7 de noviembre, 1917*: Revolución Soviética en Rusia
Por Daniel Alberto Chiarenza*
Lenin, regresado en forma clandestina, observaba con satisfacción como el Partido Bolchevique aprobaba sus Tesis de Abril y se abría el camino hacia la toma del poder…
¡Todo el poder a los Soviets!
El periodista estadounidense John Reed, testigo de la Revolución de Octubre (según el Calendario Juliano que usaban los rusos en aquel momento), describió de esta forma el primer discurso de Lenin tras la victoria ante los delegados al Segundo Congreso de los Soviets de toda Rusia:
“Eran exactamente las 8:40 (del 26 de octubre) cuando una atronadora ola de aplausos anunció la entrada de la presidencia y de Lenin –el gran Lenin- con ella. Era un hombre bajito y fornido, de gran calva y cabeza abombada sobre rotundo cuello. Ojos pequeños, nariz grande, boca ancha y noble, mentón saliente, afeitado, aunque ya asomaba la barbita tan conocida en el pasado y en el futuro. Traje bastante usado, pantalones un poco largos para su talla. Nada que recordase a un ídolo de las multitudes, sencillo, amado y respetado como tal vez lo hayan sido muy pocos dirigentes en la historia […]
“Subió Lenin. Estaba de pie, agarrado a los bordes de la tribuna, recorriendo con los ojos entornados la masa de los delegados y esperaba, sin reparar, por lo visto, en la creciente ovación que duró varios minutos. Cuando ésta cesó, dijo breve y simplemente:
“’Ha llegado el momento de emprender la construcción del socialismo’. Nuevo estallido atronador de la tempestad humana.
“’Lo primero que debemos hacer es adoptar medidas prácticas para realizar la paz… Debemos ofrecer la paz a los pueblos de todos los países beligerantes en las condiciones soviéticas, sin anexiones, sin contribuciones, sobre la base de la autodeterminación de los pueblos […]
“’La Revolución del 24-25 de Octubre –concluyó inicia la Era de la Revolución Socialista… El movimiento obrero, en nombre de la paz y el socialismo, alcanzará la victoria y cumplirá su misión […]’
“Un impulso inesperado y espontáneo nos levantó a todos de pie y nuestra unanimidad se tradujo en los acordes armoniosos y emocionantes de La Internacional. Un soldado viejo y canoso lloraba como un niño, Alexandra Kollontai se limpió a hurtadillas una lágrima. El potente himno inundó la sala, atravesó ventanas y puertas y voló al cielo sereno”. Fuente: “Diez días que estremecieron al mundo, John Reed”.
Antes de que todo esto ocurriera: “Todavía tuvo Lenin que librar una dura batalla en el Comité Central de su Partido para imponer la decisión de lanzarse a la conquista del poder. La situación era inmejorable. El 29 de septiembre escribía: “La crisis ha madurado. Está en juego todo el porvenir de la revolución rusa. El honor del partido bolchevique está en peligro. Todo el porvenir de la revolución obrera internacional por el socialismo está en juego. La crisis ha madurado…” Sacchi, Hugo: Lenin. En Historia del movimiento obrero 30. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1973, pág. 470.
La movilización de oposición a las fuerzas contrarrevolucionarias servirá de catalizador a las fuerzas básicas de la revolución. Concomitantemente, los bolcheviques adquirían la mayoría en los principales soviets.
¡Ahora o nunca! Será la frase de Lenin que responde a la nueva situación histórica.
El soviet de Petrogrado, definitivamente controlado por los bolcheviques, el 9 de octubre oficializará la creación de un Comité Militar Revolucionario.
Lenin, regresado en forma clandestina, observaba con satisfacción como el Partido Bolchevique aprobaba sus Tesis de Abril y se abría el camino hacia la toma del poder.
La estructura militar del partido debía acordar la rápida apropiación de los puntos vitales de la comunidad: bancos, correos, estaciones, usinas eléctricas, artesanales, centros de poder.
Se buscó la precisión intelectual de un ajedrecista, Vladimir Antonov-Ovseenko, para coordinar las operaciones el día señalado, que quedaría bajo la dirección militar de Trotsky. Lenin aportará la insustituible mística revolucionaria en el movimiento, jugando, un tanto, con la fecha precisa. Debía ser el 24 de octubre, un día antes era apresurado y uno después era tarde. El cuartel general bolchevique estaba instalado en el antiguo instituto de señoritas Smolny. La actividad era febril esa noche del 24, Lenin y Trotsky ultimaron los detalles. Un cañonazo del crucero Aurora fue la señal para dar inicio a la insurrección. No hizo falta tirar muchos tiros, todo estaba cronométricamente preparado. La famosa Guardia Roja de obreros bolcheviques y los soldados procedían al asalto del Palacio de Invierno. Costó 24 horas la rendición. Los miembros del Gobierno fueron detenidos, mientras Kerensky huía rumbo a Moscú en un automóvil de la embajada británica.
La historia de la humanidad cambiaba de rumbo. La liberación era posible.
A las diez de la mañana del 26 de octubre, Petrogrado quedaba bajo control de los soviets. El Comité Militar Revolucionario anunció el triunfo.
“…el Soviet de Petrogrado publicaba un llamamiento «A los ciudadanos de Rusia» que acababa de redactar Lenin: «El gobierno provisional ha sido depuesto. El poder estatal ha pasado al Comité Militar Revolucionario, órgano del Sóviet de diputados de los obreros y soldados de Petrogrado […] La propuesta inmediata de una paz democrática, la abolición de los grandes latifundios, el control obrero de la producción y la creación de un gobierno soviético: las causas por las que el pueblo ha combatido han triunfado. ¡Viva la revolución de los obreros, de los soldados y de los campesinos!» Christopher Hill: Lenin. Los Hombres de la historia. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968.
“Setenta años después del Manifiesto Comunista, las ideas y el programa de Marx y Engels encontraron su expresión histórica en el triunfo de la Revolución de 1917. El acontecimiento marca un corte fundamental en la historia del movimiento obrero: surge el primer Estado proletario del mundo. Fue bajo la bandera del bolchevismo, la doctrina construida por Lenin, que la clase obrera obtuvo su primera victoria estable, inaugurando una nueva épica. El nombre de Lenin está indisolublemente unido a este proceso” Sacchi, Hugo: Lenin. Op. Cit., pág. 449.
* Según el calendario Gregoriano, actualmente de uso convencional internacional.
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