Animalia

Animalia

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

If you prick us, do we not bleed?
if you tickle us, do we not laugh? if you poison
us, do we not die?
(Shylock en Shakespeare, El mercader de Venecia)

Este famoso lamento de Shylock, otrora destinado a resguardar a sus parientes judíos, en la actualidad podría aplicarse a la defensa de los animales puesto que las bestias de hogaño se quejan como en el antiguo drama: “si nos pinchan, sangramos”, etc. Los avisados creadores de opinión han corrido a poner de moda una tímida pero persistente humanización de los brutos. Por ejemplo:

Hace pocas semanas, el periodista Yudhijit Bhattacharjes (YB) firmó un reportaje que, al ser publicado en portada en una revista mensual de amplísimo eco mundial, nos obliga a comentarlo: YB comienza con amplias referencias al prestigioso etólogo Frans de Waal –habitual recurso a la autoridad científica- para continuar con una larga lista de académicos que –por orden de aparición-, son ‘neurobiólogo, biólogo marino, biólogo cognitivo y conductual, neurocientífica, psicóloga, investigadora, patóloga del habla y el lenguaje, científico cognitivo, etólogo, biólogo, antropóloga y psicóloga’ (cf. “Cómo piensan los animales”; NatGeog, diciembre 2022) La introducción del reportaje ya levantó nuestras reticencias pues anticipa la línea del susodicho que se resume en “la conducta de muchas especies es más parecida a la nuestra de lo que pensábamos”. Toma monomanía que renuncia a enfocar autonómicamente el tema pregonando antes de tiempo el antojo de que buscará los ejemplos más ‘humanos’. Además, para mayor inri, ‘descubrirá’ que la mente de las bestias ha interesado desde hace sólo 30 o 40 años. Léase, que YB sólo ha leído los artículos de estos últimos años –uno de los rasgos característicos de NG es que sus reportajes desdeñan la Historia del caso a desarrollar.

El trabajo de YB es una simple sucesión de anécdotas harto conocidas para concluir que, a menudo, las orcas, los primates, los córvidos, etc. muestran conductas humanas. Naturalmente, los monos son los irracionales preferidos hasta el punto de que dan pie a un tópico fundamental: el humor. Gran prejuicio antropocéntrico ad portas, ¿es obligatorio partir de la base de que el Homo sapiens es el único bicho humorista? YB cita en su apoyo que “Algunos primates parecen ser tan sofisticados como para tener sentido del humor” aunque las evidencias aportadas son dudosas por lo que, a la postre, “esa conjetura no se puede demostrar”. En tal caso, si no posible verificarla, no es científica ergo mejor pasamos página –item más, ni menciona a la emergente ciencia de la Etnoprimatología. El humor es un tópico muy exigente; tanto como el de las drogas que utilizan todas las bestias pero que, desgraciadamente, no es contemplado por YB.

Que los brutos tienen conductas y manías humanas es una constatación tan vieja como la Humanidad. Es más, al principio de los tiempos, se decía que todo era humano, desde las bestias hasta las piedras y los meteoros atmosféricos. Para no remontarnos hasta el panteísmo originario, citemos a Benito Jerónimo Feijóo (BJF), un fraile dieciochesco poco sospechoso de antropocentrismo. Para sustentar sus tesis que hoy llamaríamos animalistas, BJF publicó sobre “un Papagayo imitando las voces humanas que se le han enseñado”; y sobre una Picaza con semejantes aptitudes miméticas; y un “Buey que es uno de los más salvajes y rudos animales” que se arrodillaba ante su dueño; y unos “monos Cinocéfalos [con cara de perro] que imitaban tanto las acciones humanas que hasta aprendían a escribir, cantar y bailar”; y unos “Caballos que parecen criados más para servir a la bizarría del hombre”; y unos “animales que se entienden entre ellos hablando un idioma particular”; y unos “Elefantes industriados para esto”; y etcétera.

Finalmente, en el sentido de defensa de los Derechos de los Animales, hace un par de años, el Congreso español aprobó una Proposición No de Ley (PNL) por la que se declaraba a los animales “seres sintientes”, medida con la que se pretendía que dejaran de ser considerados “cosas”. Si olvidamos que está de moda la sintiencia –horroroso neologismo utilizado para no escribir conciencia-, seres sintientes es una expresión que permea la obra de BJF, ergo podemos decir que España progresa rauda y veloz hacia el siglo XVIII.

Cuatro collages

Momias egipcias de cocodrilo, felino y cornúpeta

Más allá de la humanización, se roza la divinización. Hace tiempo que llegaron a Occidente la clonación de mascotas y no digamos los lujosos cementerios de perritos y hasta de loritos. La poderosa industria de la animalia doméstica se aproxima al Antiguo Egipto. La sabiduría convencional (oxímoron) prescribe que el vencedor se apropia del alma del vencido y, sobre todo, de su riqueza –espiritual y/o material. Entonces, ¿hemos de creer que los egipcios ansiaban poseer el alma de esos bichos? O, por el contrario, ¿creían que encerrándola entre vendas y ungüentos impedían su poder? Sólo sabríamos añadir que preferir una u otra opción depende de la manera de hablar de cada época. Que, actualmente, se conceptúe el vocablo ‘alma’ como descriptor de una entidad tan caprichosa como superflua, no impide que siga siendo muy productivo –al menos, en la latiniparla literaria.

Cacería de leones mesopotámicos y Loba de Roma
amamantando a Rómulo y Remo

Como corresponde a una civilización que oculta sus antecedentes –y niega a sus Progenitores-, la Antigüedad greco-romana está plagada de contradicciones. Por un lado, conserva los bajorrelieves mesopotámicos más cinegéticos pero, por el otro, mitifica la vertiente humanista-naturalista. Una faceta que continuará hasta la actualidad con el culto a los Niños Salvajes –famoso el de Aveyron-, Mowgli contra el pérfido Tigre y hasta Tarzán contra su pérfida cuna.

Cebra en palacio y, abajo a la izquierda,
Sátiro violando a una cabra

Esta imagen de una cebra de Burchell –48 cms x 35 cms, obra del pintor de cámara Luis Paret y Alcázar, hoy en el Museo del Prado-, es todo lo que nos queda del équido que fue la bestia favorita del infante Luis de Borbón (1727-1785) en una época en la que nacieron las Casas de Fieras o ménageries. Las cebras, veloces para escapar de su predadores, eran difíciles de capturar y, por ende, muy codiciadas. Los naturalistas se encontraron por primera vez con animales y plantas exóticas y se excedieron en su contemplación pues, de unos individuos que ni siquiera tenían pareja, sacaron conclusiones exageradas. Claro que lo mismo hicieron cuando llegaron los primeros amerindios y los elusivos africanos. La antropometría construyó sus primeras estadísticas partiendo de escasas personas presas y aisladas lo cual no impidió que los precursores de las etnografías llegaran a dictaminar que la diferencia entre un mono y un indígena era menor que la distancia entre un indígena y un europeo. Hoy podríamos añadir que la divergencia entre aquellos prioneros y la Ciencia, era enorme. Otrosí, el Sátiro que viola a una cabra ejemplifica un siniestro hábito occidental: a los marginados, se les viola y luego se les acusa de demencia, de ahí que las cabras tengan fama de ‘locas’.

Toro entre el opio en su boca y el eléboro a la izquierda

Este toro deificado ha de escoger entre dos plantas reputadas como tóxicas: la Papaver somniferum o adormidera y las dos variedades del eléboro (Helleborus orientalis y Veratrum album) La Papaver es el opio y, en el eléboro, la variedad rematadamente letal es la Helleborus aunque la otra también es peligrosa. El opio es conocidísimo desde tiempos ‘inmemoriales’ pero, antes de que llegara el Siglo de las Luces, el eléboro era el tósigo preferido. Los antiguos chistosos bautizaron al eléboro negro, el orientalis, como ‘rosa de navidad’ -ya entonces sabían que la navidás (sic) produce vómitos cagaleras, convulsiones… y muerte. Una prueba más de que algunos animales no sólo tienen alma sino también inteligencia ‘à la humaine’ es que, al contrario de la Humanidad, no se conocen casos de toros envenenados por eléboro aunque sí algunos de estreñimiento causado por opio.

[En numerosas ocasiones nos hemos ocupado del ‘alma animal’. Para mayor abundamiento, ver los cuatro micro-ensayos más recientes: Algunos excesos en la humanización de los animales, 23.XI.2017; Animales ab intestato y otros, 18.I.2020; La racionalidad de los brutos, 20.I. 2020 y De brutos a brutos, 15.VIII.2020]

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