Ambiente familiar (mínimo 2 noches)

Ambiente familiar (mínimo 2 noches)

Iñaki AlRui*. LQS. Octubre 2020

Bienvenidas a la ciudad de las tapas, de las terrazas al sol, al bocadillo de calamares, al escaparate de lo que usted quiera mientras pague el precio de venta al público

Madrid ciudad, teatro permanente de la política de la corte y de los burócratas instalados bajo la sórdida administración imperial de las Españas. Ciudad también llena de desaparecidos en vida que caminan en silencio, sin llamar la atención, en ese margen de estar vivo para no existir y seguir siendo (algunos incluso están empadronados).

Teatro, la vida es puro teatro… nos cantaba “La Lupe”, y ahí seguimos.

Estreno mundial de Ambiente familiar (mínimo 2 noches), y un servidor guipando en primera fila. Muchas cosas, mucha historia, mucho combate. ¡Vamos!

La ciudad, la mía, la tuya, convertida en un inmenso parque temático que puedes disfrutar después de pagar alguna de las diversas tarifas —tanto tienes, tanto vales—; la ciudad lejana que fue realidad en tu recuerdo, es hoy un photocall que se desentraña en redes sociales a golpe de selfis.

Ciudad ideal para una joven turista que se aloja en una habitación de una casa del centro, tal vez cerca de la Plaza Mayor, en Lavapiés o en el barrio de Maravillas, una casa de las cientos que rulan por Internet para pernoctar en Madrid, pero por favor, mínimo 2 noches.

La habitación forma parte de una casa que todavía conserva el alma de la vida en la que queremos creer. La achacosa dueña es la vecina sencilla, la que quizás tienes o has tenido al lado: la señora María, Beatriz o Inés, llena de achaques, es una víctima del Síndrome del Aceite Tóxico (SAT), popularmente “de la colza”, aquel envenenamiento masivo hoy guardado en el baúl de los olvidos. Inés, con su pasado a cuestas, es el centro de la casa, o mejor dicho del hogar, y pueblan las mismas paredes un sobrino, una peculiar mujer en habitación alquilada y un cariñoso okupa en terraza prestada. Entre todos hay una mezcla de diferentes acentos, que confluyen de forma coral en un Ambiente familiar, por supuesto.

Y la historia discurre en siete trancos, que podrían ser capítulos, partes, secciones, pero aquí son saltos entre historias que se cruzan y entretejen de principio a fin. La música llena los espacios que no ocupan las palabras, y estas al pronto se envuelven en grito y convierten lo dramático en cómico porque, si todavía no se han dado cuenta, estamos hablando de una comedia. Una comedia con su propia banda sonora, como la que nos acompaña en nuestra vida: un músico, colchonero para más señas, ocupará su espacio, ahora también nuestro, y proveerá a la sala de notas de populares canciones, entre conversaciones cruzadas de escena que saltan a íntimos monólogos dirigidos a un público que educadamente se mantiene en su butaca con su mascarilla, pero que está siendo traspasado por las reflexiones que nos arrojan con metralleta. Teatro en Madriz.

El relato incesante de realidades es tan jocoso como cruel, los sueños asaltan lo grotesco y el absurdo se apodera de las vidas de los nuevos charlatanes, que se autoproclaman emprendedores para comerciar con la miseria. Charlatanes tan reales como burlescos, una entrada de nuevo al mundo del esperpento, que siempre esta ahí ante el caprichoso espejo de la vida.
Se abre el baúl del olvido. El Sáhara ocupado y abandonado, el golpe de Estado del 36 y su bombas, sus muertos y sus fosas olvidadas, las intoxicadas del SAT, olvidadas de la colza, la batalla de la insumisión… historias de nuestro pasado que cada uno decide llevar a cuestas o dejar caer en el olvido; muros que se levantaron, que se levantan, parapetos que marcan la línea divisoria y la diferencia entre dentro o fuera, ladrillos de exclusión, tapias para la incomunicación y el olvido marcado. Ironías para la especulación inmobiliaria en la estamos sumidos hoy.

La butaca es cómoda y yo “tan a gustito” mientras la obra transcurre con plena agilidad, y los personajes son tan reales como los pasajeros con los que compartía vagón en el Metro una hora antes, aunque sé de buena tinta que son vividoras y vividores que se dedican a la farsa, al entremés, la mojiganga, la comedia y el drama, se les ve burlescos y grotescos, son de los que nunca respetan la cuaresma.

Bienvenidas a la ciudad de las tapas, de las terrazas al sol, al bocadillo de calamares, al escaparate de lo que usted quiera mientras pague el precio de venta al público.

El Diablo Cojuelo sigue por los tejados de Madrid. En 2020 no necesita subirse a las techumbres, le basta mirar las ultimas décadas de historia de la ciudad para entrar de nuevo en al corazón de los hogares y distinguir a hidalgos y canallas. Mirar la ciudad desde la perspectiva de la memoria para ver la miseria de la realidad —mera supervivencia en la mayoría de los casos—, y se repite la realidad irónica, picante, sarcástica de las desvergüenzas, degeneraciones e hipocresías, la diatriba satírica, burlesca. Ayer, hoy y mañana confundidos en inesperadas estampas del futuro de Madrid.

Ciudad sin alma, con casas sin alma. Edificios que mueren para convertirse en la antesala de una estación con llegada y partida constante de viajeros. Barrios en los que la música la ponen el rodar de las maletas que van y vienen entre un batiburrillo de idiomas de los vecinos del Norte…

Las cuatro manos

Ambiente familiar (mínimo 2 noches) está escrita con las cuatro manos de sus dos autores, matemática pura, Aitana Galán y Jesús Gómez Gutiérrez. Nos dejan un relato real, una carga de peso contra la indiferencia, un rescate de personajes que andan sobre la línea de los descartes de la gran ciudad. Teatro frente a la realidad inventada que nos venden, teatro como interpelación al movimiento, la inconformidad, la protesta, la rebeldía, el combate. Teatro vivo.

No son novedad para uno los dos autores: puedo presumir, y presumo, de haber diquelado su versión escénica de Navidad en casa de los Cupiello (del santísimo laico Eduardo de Filippo) o la reciente versión de El diablo Cojuelo (de otro santísimo, sin altar, llamado Luis Vélez de Guevara), y en ambas te arrancan un tremendo chipén, y desde luego en ninguna quedas indiferente. Teatro, la vida es puro teatro…
Y como ya dije en otra ocasión “Aitana Galán tiene mucho teatro a sus espaldas, estilo y disidencia, buen gusto y rebeldía, busquen y lean. A Jesús Gómez le copiamos y pegamos todo lo que escribe en esta misma web, su estilo contundente y cristalino nos hace a muchos ser fieles seguidores de su pluma…”

Se apaga la luz, silencio, aplausos, bravos y más lindezas. ¿La función ha terminado?. Bueno, la del escenario sí. Pero el teatro sigue en la calle, a pie de plaza, la madera atraviesa la zona peatonal en sus motos con la abusadora arrogancia del poder. Cien metros calle adelante, dos personas destripan los cubos de basura de un prestigioso bar de tapas, y en la calle Atocha variopintos personajes dan movimiento a la noche que no duerme en los confusos confinamientos obligados por orden o recomendación, es un paseo en el futuro.

Y llegado aquí, todo lo escrito sobre Ambiente familiar (mínimo 2 noches) es un timbrazo para que vayan a verla, para que se dejen seducir por el placer del teatro, esta obra nos urge a sentirnos más vivos, un chute de realidad. Madrid ciudad en teatro permanente.

Pasen y vean. Gracias

La “ficha”

Un texto de Aitana Galán y Jesús Gómez Gutiérrez
Dirección: Aitana Galán
Reparto: Marina Andina, Agnes Kiraly, María Filomena Martignetti, Mariano Rochman, Fernando Romo / Críspulo Cabezas.
Músico en escena: Pablo Hernández Ramos
Diseño iluminación y videoescena: Alfonso Pazos
Diseño de escenografía y vestuario: Silvia de Marta
Movimiento Escénico: Marta Sánchez Medel
Música original y Espacio Sonoro: Pablo Hernández Ramos
Ayudante de dirección: Manuel Báñez
Una producción de Teatro Español y La Radical Teatro
Duración 75 minutos

¿Cuándo? ¿Dónde?
Desde el 8 de octubre hasta el 1 de noviembre. De martes a sábado a las 20:30 horas, los domingos a la 19:30 horas.

En el teatro Español, el de la plaza de Santa Ana de Madrid, en la sala de la gloriosa Margarita Xirgu

Más artículos del autor. Miembro del Colectivo LoQueSomos. En Twitter: @IkaiAlo

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