el mundial de fútbol y que tiene una deuda con la población afro-descendiente.
Cuando Cláudia Silva Ferreira (38 años) moradora de la favela Morro da Congonha, salió de su casa el 16 de marzo camino a la panadería no imaginó que el destino con su dedo largo e invisible la señalaría. Madre de tres hijos, negra, proveniente de una familia de escasos recursos económicos, se cruzó ese domingo con un tiroteo que protagonizaba la Policía Militar (PM) “contra traficantes de drogas”. El sol caía y acariciaba las laderas de la favela cuando una bala perdida encontró su cuerpo. El proyectil no apagó su vida. Vecinos y vecinas del barrio y sus cuatro hijos declararon que Cláudia estaba viva y subida al baúl del auto conducido por los policías y que la llevaba al hospital.
Su caso sería uno más de las decenas de abusos denunciados por organizaciones de derechos humanos si no fuera porque un video relata sus últimos minutos, como una ficción de terror. Cláudia, suspendida tan sólo de su ropa que la asegura al carro, es arrastrada 300 metros, a plena luz del día, lo que provoca su muerte inmediata. Las imágenes, en épocas de redes y velocidad memética, viraliza la impotencia. Rebelan a un automovilista siguiendo de cerca el auto de los policías sin creer lo que está filmando mientras hay otras personas que intentan avisar a los policías, que no oyen.
Tratada como un pedazo de carne” describen los medios extranjeros en sus crónicas acerca del tratamiento que los tres oficiales brasileños (con entrenamiento revulsivo como ‘Robocops’ sanguinarios, tal como muestra la película Tropa de elite) dan a Cláudia. Como robots bajan del auto, recogen el cuerpo del pavimento y le vuelven a cargar adentro del maletero del carro. Sin más.
Pocas horas más tarde salen a la luz pública algunos antecedentes de los guardianes del orden: los tres policías responsables del asesinato están involucrados en al menos 62 casos de violencia que resultaron en muertes. En las redes sociales y en los grandes medios la noticia es virus, DilmaRoussef, presidenta de Brasil, usa sus micromensajes y expresa en Twitter “su solidaridad para la familia y amigos de Cláudia”.
Fútbol y mano dura
Brasil se apronta para ser sede uno de los eventos que mayor conmoción genera en la teleaudiencia mundial y más regalías conduce a las arcas de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol) que, junto con otras marcas millonarias y empresas involucradas, dista de orientar sus ganancias a fin social alguno. El Gobierno de Brasil ha invertido hasta el momento en obras relacionadas con el mundial de fútbol más de 14 mil millones de dólares superando récords de otros torneos anteriores.
El referente más próximo a la realización del mundial de fútbol en el Sur del continente americano es el país vecino. Es significativo recordar que en la Argentina el evento se realizó en junio de 1978 en el transcurso de la dictadura más sangrienta de la historia reciente de ese país. La “fiesta” deportiva buscaba mostrar que los argentinos eran “derechos y humanos”, según el eslogan de esa época. A pocas cuadras de uno de los estadios principales, en el edificio conocido como ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada), se torturaban a los detenidos-desaparecidos por las fuerzas represivas del Estado.
El país del carnaval más famoso del mundo se prepara con una flota de 70 mil agentes policiales que, se espera, garantizarán la seguridad a los visitantes en las 12 ciudades-sede de eventos deportivos. Los mismos agentes que son señalados como responsables de 69 muertes en supuestos tiroteos desde el año 2000. Todo hace suponer que las medidas de seguridad, que proyecta brindar el Gobierno mediante la ocupación de las favelas durante los 80 días que dure la contienda deportiva, seguirán el estilo de la “mano dura” y de ‘higienismo’ social. Esto se traducirá en más ataques a las mujeres y asesinatos de personas empobrecidas.
El efecto cortina de humo reaparece aquí: mientras se ejecutan planes para criminalizar y exterminar a los pobres, el mundo grita ¡gol! y nadie oye los gritos de auxilio en medio de la “fiesta de todos” (1)
¿Quién quiere ser negrx y pobre en Brasil?
El gigante sudamericano, más allá de los avances sociales que experimentó durante la última década, desde la gestión del ex presidente Lula en el poder y sus políticas sociales, tiene en su haber una deuda con la población afro-descendiente. Es el segundo país con mayor población negra (cerca de 100 millones de personas, el 51 por ciento de la población total) después de Nigeria en un territorio con más de 200 millones de habitantes. Un artículo publicado en el portal Geledés (Instituto de la Mujer Negra) indica que el último censo de 2010 determinaba que apenas 26 por ciento de las y los universitarios eran negros; y tan sólo 2,66 por ciento del alumnado que terminó el curso de Medicina era negro, según un estudio hecho por el Instituto Nacional de Estudios y Pesquisas Educacionales para el canal UOL.
El actual descontento social en Brasil responde a variadas causas, en continuidad desde las explosiones civiles el año pasado. Las manifestaciones estallaron entre junio y agosto cuando la ciudadanía salió a la calle para reclamar por una suba de la tarifa del transporte público. Las movilizaciones se embanderaron en seguida con reivindicaciones por mejores servicios en salud y educación, sumadas a un claro cuestionamiento por los fondos asignados al evento futbolístico.
En lo que va del año las manifestaciones fueron encabezadas por grupos específicos en su mayoría provenientes de las zonas marginales o protagonizadas por la población negra, entre otros desplazados y desplazadas sociales. Una de estas manifestaciones conocida como “el rolezinho” colocó en escena a la población marginada de la favela que se animó a “invadir” los centros comerciales lujosos en respuesta y provocación a la habitual discriminación que sufren al intentar ingresar a estos espacios de consumo. La reciente manifestación de los garis (barrenderos de Río de Janeiro) es otra muestra de ebullición social que, después de ocho días de huelga y tras presionar a la prefectura carioca en medio del Carnaval, obtuvo aumentos salariales del 37 por ciento para el gremio.
La maquillada agenda de las mujeres
Un artículo reciente en un diario paulista afirma que “la llegada de la primera mujer al cargo más alto de la República obligó al cambio de ‘presidente’ por ‘presidenta’ en las placas oficiales, pero los avances en las políticas de género aún son tímidos”. En un país en que el feminicidio mata a una persona cada una hora y 30 minutos, tener una mujer como jefa de Estado era una esperanza de que la cultura machista pudiese sufrir un gran golpe. Sin embargo, la revistaGenidestaca en una nota sobre la gestión Dilma que los cambios vienen siendo “cambios cosméticos”. “Cuando Dilma asumió la presidencia de la República ella cortó el presupuesto de las áreas sociales importantes para la vida de las mujeres negras y LGBTs. Tiene medidas paliativas para todo, pero no tiene fuerza política real para hacer mudanzas más estructurales en el Estado”.
Según el portal Geledés, “para un mismo nivel de escolaridad, las mujeres blancas ganan el 68,7 por ciento de lo que un hombre blanco. En tanto, los hombres negros ganan la mitad de lo que los hombres blancos, las mujeres aún menos de un 38,5 por ciento”. En este marco, la presión de grupos católicos y evangélicos que aprietan a la presidencia para la anulación de proyectos que buscan disminuir la violencia de género y atender a las mujeres víctimas de violencia son muchas veces calificados de “abortistas” .
Para Maria Aparecida Evaristo da Silva, de la Secretaría de la Mujer en Río de Janeiro, y Maria Auxiliadora dos Santos, de la Secretaria de la Mujer de la Fuerza Sindical Nacional, la política de los Gobiernos para Seguridad Pública “precisa mudar con urgencia, porque trabajadoras, madres de familia, no pueden continuar siendo víctimas de la violencia y del prejuicio en comunidades con escasos recursos económicos”. Las dirigentas hicieron referencia así al penoso asesinato de Silva Ferreira.
La noticia de la muerte de Cláudia, madre, auxiliar de limpieza de un hospital en Río de Janeiro, que además de sus tres hijos cuidaba a cuatro sobrinos, conmovió a gran parte de la opinión pública. En las redes circuló el #TodasSomosCláudia y una convocatoria que convierte el morbo en poesía. La tristeza no tiene fin pero llama urgente: hay un país enorme por cambiar.