Benaixeve, el pantano de los trabajadores forzados del franquismo

Benaixeve, el pantano de los trabajadores forzados del franquismo
Los represaliados se dedicaban a tareas arduas y recibían una pequeña compensación económica

Por Violeta Tena (El Temps)*

Acabada la guerra civil, la acción represiva del franquismo llevó a 280.000 ciudadanos a prisión. En parte para evitar la superpoblación penitenciaria, en parte para cubrir la creciente demanda de mano de obra de un país destruido, se creó el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo. Miles de represaliados trabajaron en grandes obras en condiciones penosas para obtener beneficios penitenciarios. Alrededor de seiscientos lo hicieron en el pantano de Benaixeve. Acció Ciutadana contra la Impunitat del Franquisme ha impulsado un proyecto para dar a conocer esta realidad.

Ocho casas adosadas forman el carrer de la Muela. Son viviendas unifamiliares de una sola planta, con la puerta en medio de la fachada y dos ventanas a cada lado. Los tejados de uralita, a dos aguas, les confieren una cierta sensación de precariedad. La austeridad de la construcción es la norma en este punto a cuatro kilómetros del núcleo urbano de Benaixeve.

El entorno es cautivador, sin embargo. La tranquilidad es la norma en este lugar de veraneo. Manchas de pino blanco colorean las montañas, en cuyas faldas yace una densa lámina de agua, como una enorme alfombra. El pantano, que recoge el agua del Túria, está al 52% de su capacidad, así que por los márgenes se pueden apreciar las diferentes tonalidades de un suelo que, en circunstancias normales, tendría que estar inundado. Incluso en estas circunstancias, este lago se ve inmenso. Son, en total, 1208 hectáreas de superficie. Aquí, la lluvia cayó con ganas el 29 de octubre, pero no con la ferocidad de otros puntos.

Unos metros cuesta arriba, el rótulo de una señal desvencijada indica la ubicación al recién llegado: “Las colonias”. Quien visite este lugar difícilmente adivinará que, hace ochenta años, se situó aquí un destacamento penitenciario de presos franquistas y que su trabajo fue decisivo para construir este pantano. Cerca de setecientos hombres condenados por la dictadura que, entre 1941 y 1944 vivieron en condiciones precarias desarrollando un trabajo penoso, con la esperanza última de ver reducida su pena. Solo una pequeña placa, en un lugar tan recóndito que resulta invisible, recuerda aquel episodio.

“La construcción del pantano de Benaixeve es el gran emblema de los trabajos forzados durante el franquismo en el País Valencià”, cuenta Lucila Aragó, miembro de Acció Ciutadana contra la Impunitat del Franquisme. Es, además, co-coordinadora de un proyecto de memoria histórica con el que se quiere dar difusión a la realidad que se vivió en este lugar situado en la comarca de Serrans. El título del proyecto es bien claro: “Queda inaugurado este pantano. Trabajos forzados en Benaixeve”. Después de todo, la construcción de embalses fue el gran logro de ingeniería civil del que se vanaglorió el franquismo. Las inauguraciones de estas infraestructuras fueron concebidas, además, como grandes actos de adhesión patriótica.

El proyecto de Acció Ciutadana consiste en un ciclo de mesas redondas y visitas guiadas, así como la preparación de material didáctico para acercar a los jóvenes a una realidad: la de la explotación humana y laboral sobre la que se erigió la dictadura. La primera visita guiada se tenía que haber hecho a principios de noviembre, pero se realizó, finalmente, el 24 de noviembre, mientras que la presentación del material didáctico tuvo lugar el 12 de diciembre en el Col·legi Major Rector Peset.

Todo esto no puede resultar más oportuno. Durante estas últimas semanas, y en el contexto de la Dana y sus terribles consecuencias, no han sido pocas las voces que han alabado a Franco por haber sido el impulsor de diversos pantanos. “La ultraderecha aprovecha cualquier circunstancia para blanquear y reivindicar la figura de Franco. Para divulgar ese relato aprovechan el gran desconocimiento que hay sobre la dictadura”, cuenta Aragó, que espera que este proyecto sirva para combatir esa desmemoria.

A través de “Queda inaugurado este pantano”, Acció Ciutadana quiere arrojar luz sobre un aspecto de la dictadura que permanecía a oscuras. “Existieron varias tipologías de represión. A través del cementerio de Paterna se mostró lo que fueron los asesinatos indiscriminados. Con los trabajos en Albatera, se ha dado a conocer la existencia de los campos de concentración en nuestro territorio. Con este proyecto del pantano de Benaixeve nos gustaría que se tomara conciencia también de la importancia que tuvieron los trabajos forzados como una forma más de ejercer la represión contra la población civil, explica Joan Salazar, arqueólogo, profesor de secundaria y el otro co-coordinador del proyecto.

Desde luego, esta no es una infraestructura en absoluto menor. Este pantano aseguró en su día el riego de 15.000 hectáreas de regadío tradicional en los márgenes del Túria y reconvirtió en regadío otras 15.000 hectáreas más. Fue, por tanto, una obra decisiva para el desarrollo económico de una amplia zona del país. Es de aquí, de hecho, de dónde proviene también el agua de boca de la ciudad de València.

La gran depuración

Como tantas otras zonas oscuras, la de los trabajos forzados es una de las muchas realidades alrededor del franquismo que se han iluminado en los últimos años. La decisión de sacar los restos de Franco del llamado Valle de los Caídos, en cuya construcción tuvieron que trabajar, forzadamente, centenares de represaliados, puso de actualidad el tema hace cuatro años. No fue, ni de lejos, el único lugar en el que esto sucedió.

Al contrario: la dictadura hizo de la explotación de los soldados republicanos y de los ciudadanos encarcelados no afectos al régimen, un puntal sobre el que impulsar la recuperación económica de un país devastado por la guerra. “Obligados a trabajar en unas condiciones infrahumanas, fue la población encarcelada la que ‘levantó’, en buena parte, aquella España famélica y arrasada, sin rastro de ‘rutas imperiales’. Para los presos fue un tiempo de dolor y vejaciones sin límite. Para el régimen y sus afectos, un negocio redondo”, escribe el periodista Isaías Lafuente en “Esclavos por la Patria”, un libro que radiografía y divulga con acierto este fenómeno.

Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de trabajos forzados? No hay que perder de vista que, una vez acabada la guerra, el franquismo inició una intensa política de depuración. Aquella famosa frase según la cual “nada tiene que temer quien no tenga delitos de sangre”, quedó rápidamente obsoleta. Proclamada la victoria franquista, el régimen comenzó una intensa campaña de depuración ideológica. Obreros, caporales, agricultores, artesanos, trabajadores liberales…

En definitiva, cualquiera de quien se sospechara la más mínima desafección era llevado ante los tribunales. La Ley de Responsabilidades Políticas, aprobada en febrero de 1939, dio la necesaria cobertura legal a una campaña sistemática de persecución contra los adversarios políticos que habían sobrevivido a la contienda bélica. Se calcula que, en los años inmediatamente posteriores a la guerra, 270.000 ciudadanos ingresaron en prisión. El resultado fue establecimientos penitenciarios sobresaturados, donde los internos vivían en unas condiciones de salubridad pésimas.

Aquel no era, sin embargo, el único problema que afrontaba la dictadura. Aunque se han hecho diversos recuentos, hay un cierto consenso en que los muertos durante la guerra llegaron a una cifra que se sitúa alrededor del medio millón, en una población que por entonces contaba con cerca de 25 millones de almas. A esto hay que sumarle los 270.000 presos, el centenar de personas que en los años inmediatamente posteriores al final de la guerra fueron fusiladas y el cuarto de millón de exiliados que, se calcula, abandonaron España. Todo esto provocó que la cifra de población laboral en activo se redujera en más de 500.000 personas.

La primera ETT

“Para poder solucionar aquella situación, y también para intentar dar salida a las decenas de miles de personas que se encontraban encarceladas, el régimen franquista decidió utilizar a todos aquellos presos como mano de obra barata -explica el historiador catalán Oriol Dueñas, autor de ‘La gran destrucció: Els danys de la Guerra Civil a Catalunya (1936-1957)’-. Esta solución se concretó en la creación de la llamada redención de penas por el trabajo, que daba la posibilidad de que un preso condenado por algún hecho relacionado con la guerra, pudiera reducir los años de pena a través del trabajo. De este modo, el franquismo consiguió una gran cantidad de trabajadores para utilizarlos en la reconstrucción del país a un precio muy bajo”.

La idea de tal sistema fue atribuida al propio Franco, aunque la autoría real recae en el jesuita José Agustín Pérez del Pulgar, fundador del Instituto Católico de Artes e Industrias. El nombre que se eligió para este sistema no era en absoluto casual. Con el uso de la palabra “redención” había una voluntad manifiesta de envolver aquella perversidad con una pátina religiosa, casi mística.

La propaganda franquista lo vendió como una especie de proceso de sanación moral. Lo manifestó con contundencia el propio dictador: “No es posible, sin tomar precauciones, devolver a la circulación social a elementos dañados, pervertidos, envenenados política y moralmente, porque su reingreso en la comunidad libre y normal de los españoles sin más ni más, representaría un peligro de corrupción y de contagio para todos, a la vez que el fracaso histórico de la victoria conseguida a costa de muchos sacrificios”.

A través del sistema de redención de penas se proporcionó mano de obra barata y dócil tanto a organismos públicos como a compañías privadas que recibían grandes concesiones de obras por parte de la Administración. Llegó a ser, en palabras de Isaías Lafuente, “la primera empresa de trabajo temporal que se implantó en España, convirtiéndose desde el poder en el mayor intermediario laboral que existió hasta bien avanzada la década de los ochenta”. El 1 de enero de 1941, el Patronato de Redención de Penas por el Trabajo, contaba en su fichero fisiotécnico con un total de 103.369 individuos, de los cuales unas 10.000 eran mujeres.

Un depósito tierra adentro

Fue dentro de aquel orden de cosas, que a la construcción del pantano de Benaixeve se destinó un destacamento penitenciario. Las obras hidráulicas fueron una obsesión del gobierno de la República y lo fueron también para el franquismo. El argumento de la “pertinaz sequía” fue utilizado una y mil veces para justificar aquellas inversiones. El mismo abril de 1939, el nuevo gobierno aprobó el Plan de Obras Públicas, que incluía cien grandes obras. Los pantanos eran, sin duda, la niña de los ojos del “Caudillo”.

La construcción de un embalse en el interior de las comarcas de València no era, sin embargo, un anhelo nuevo. Como explica el historiador Ricardo Piñón en “Los ‘políticos’ del destacamento penitenciario de Benagéber (1941-1944)”, la idea se había puesto ya sobre la mesa en 1902, si bien no fue hasta una década más tarde que se optó por situarlo en medio del curso del Túria y más concretamente en el municipio de Benaixeve. El objetivo era asegurar el abastecimiento de agua para el Camp de Túria y la Serranía, así como regular las avenidas de agua del río a su paso por València.

Pantano Blasco Ibáñez fue el nombre elegido en primer lugar. Los trámites administrativos acabaron encadenando retrasos, modificaciones y consecutivas aprobaciones. El 2 de junio de 1936 las obras fueron adjudicadas a Portolés y Compañía SL, una concesionaria con experiencia en el mundo de la ingeniería hidráulica. Sobre el plano era una obra gigantesca: con sus 106 metros de altura, estaba llamada a ser la presa de mayor altura hecha hasta entonces en el Estado. En total ocupaba 1.208 hectáreas en las que se podrían almacenar 225 hectómetros cúbicos de agua.

Entre la espada y la pared

La guerra, sin embargo, lo paralizó todo y las primeras tareas no se reiniciaron hasta 1940. El reto era mayúsculo y Portolés y Compañía vieron en los presos del franquismo una oportunidad de abaratar costes. Según el historiador Ricardo Piñón, el destacamento penitenciario de Benaixeve entró en funcionamiento en el año 1941 y hasta su cierre repentino, el 6 de octubre de 1944, por allí pasaron más de seiscientos represaliados.

Las obras para levantar el pantano se iniciaron en 1940. Fue inaugurado por Franco en 1952.

Para muchos de los que estaban hacinados en las prisiones franquistas, era una ocasión de evitar la vida de reclusión. Las condiciones, sin embargo, eran durísimas y faltas de los más mínimos requisitos de seguridad laboral: excavaban los lechos, desescombraban y trasladaban los restos con animales, barrenaban en lugares imposibles, alzaban los edificios de los servicios… En el caso de Benaixeve consta la muerte de un total de dieciocho trabajadores.

Para los que optaban por acogerse a los trabajos forzados -y, además eran seleccionados por Portolés y Compañía- estaba el incentivo de reducir la pena de prisión y también una remuneración económica de dos pesetas por día de trabajo. Ahora bien, al preso solamente se le entregaban 50 céntimos y todo el resto se destinaba al Estado y a cubrir la manutención. Si el hombre estaba casado, la paga se aumentaba en dos pesetas y en una peseta por cada hijo. “El trabajo que hicieron los presos en ese primer periodo fue un trabajo forzado sin ningún tipo de matiz”, argumenta Isaías Lafuente en “Esclavos por la patria”, donde recuerda que el salario diario medio de la época se situaba entre las 10 y las 14 pesetas. Muchos presos optaban por duplicar las jornadas para conseguir un dinero extra para sus familias.

¿Se podría hablar de un régimen de esclavitud? “En Andalucía -explica Joan Salazar, de Acció Ciutadana contra la Impunitat del Franquisme– sí que hablan de esclavitud en las llamadas Obras del Canal. Nosotros hablamos de trabajos forzados, porque no hay que olvidar que los presos lo eran después de pasar por un juicio que era una farsa. Quizá no le llamamos esclavitud pero está muy próximo.

“A estas alturas es muy difícil obtener testimonios orales, pero no resulta en absoluto exagerado decir que las condiciones de vida aquí fueron muy duras”, explica Lucila Aragó, mientras pasea por el llamado Albergue de Solteros.

Los presos no estuvieron solos en aquella presa. En ella trabajaron también muchos otros centenares de obreros que, hasta la inauguración del embalse en el año 1952, constituyeron una especie de poblado donde llegaron a vivir un millar de personas. De todas aquellas construcciones, algunas son hoy día casas de veraneo. Otras están en estado de ruina.

El escudo franquista presente en las instalaciones del pantano. Fue retirado hace ocho años.

Pero no así el espacio que acogió el destacamento penitenciario, que estaba algo alejado de donde residían los trabajadores y que ha pasado de ser una única estancia a una veintena de adosados.

La salida de los trabajadores forzosos fue, de hecho, extrañamente precipitada y coincidió, en octubre de 1944, con el final de la Segunda Guerra Mundial y el intento -fallido- de invasión por el Pirineo a través de la Vall d’Aran. El miedo instalado en el régimen y la certeza de que por aquellas montañas de Serrans corrían los maquis, aconsejaron retirar aquella colonia penitenciaria.

En el año 1952, el pantano de Benaixeve, por entonces llamado “del Generalísimo” quedó inaugurado por el propio dictador. Hasta no hace muchos años, un enorme escudo con el águila franquista, daba la bienvenida a los visitantes del pantano. Un ejemplo de hasta que punto el franquismo lo ha impregnado todo durante demasiado tiempo, sin que las víctimas directas hayan sido debidamente reconocidas y reparadas. Al menos hasta ahora.

Nota original: Benaixeve, el pantà dels treballadors forçats del franquisme.
– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios.

Comparte este artículo, tus amig@s lo agradecerán…
Mastodon: @LQSomos@nobigtech.es; Bluesky: LQSomos;
Telegram: LoQueSomosWeb; Twitter (X): @LQSomos;
Facebook: LoQueSomos; Instagram: LoQueSomos;

LQSomos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar