85 años: La batalla de Madrid
Por Manuel Salguero. LQSomos.
“Las puertas de Madrid,
cerradas por el pueblo
nadie las puede abrir”.
Miguel Hernández.
El día 6 de noviembre de 1936, comenzaba la 1ª batalla contra la capital de Madrid. El ejército rebelde llegaba a las afueras, tras cuatro meses de espera y varios anunciamientos de ya haber sido tomada. En un famoso Hotel madrileño, se mantenía una mesa “reservada” al General Mola, para cuando se produjese su tan anunciada llegada.
Madrid se lo tomaba así, y Mola nunca llegó.
La rebelión militar fue entre los oficiales donde mayormente se produjo, y en África se encontraban los ejércitos más preparados, precisamente fogueados de una guerra, aunque la hubiesen perdido, la del Annual.
Desde allí saldría una columna militar directa a Madrid. El ejército de milicias obreros con quien se iba a enfrentar, mayormente no tenía preparación militar alguna, y el ejército republicano adolecía de oficiales y mandos intermedios que tenían que irse creando sobre la marcha en plena guerra abierta.
El apoyo de Alemania e Italia al ejército rebelde fue determinante para el paso por el estrecho de Gibraltar, y apenas encontraría resistencia seria en su dirección a Madrid, hasta adentrarse en la provincia de Badajoz.
En Madrid, el Ejecito del Centro, había logrado sofocar el golpe en todos los cuarteles, y las unidades militares de los de Colmenar Viejo y El Pardo, hechas retroceder hasta La Granja en Segovia, parando a su vez el ataque desde Ávila por el alto del León, en El Escorial y Guadarrama, donde se les dejó clavados durante toda la guerra.
En Somosierra, se paró el avance y se fijó un frente que se adentraba hasta la provincia de Guadalajara, quedando libre el paso hasta la costa de levante por el Este, y por el Sur hasta Sierra Morena con excepción del cuartel del Alcázar, en Toledo, donde el general Moscardó se mantenía encerrado y secuestrada a población civil.
Entre Cádiz y Mérida (Badajoz), el ataque relámpago del ejército fascista, discurría tras cruzar Sierra Morena por el valle de la Serena, dejando una bolsa de republicanos aislados entre ellos y Portugal. Se les había presentado resistencia en Cádiz, en pueblos circundantes a Sevilla, en el paso por la sierra, en Llerena fuertes combates, por donde intentaban cruzar a zona republicana los que quedaron aislados, Almendralejo, Mérida.
En Mérida, comienzan a darse cuenta los alzados de que aquello de entrar en Madrid, ya comenzaba a no parecerse a un raudo paseo militar. Tiene que dirigir su ataque a ambos flancos de su línea de marcha, en dirección oeste, Don Benito-Badajoz, y este, Villanueva de la Serena-Castuera.
En su marcha hasta Madrid, se encontraban con mayor resistencia en cada punto de interés militar que iban ganando a los republicanos, hasta llegar a Getafe, tomando todo el sur de Madrid, y la capital de Toledo.
Madrid, siempre bombardeada, les esperaba. El ejército republicano y las milicias populares, llevaban retrocediendo ante el avance imparable del ejército rebelde desde África. Pero había ido paulatinamente aprendiendo a protegerse, y prepararse militarmente y a coordinarse, sin mando único, ya que las milicias lo eran, en definitiva, de muy diversos orígenes y no estaban integradas en el ejército. Les esperaba el pueblo de Madrid. Un millón de madrileños que van a ser la logística de los resistentes del frente. Iba a entrar en la Historia como símbolo mundial de resistencia antifascista.
La batalla comenzó el día 6 de noviembre y va a durar hasta final de año la 1ª fase; desde la Casa de Campo dirección Moncloa-Cuatro Caminos. Un ejército tras otro fue quedándose en el intento con generales incluidos, llegando su penetración solamente a parte de la Ciudad Universitaria. Con tal elevado número de bajas, que el enemigo cesó el ataque.
En Madrid se agotarían la munición, según dice el entonces presidente del Gobierno, Largo Caballero, en su libro “Mis recuerdos”. Este hecho no se filtró al exterior, de haber sido así, dice que mejor momento no hubiese tenido el enemigo, para entrar en Madrid. Valorando la cohesión y confianza que existía a alto nivel.
Puede que a los atacantes les pasase lo mismo con la munición, pero ellos eran los que atacaban, y tras ver como ya llevaba perdidos en menos de un mes, más tres ejércitos para avanzar 5 km, cesaron el ataque. El disgusto fue mayúsculo, hasta Yagüe, el exterminador de Badajoz, enfermó y se fue a África.
La república de trabajadores, sola, con un presidente pequeño burgués, un presidente del gobierno sindicalista, y el mando militar a quien el presidente Azaña encomienda la defensa, a Pozas y Miaja, junto a las milicias armadas del pueblo, los pararon.
Era una guerra distinta, ya determinantemente contra los civiles, convirtiendo la infantería en auténticos batallones de exterminio de civiles. En todas las demás guerras después, las víctimas directas van a superar siempre los civiles a los militares.
El segundo intento fue por el Jarama, dirección Arganda-Alcalá de Henares, la que llamaron también, la batalla internacional, porque a ambos lados del frente se enfrentaban gente de sus países originarios en los republicanos las Brigadas Internacionales y entre los fascistas las falanges, centurias, etc. correspondientes. La penetración no fue más allá de acercarse a Arganda, cortando la carretera de Valencia, para terminar, retrocediendo. Calificada como una cruenta batalla por el también elevado número de bajas de ambos ejércitos enfrentados, por una estrecha franja del rio, y las veces que cambio de dominio.
El tercer intento, por Guadalajara, Brihuega. Al mando del General Moscardó, unidades del ejército italiano y camisas negras fascistas, iniciaron el ataque, y fueron embolsados y hechos miles de prisioneros, recuperando los republicanos parte del terreno perdido, y dando por terminado cualquier nuevo intento de tomar Madrid.
La Resistencia de Madrid, serviría después de ejemplo para otras ciudades atacadas y asediadas por el fascismo y el nazismo en la 2ª Guerra Mundial, como Stalingrado, determinante en la victoria de los aliados.
El ejército republicano y las milicias populares habían parado el avance imparable del ejército fascista en Madrid, habían detenido el avance de la guerra relámpago. Madrid sería invicta.
Las milicias populares el 1 de enero de 1937, pasarían a formar parte del ejército republicano, los frentes se estabilizarían.
Madrid y el país entero tardarían 3 años en ser tomado militarmente por los fascistas. En ese espacio de tiempo, una vez comenzada la II Guerra Mundial, Alemania invadió 11 países.
La dictadura franquista, quedaría con un país derruido, un ejército con material de chatarra impedido para participar en la gran guerra, y un desgaste que arrastró durante toda su sanguinaria existencia.
Pasar, pasaron, pero como un relámpago, no.
“Madrid, Madrid, Madrid…”
– Imagen de portada: Barricada, levantada por las vecinas, en el barrio de “La Latina”. Madrid, 1936
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