20 de julio de 1925: nacimiento del revolucionario Frantz Fanon
Por Daniel Alberto Chiarenza*
Frantz Fanon, revolucionario y humanista comprometido con la libertad, la justicia y la igualdad, nació el 20 de julio de 1925 en Martinica. Su vida y obra dejaron una profunda huella en los movimientos de liberación anticolonialistas alrededor del mundo.
“Si quieren evitar la pérdida de la raza humana para siempre deben volverse anticolonialistas y antirracistas”. Frantz Fanon
Humanista apasionado por la libertad, la justicia y la igualdad. Nació en Fort de France, Martinica, territorio francés de ultramar. Su familia, afincada y convencional formaba parte de la clase media martiniquense. Su padre, mestizo, era funcionario del gobierno y su madre, de origen alsaciano e hija de mestizos, era vendedora en un comercio, trabajo que le permitía a la familia darse algunos “gustos” adicionales como comer carne los fines de semana e ir al cine tres veces al año, se entendió bien ¿no? “tres veces al año”.
Los hijos de los Fanon formaban parte del 4% de la población joven que podía pagar una pequeña cuota por el “lycée” (centro de enseñanza de educación media), es entonces cuando entre 1939 y 1943 Frantz completa la secundaria siendo alumno del intelectual antillano Aimé Césaire, que contribuyó a forjar su sentimiento anticolonial y antifascista. Desde 1940 Martinica estaba ocupada por las fuerzas del almirante Robert, representante del régimen colaboracionista nazi del mariscal Pétain en Francia. En 1943 Fanon viaja a Dominica y se une al Movimiento Francés Libre que ese mismo año liberó a Martinica. Dispuesto a proseguir la lucha, en 1944 Fanon se une al ejército de la Francia Libre, conducido por el general De Gaulle y combate en el frente europeo. Poco después recibe la Cruz de Guerra por el coraje en la acción.
Terminada la guerra, el joven Fanon reanuda sus estudios en la universidad de Lyon donde se graduó en medicina en 1952, año en que contrae matrimonio con Josie Dublé. Miembro fundador de la Unión de Estudiantes Franceses de Ultramar, completó su residencia en el hospital de Saint Alban, donde realizo su especialidad en psiquiatría.
Inicialmente Fanon prestó servicios en hospitales de Pontorson, en Normandía y posteriormente se trasladó a Blida-Joinville de Argelia, en calidad de jefe de servicio del hospital psiquiátrico mayor de Argelia, que hoy lleva su nombre.
Se unió al movimiento de liberación argelino del que se convirtió en defensor y vocero, adoptando el nombre de guerra de “Ibrahim” para simbolizar, como negro antillano, su identificación con la causa musulmana y africana.
“Fanon apoyó la lucha argelina por la independencia y fue miembro del Frente de Liberación Nacional argelino (FLN). Su vida y sus trabajos, principalmente Los condenados de la tierra (les danés de la terre) han incitado e inspirado movimientos de liberación anticolonialistas durante más de cuatro décadas”. Alice Cherki: “Frantz Fanon. Portrait”. París, Seul, 2000.
Trabajó en El Moudjahid, órgano del FLN. Miembro de las delegaciones argelinas en las conferencias africanas de Ghana y Túnez en 1958 y 1960 respectivamente y en la III Conferencia de Estados Africanos Independientes en Etiopía, en junio de 1960. En marzo de ese año fue nombrado embajador en Ghana por el gobierno provisional argelino.
En sus trabajos políticos, Fanon profundizó el tema de la conexión entre racismo y colonialismo entendiendo el primero como una derivación del segundo.
Fanon dijo a los europeos: “la descolonización es una cuestión de la dignidad del hombre. Si quieren evitar la pérdida de la raza humana para siempre deben volverse anticolonialistas y antirracistas. El Tercer Mundo no intenta organizar una gran cruzada del hambre contra el conjunto de Europa. Lo que espera de quienes por siglos lo han mantenido en la esclavitud es que contribuyan a rehabilitar a la humanidad y hacer que el hombre triunfe en todas partes de una vez y para siempre. Pero es claro que no somos tan ingenuos para pensar que ello se logre con la cooperación y la buena voluntad de los gobiernos europeos. Esta enorme tarea que consiste en reintroducir a la humanidad, a toda la humanidad en el mundo, será llevada adelante con la ayuda indispensable de los pueblos europeos que deben comprender que en lo se refiere a problemas coloniales se han alineado con nuestros dominadores comunes”.
En su corta vida, aunque muy productiva, Fanon escribió varios artículos científicos, tres obras de teatro no publicadas y cuatro libros: “Piel negra, máscaras blancas”, publicada en 1953 cuando tenía sólo 27 años, fue su primer intento de exposición sistemática del colonialismo. En él afirma que “las cuestiones raciales no son más que una superestructura, un manto, un sordo planteamiento ideológico que desnuda una realidad económica”. En 1959 se edita “Sociología de una Revolución”. Dos años más tarde, justamente el año de su muerte, acaecida tras una penosa enfermedad en Washington, se edita “Los condenados de la Tierra” y en 1964, su obra póstuma “Por la Revolución Africana”.
En su prólogo a “Los condenados de la Tierra”, Jean Paul Sartre escribió: “El Tercer Mundo se encuentra y habla a sí mismo a través de esa voz”. Y agregó: “Fanon es el primero, desde Engels, en arrojar nueva luz sobre la partera de la historia: la violencia”.
Fanon analizó las condiciones de opresión y explotación, profundizó sobre la psicología del colonizado.
Dice que se manifiesta una tensión en el deseo de trasponer los límites que le imponía al colonizado mediante la coerción o por la amenaza de la misma. Y esas tensiones son sublimadas durante el sueño, analizaba como buen psiquiatra:
“Son sueños musculares, sueños de acción, sueños agresivos. Sueño que salto, que nado, que corro, que brinco. Sueño que río a carcajadas (…). Durante la colonización, el colonizado no deja de liberarse entre las nueve de la noche y las seis de la mañana”. Frantz Fanon: “Los condenados de la tierra”. Prólogo de Jean Paul Sartre, Fondo de Cultura Económica, 1963.
Sobre él escribió Aimé Césaire: “Si la palabra compromiso tiene algún sentido fue con Fanon que adquirió significado. Violento, dijeron, y es cierto que Fanon se instituyó como teórico de la violencia. Pero esta violencia –y esto no es una paradoja- era la del no violento. La violencia de la justicia, de la pureza y la intransigencia. Hay que entender esto. Su rebelión era ética y su compromiso generoso”.
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