Allí donde no llegan las nieblas
Carlos Olalla*. LQS. Marzo 2020
Solo somos lo que nos hemos atrevido a vivir allí donde no llegan las nieblas…
Hay lugares que nos invitan a soñar e instantes que son más intensos que el más intenso de los sueños. Son los lugares y los instantes que, desde el momento en el que los vivimos, sabemos que nos acompañarán ya siempre. Y no nos fallan. Nunca lo hacen. Están con nosotros, nos cobijan, no nos abandonan, nos recuerdan que valió la pena, que solo por eso merecía la pena todo lo demás. Y desde entonces sabemos que cuando llegue el día para el que no hay equipaje, esos lugares y esos instantes estarán a nuestro lado y nos harán sonreír.
Todos tenemos nuestros propios instantes y lugares. Unos los compartimos con la persona a la que amábamos, otros los disfrutamos en soledad; en unos será la suave canción del mar la que nos acompañe, en otros el profundo silencio de la montaña. Poco importa que esa montaña se llame Turó del home o Dharamsala; nada que ese instante sea hoy o hace un millón de años. Lo importante, lo único que verdaderamente importa, es lo que esa vivencia irrepetible nos hace sentir cuando la vivimos, la semilla de eternidad que planta en nuestro interior y cuyo único fruto somos nosotros. Solo somos lo que nos hemos atrevido a vivir allí donde no llegan las nieblas.
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