Bajo la vigilancia de la Espada de Bolívar, el bien germina ya
Espada de Bolívar
Por Javier Sáenz Munilla*. LQSomos.
¡Oh gloria inmarcesible!
¡Oh júbilo inmortal!
¡En surcos de Dolores
el bien germina ya! (Himno Nacional de Colombia)
Que Colombia pueda vivir sabroso
En la plaza pública, sin alfombra roja y ante miles y miles de personas nació este 7 de agosto “la Democracia Multicolor”. Con fervor, esperanza y con artistas de toda Colombia, cantando, danzando, dando alegría a un país adolorido.
En la gran Plaza de Bolívar, sobre las escalinatas del Congreso Nacional Gustavo Petro y Francia Márquez han tomado posisión de la Presidencia y la Vicepresidencia, con la presencia simbólica, tras ellos, en grandes pantallas, revoloteando sin parar, las mariposas amarillas de 100 Años de Soledad. Que para Gabriel García Márquez y para los colombianos representan felicidad, esperanza y alegría. “Mientras haya flores amarillas, nada malo puede ocurrirme”, dijo Gabo. Así sea.
Hoy se ha ido, afortunadamente, un Presidente inepto y criminal. Ivan Duque, una marioneta del ex-presidente narco-paramilitar Álvaro Uribe, se va con un último gesto propio de su mezquindad. Iván Duque no ha permitido que Petro y Francia se posesionen con la Espada de Bolívar, robada y devuelta después por el M-19 de Petro y en la actualidad en el Palacio de Nariño. Pero la espada sí ha llegado una vez que la posesión se ha producido, escoltada desde palacio en un acto que ha debido amargar a Duque.
La ceremonia de posesión
“Esta espada tiene tanta historia, que hoy tendrá una más: el porqué se demoró en llegar a esta plaza”, han sido las primeras palabras de Petro.
Al saludar a los invitados, la plaza abucheado el nombre del Rey de España Felipe VI y ha aclamado, por el contrario, a los presidentes de Bolivia, Arce y de Chile, Boric o a la esposa del Presidente de México en su representación.
Aplausos y aclamaciones para los invitados de honor del pueblo colombiano, representado en tan magno acto por un pescador del Tolima, un líder juvenil del Chocó, una barrendera de Medellín, un campesino cafetero de Caldas, un silletero de Antioquia y una vendedora ambulante del Chocó.
“Esta espada de Bolívar quiero que nunca más esté encerrada ni retenida. Que sólo se envaine, como dijo el Libertador, cuando haya justicia en este país. Porque es la espada del pueblo. La espada libertaria de Bolívar”
Petro ha leído la frase final de 100 Años de Soledad que dice “porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”, para añadir : “Quiero decirles a todos los colombianos y colombianas que hoy empieza nuestra segunda oportunidad. Nos la hemos ganado. La habéis ganado…Es la hora del cambio”.
“Tenemos que acabar con dos siglos de guerra. La guerra eterna y perpetúa de Colombia”. Ha prometido cumplir los Acuerdos de paz, seguir a rajatabla las recomendaciones de la Comisión de la Verdad “que ya contó ochocientos mil muertos por la violencia”, ha dicho. Ha propugnado la apertura de diálogos regionales sin exclusión y ha convocado “a todos los armados a dejar las armas“, en clara referencia la guerrilla del ELN y de las disidencias de las FARC y a los narco-paramilitares como el poderoso Clan del Golfo.
Propone poner fin a la actual guerra contra las drogas, que califica de fracaso por una política que promueva la sustitución de cultivos y una convención internacional de productores y consumidores. Ha recordado que ya hay un millón de latinoamericanos muertos en esa guerra y 70.000 norteamericanos que mueren al año por intoxicación por consumo.
“Somos una de las sociedades más desiguales de todo el planeta”, ha dicho al referirse a sus planes para combatir la pobreza y la inequidad, recordando que en Colombia el 10 por ciento posee el 80 por ciento de la riqueza.
Promover la equidad mediante la reforma tributaria, abrir las puertas a la educación de todos los niños y jóvenes, acabar con la desnutrición infantil, reformas laboral, educativa, de la salud. Poner al Ejército a construir vías, riegos, casas populares, alcantarillado…Ha anunciado que los bienes en extinción de dominio pasan a poder de cooperativas y organizaciones de campesinos. Igual salario para las mujeres. Lucha contra el calentamiento global mediante u n nuevo modelo productivo, defensa de la Amazonia.
Llamamiento a la unidad y la integración latinoamericana. Mayores alianzas con África, “de dónde venimos” ha remarcado, alianzas sobre el Pacífico con el Este Asiático. Y para terminar sus diez compromisos que son paz definitiva, cuidados para niños, mayores y discapacitados, gobernar con y para las mujeres de Colombia, dialogar con todos sin excepción, escuchar a todos los colectivos, defensa de la vida mediante una Estrategia Integral de Seguridad, lucha contra la corrupción, proteger la naturaleza, desarrollo de la industria nacional, la economía popular y el campo y cumplir y hacer cumplir la Constitución que define a Colombia como un Estado Social de Derecho.
Y la frase final: “Tenemos una segunda oportunidad bajo los cielos de la tierra”
La Colombia liberal, reformadora, social y de progreso que soñaba Jorge Eliécer Gaitán, podría empezar a construirse ahora, 72 años después de que el gran caudillo fuera asesinado, aquel 9 de abril de 1948. Un magnicidio que anegó en sangre y dolor el futuro de Colombia. El crimen provocó el levantamiento popular, el “Bogotazo”, reprimido con saña y de forma sádica durante años y años por el poder establecido, el Establecimiento que nació, en mala hora, de aquella tragedia. Un sadismo criminal que llegó hasta nuestros días. Medio país, la Colombia liberal, quedó señalada y perseguida. Y a ese país sólo le quedó la opción de morir o encaramarse a las sierras, esconderse en las selvas, para huir de la saña chulavita, goda, ultra, fascista. La Violencia, se denomina ya, hasta académicamente esa época y en ella murieron 30.000 personas. Ahí quedó establecida la división de un país, para el que el poder oligárquico estableció como proyecto el paramilitar, o chulavita. Y para los perseguidos , el proyecto guerrillero. Y hasta hoy.
Jorge Eliécer Gaitán fue Alcalde de Bogotá, como Gustavo Petro. Hubiera sido, sin duda, el vencedor de las presidenciales de 1950, como candidato del Partido Liberal y de su UNIR…si no lo hubieran asesinado. Gran orador, alcanzó la cumbre y el fervor popular con sus intervenciones públicas condenando la Masacre de las Bananeras, escenario también de 100 Años de Soledad, en la que centenares de trabajadores de la United Fruit Company fueron asesinados. El común bautizó a Gaitán como “Tribuno del Pueblo” y la reacción goda como “El Negro Gaitán”. Y ahí nació odio que incubó su asesinato. 300.000 muertos hasta los años 60. Pero, ¡anda que no han llovido muertos desde entonces hasta acá en Colombia!
La paz y la tierra
Porque la violencia, las masacres, ha sido siempre la respuesta de la oligarquía colombiana a cualquier intento de reclamo popular. El último, por lo que vemos ya fructífero, aunque sangriento y doloroso como siempre, el Paro Nacional contra el ahora ya felizmente exPresidente Iván Duque, quien intentó acallar la protesta a base de asesinatos, más de 80. Petro y Francia Márquez hoy no serían Presidente y Vicepresidenta sin ese resurgir de la resistencia popular, que tuvo en vilo durante meses, al Establecimiento, a la oligarquía criminal. Ahí Colombia dió su Grito de Dolores y dijo ¡Ya Basta!
En Colombia no ha existido ni una sola generación que haya vivido en paz. Y ya toca. Precisamente la paz es la primera meta del programa de gobierno de Petro y Francia. Y si logran simple, llanamente y con muchas probabilidades frente a resistencias poderosas, que se cumplan, que se apliquen los Acuerdos de Paz firmados en La Habana en 2016, boicoteados por el tándem Uribe-Duque y parte del Establecimiento, si logran eso, el salto de Colombia hacia adelante, será gigantesco.
En esos Acuerdos, firmados y legitimados tanto por las partes en conflicto, Las FARC y el Estado, como por el Congreso de Colombia, se establece, entre otras muchas cosas, el reparto de 3 millones hectáreas a los campesinos sin tierra, la gran mayoría despojados y expulsados de sus predios por el Establecimiento paramilitar establecido tras el asesinato de Gaitán. En Colombia, el 1% posee el 80% de las tierras, en un gran porcentaje robadas a punta de fusil. Ese es, precisamente, el punto primero de esos acuerdos, que manda crear un Fondo de Tierras de distribución gratuita, durante 10 años. Y cuando eso suceda, porque hasta ahora esa distribución que debió comenzar tras la firma de los acuerdos hace ya 6 años, comenzará a ponerse en marcha la anhelada Reforma Agraria, el paso primero para empezar a solventar los principales problemas de Colombia, como sucede en buena parte de Latinoamérica.
De Gustavo Petro y Francia Márquez se espera que puedan retomar el camino que pretendió iniciar Gaitán. Pero su llegada a la Casa de Nariño, sede de la Presidencia, hace que vengan a la memoria los nombres de grandes luchadores que como Policarpa Solabarrieta, Camilo Torres, el cura guerrillero, o del español Manuel Pérez, también cura y guerrillero, o el de Manuel Marulanda ‘Tirofijo’, el constructor de las FARC, de Bateman del M-19, de Pedro Joaquín Arbeláez o de Óscar Willian Calvo primero en lanzar el grito por la Constituyente y de tantos y tantos que dedicaron sus vidas y las dejaron sembradas sobre los campos ensangrentados de Colombia. De esa sangre regada, esta cosecha.
Ni por el Putas
Nadie hubiera sido capaz de apostar, hace tan sólo 2 o 3 años, ‘Ni por el Putas’ como se dice en Colombia, ni por el diablo, que una negra que se ganó la vida de minera o limpiando casas, mientras estudiaba Derecho, “una nadie”,una luchadora y dirigente social sería la Vicepresidente de Colombia. O que la embajadora de Colombia ante la ONU iba a ser una luchadora también por la causa indígena, ella misma india arhuaco, de la Sierra Nevada de Santa Marta. Pues así es.
Son signos, formas, modos, pero contienen un significado, una carga de profundidad que la vieja casta racista, clasista, profundamente egoísta y retardataria que ha perpetrado los últimos 200 años y pico de la historia de Colombia. Esa casta va a sentir como una patada en la tripa.
Ni por el Putas, un Ministro de Defensa, jurista de prestigio, defensor de ls derechos humanos reconocido y perseguido, que será el encargado de poner en su sitio a un estamento militar acostumbrado a practicar el crimen, el robo, la tortura, la desaparición y los mayores desmanes a su antojo. El ministro Iván Velázquez, investigador de la ‘Parapolítica’, tiene los conocimientos y los arrestos suficientes para mandar a parar y, ya lo ha dicho, no a perseguir pero sí poner ante la Justicia a quienes asesinaron a mansalva a los jóvenes que se alzaron durante el Paro Nacional. Partidario también liberar a los manifestantes aun encarcelados y, muy importante, acabar con la detestada ESMAD (unidad policial especial) y de la desmilitarización de la Policía.
Una Ministra de Agricultura, Cecilia López, que ya lo fue, experta economista y cuya tarea primera será dignificar el campo e iniciar el reparto de tierras.
Una Ministra de Salud, Carolina Corcho, psiquiatra y politóloga y también valiente luchadora en defensa de la Sanidad Pública, en vías de privatización por el tándem Uribe-Duque; una sanidad en bancarrota y que deja fuera a casi dos millones de colombianos.
La Ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad, ya encargada de ello en la Bogotá durante la alcaldía de Petro.
Un Ministro de Economía José Antonio Ocampo, que ya lo fue y que deberá poner en marcha una reforma fiscal que haga que en el país donde menos pagan los que más tienen en todo el continente, empiecen a pagar para que puedan ponerse en marcha las grandes reformas que traigan la paz y pongan fin a la pobreza y la inequidad.
Un gobierno de lujo y al frente Gustavo Petro y Francia Márquez, dos líderes populares, dos luchadores a los que no cabe sino desear muchos éxitos y augurar batallas duras y un trabajo para el que van a necesitar el apoyo del pueblo, que en parte ya lo tienen y una fuerza y hasta la gloria inmarcesible que clama el himno de Colombia. Porque las resistencias van a ser de órdago. Mucha suerte. Que Colombia pueda vivir sabroso.
– Discurso completo de Gustavo Petro, PDF, clic aquí
* Periodista y analista internacional. Miembro del Colectivo LoQueSomos. En Twitter: @pepitorias
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