Algunas conclusiones “profesionales” de la manifestación de la burguesía y sus seguidores
Para seguir sacando conclusiones de la manifestación burguesa del jueves, nos remitimos a 2 valiosos análisis publicados hoy por Mario Wainfeld y Modesto Guerrero (ver los accesos de las notas completas más abajo), que contextualizan y trazan líneas de acción – de respuesta en el terreno económico social, por parte del Gobierno, que le permita “recuperar la calle”, que le acaban de arrebatar (por su apuesta a aliarse con la UIA, a despecho de su histórica base obrera). Veamos:
Wainfeld, en Página 12, dice que:
La movida congrega a personas de clases altas (que el relato dominante ni menciona) y medias urbanas.
En la coyuntura le “ganó la calle” al oficialismo que, este año, se escindió del líder camionero Hugo Moyano, un importante aliado para disputar ese terreno.
De cualquier modo, el Gobierno ha tenido reveses políticos, que le han restado al aura de 2011. La tragedia de Once es, por lejos, el más serio porque se segaron vidas y porque desnuda mala gestión durante años. El escándalo de Ciccone no concretó pruebas rotundas en Tribunales pero nunca rinde a favor. Y queda mucho pendiente en materia de sintonía fina que la Presidenta, sagazmente, propone como esencial.
Las importantes inversiones públicas en materia de educación y aun de salud no tienen un correlato proporcional en el cotidiano de las personas de a pie. La inseguridad, la inflación, el hacinamiento en las viviendas, las carencias subsistentes en infraestructura no son problema de los que marcharon, sino de muchos otros argentinos, más necesitados y más cercanos al oficialismo.
Como sea, el Gobierno es productivo en materia de respuestas. Y, de nuevo, depende de su gestión. Su “fuerza propia”, que sus adversarios ni mencionan, es la más potente y numerosa de la Argentina. Amén de ser la que aglutina más cuadros jóvenes.
Mientras en Miradas al Sur, Modesto Guerrero, periodista venezolano radicado en Buenos Aires, plantea las similitudes de los caceroleros argentinos con los de Venezuela:
El (gobierno) venezolano es de izquierda y pro socialista, el argentino no. Ellos rechazan por silogismo todo lo que esté en la zona latinoamericana frente a enemigos comunes, como el FMI, el Ciadi, los fondos buitre o el Banco de Basilea. También rechazan a los gobiernos que se apoyan en sectores sociales pobres, o que el Estado sea actor en la economía. Ése es el sustrato social en el que se apoyaron los promotores ocultos de la marcha, el Grupo Clarín y otros más oscuros. Yo no creo que sean golpistas ni que lo deseen, salvo grupos menores. Lo que sí creo es que reaccionan por sus intereses de clase media y segmentos de clase. Se sienten afectados por algunas medidas fiscales y discursivas del Gobierno.
–¿Cómo debería analizar el Ejecutivo este fenómeno?
–Deberá evaluar la tendencia de las fuerzas sociales desde esta dialéctica. Una visión conspirativa, o el falso dualismo moral de malos y buenos, hará más creíbles a los caceroleros en la opinión media. Los medios de comunicación sacarán ventajas semánticas para los titulares.
Ha nacido un difuso movimiento social de derecha, pero no todos sus contenidos son derechistas en el sentido tradicional.
Derrotarlo es una necesidad inmediata que se logra sobre todo en el terreno social.
Eso dependerá de lo que quiera hacer el Gobierno.
Si radicaliza las transformaciones económico-sociales puede avanzar y desplazarlos, pero si se queda a mitad de camino entre una medida y otra, ellos avanzarán.