Barcelona. 153 concentració: el fosc cau del Patronato de Protección a la Mujer

Barcelona. 153 concentració: el fosc cau del Patronato de Protección a la Mujer

Por Mesa de Catalunya*.
Traducido por Leticia Palacios. 

Veritat, Justicia, Reparació:
El dissabte 28 d’octubre a les 12 hores a la plaça Sant Jaume, BCN.
 El fosc cau del Patronato de Protección a la Mujer

153 Concentración Verdad, Justicia y Reparación. El oscuro agujero del Patronato de Protección a la Mujer

Bajo el cínico nombre de Patronato de Protección a la Mujer, esta institución lejos de dar protección a la mujer la vejaba, la humillaba, la encarcelaba, la torturaba física y psicológicamente. Lo hacía con tanta crueldad que algunas jóvenes que pasaron por aquel infierno acabaron suicidándose, unas muertes que deberían formar parte de la estadística de los asesinatos de la dictadura. Y no sólo durante la dictadura funcionó este mecanismo de represión contra la mujer, una prisión en la que no se castigaba ningún delito, se castigaban los pecados, que según el nacionalcatolicismo tenían que ser expiados con estricta disciplina y castigos para la reeducación de las mujeres que ellos llamaban caídas. Este perverso sistema era el camino de reconducción a las normas que el Régimen había establecido para la buena mujer, aquella que llegaba virgen al matrimonio para cumplir todos los deseos de su marido, darle hijos y cuidarlos, quedándose en casa dedicada a la vida doméstica y renunciando a su emancipación. Aunque muchas de aquellas chicas, incluso las que fueron colaboradoras, sumisas y sometidas, nunca serían las mujeres perfectas a ojos de una sociedad franquista que señalaba y estigmatizaba a quien no cumplía con su doctrina.

Desde la creación del Patronato, en 1941, hasta su cierre, en 1984, esta mezcla de cuartel militar, monasterio de clausura forzosa, prisión y manicomio, le robó la libertad a miles de mujeres. En un principio se creó para encerrar a las prostitutas, muchas mujeres jóvenes que se habían visto abocadas a la prostitución en una postguerra de perdedoras rodeadas de hambre y enfermedades, mujeres que eran la única oportunidad de supervivencia de sus familias con hombres en prisión, asesinados en las cunetas o frente a los pelotones de fusilamiento. La sífilis causaba estragos y el Régimen utilizaba el Patronato como vacuna y, como siempre, tuvo que pagar el precio la mujer, receptora de toda la violencia del patriarcado. Con el tiempo, esta institución amplió sus tentáculos para encarcelar a todas aquellas mujeres que con sus conductas se rebelaban contra la dictadura de la moral, convirtiéndose en disidencia, muchas veces sin conciencia de que sus actos constituían un peligro político. Chicas desde los 16 hasta los 21 años, algunas, una vez atrapadas en ese sistema, podían quedarse allí hasta los 25 años.

Todo invento de la dictadura terminaba siendo un nido de corrupción y una oportunidad de negocio para los corruptos. Parte de las jóvenes que acababan encerradas en los edificios de esta institución eran chicas que se quedaban embarazadas fuera del matrimonio. Repudiadas socialmente, o por sus familias, daban a luz en maternidades del Patronato sin las condiciones médicas e higiénicas mínimas, que incidían en el elevado índice de mortalidad de los recién nacidos en el parto. No siempre las muertes eran reales, a las jóvenes a las que no podían convencer mediante coacción para que dieran a sus hijos en adopción, les decían que sus hijos habían muerto, pero la realidad era que los vendían a familias que podían pagar el precio que se le ponía a la criatura, según testigos, 200.000 pesetas por un niño y 160.000 por una niña.

A pesar de la existencia de este Patronato, que forma parte sin ningún tipo de duda del aparato de represión franquista, en la transición y más allá, su invisibilidad es evidente. Nos tendría que preocupar como sociedad, y mucho, estar ajenos al sufrimiento que marcó a mujeres, que en muchos casos quedan en silencio, víctimas de la represión, sin derecho a la verdad, la justicia y la reparación. Este Patronato no se menciona en la última Ley de Memoria estatal, ni tampoco en el Avantprojecte de Llei de Memòria catalana. Estos centros fueron regentados con extrema crueldad por entidades religiosas como las Oblatas, las Adoratrices, las Trinitarias, las de la Caridad, o las Cruzadas Evangélicas. Estas monjas llevaban estos establecimientos como prisiones de las que sacaban rédito económico. La explotación de las mujeres era una fuente de ingresos para sus congregaciones, unos beneficios nada cristianos y muy inmorales. Explotaban y trataban como esclavas a las mujeres que quedaban bajo su tutela, con una alimentación totalmente deficiente, incluso a las embarazadas hasta el momento del parto. Estas órdenes religiosas también han quedado impunes amparadas por el silencio oficial.

La etimología del Patronato está clara, es el derecho del patrón, que deriva del padre, patriarca, que ejerce el patriarcado, justamente quien explota y propugna la vulnerabilidad de la mujer y que tristemente era perpetuado por mujeres al servicio de Dios. En aquel oscuro agujero si las mujeres no mostraban total sumisión a las monjas, podían acabar en instituciones psiquiátricas del Patronato, siendo sometidas a electroshocks, recibiendo tratamientos neurolépticos e incluso llevando cadenas. Era un agujero negro donde podían desaparecer y no solo metafóricamente.

No siempre eran los padres o las autoridades quienes acababan entregando a las jóvenes al Patronato, algunas personas se erigían en policías de la moral y señalaban ante la Guardia Civil a aquellas chicas que solo querían disfrutar de su juventud con libertad. No infringían las leyes del Código Penal, pero sí aquellas que históricamente han mantenido oprimida a la mujer. Hoy día, con el mismo criterio, la mayoría de nuestras jóvenes serían encerradas en lugares tan abominables por no cumplir con la moralidad de entonces, por el hecho de disfrutar de su libertad y decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y su vida. Este hecho nos tendría que hacer empatizar totalmente con las mujeres que pasaron por el Patronato de Protección a la Mujer y exigir para ellas la reparación y el reconocimiento de su sufrimiento y de su condición de víctimas de vulneración de los derechos humanos y de crímenes de lesa humanidad.


El dissabte 28 d’octubre a les 12 hores a la plaça Sant Jaume, BCN.
 El fosc cau del Patronato de Protección a la Mujer.
#Veritat #Justicia #Reparació

– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios
* Mesa de Catalunya d’Entitats Memorialistes
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