Crónicos urbanos: Almeida, ¡el Rastro no es tuyo!

Crónicos urbanos: Almeida, ¡el Rastro no es tuyo!

Iñaki AlRui. LQS. Julio 2020

El Rastro es una exposición étnica, de moda, intercultural en movimiento constante en los domingos de Madrid que se llena de paseantes, buscavidas y actuaciones en directo, el Rastro es todavía un rincón ¡mágico!

En el Madrid postpandemia se han abierto los bares y terrazas mientras los centros de salud siguen cerrados, una inaudita situación que da una idea de lo “cutres” que son los gobiernos locales. Pero Madrid es así, tan ilógico y caótico por parte de sus polític@s gobernantes, como paradójico y asombroso es el comportamiento de sus vecin@s.

El Rastro de Madrid sigue cerrado, el alcalde Martínez-Almeida gobierna la ciudad como un coto, no escucha a vecin@s, ni a los actores implicados en los conflictos de la ciudad. Ya nos hizo su gran demostración de soberbia de poder con la retirada, salvaje, del memorial que estaba casi terminado en el cementerio del Este.

El Rastro madrileño, el hermano mayor de todos los rastrillos, es parte de un Madrid que todavía resiste, aunque solo sea para curiosear, pasear, y también por supuesto para comprar. Es en sí un símbolo de esta ciudad, que paso a paso se destruye y derrumba, como se lleva haciendo con décadas de tirar edificios, de destrozar rincones, de tirar el mobiliario urbano, objetos y estructuras que dan imagen a una ciudad, que son su historia, su pasado, su vida. Todavía conservo la desoladora imagen de la demolición del Real Cinema en la plaza de Ópera, último atentado arquitectónico contra esta ciudad y l@s que la habitan. O el triste y doloroso cierre de los ya residuales pequeños comercios, tradicionales de barrio cargados de buen gusto y mucha cercanía, como el anunciado recientemente por la histórica papelería Salazar; sumemos la perdida de históricos cafés con encanto.

El Rastro de Madrid siempre ha sido un caramelo al que todos los gobiernos municipales, en mayor o menor medida, han pretendido realizar algún cambio o transformación de difícil justificación, salvo el ego del gobernante de turno.

Lo de ahora no tiene nombre, primero porque esta ciudad la han puesto a funcionar después de la pandemia y ahora mismo esta ya funcionando como si hace un mes no hubiera pasado nada, vagones de metro donde la gente viaja como si fuera ganado, bares, terrazas, centros comerciales…

La propuesta de l@s comerciantes es clara y viable: abrir al 50% , turnándose los puestos en domingos alternos, y perimetrar con baliza o cinta adhesiva, permitiendo que se respete la distancia de seguridad al haber un puesto sí y otro no. Así, cada comerciante acudiría dos veces al mes a su puesto fijo y se respetarían las medidas sanitarias al no tener otro puesto al lado. Y esta ocupación al 50% estaría distribuida en el área de lo que ha ido siempre el Rastro, el eje central desde la Plaza de Cascorro hasta la Ronda de Toledo y todas las ramificaciones de calles adyacentes o plazas como la de Vara del Rey o del Campillo.

¿Por qué el Ayuntamiento quiere reducirlo a un ridículo 30%, quitar la plazas del Campillo y Cascorro? ¿Qué esta tramando Martínez-Almeida? Recelo da pensar lo que pueda estar urdiendo esta corporación municipal amante del lucro y la especulación.

Mientras las grandes superficies pueden vender presencialmente desde el paso a la fase 1, que ya nos parece tan remoto, de nuevo las medidas del ayuntamiento conservador van con doble rasero: quienes se dedican al pequeño comercio o a la venta ambulante, tienen aún prohibido poner sus puestos. ¿Por qué unos sí y otros no? Cuando más pequeño eres, menos te favorecen las medidas públicas; cuando menos capacidad de protesta tienes, más se aprovecha el poder. ¿Qué justificación hay a estas alturas para que el Rastro no vuelva?

Y un dato más, el Rastro son muchos puestos de trabajo, 960 familias con muchas manos atendiendo la mercadería, 960 puestos de venta. Y 960 puestos que llevan toda la vida pagando su impuestos religiosamente como cualquier comercio de la ciudad.

Madrid se llena de hoteles y bares, entre barrios del centro que se quedan sin vida vecinal y propia para pasar a ser una oferta consumista de ocio, previo pago anticipado. Una ciudad cada vez más escaparate, cada vez más cerca de convertirse en un parque temático para visitantes.

Queremos el Rastro tal como era y es, domingos de encuentro entre miles de objetos, ropa, música, pendientes, cuero, sombreros, artesanía, antigüedades, revistas viejas, libros olvidados, cromos, nuevo y de segunda mano, todo desigual y exclusivo. El Rastro es una exposición étnica, de moda, intercultural en movimiento constante en los domingos de Madrid que se llena de paseantes, buscavidas y actuaciones en directo, el Rastro es todavía un rincón ¡mágico! en un Madrid cada día menos auténtico.

Almeida, ¡el Rastro no es tuyo! Lo queremos abierto ya!!!

Más artículos del autor. Miembro del Colectivo LoQueSomos. En Twitter: @IkaiAlo

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