Bill Gates y sus medias verdades
Por Luis Bonilla-Molina*. LQSomos.
Un culpable para los efectos negativos de la transformación digital
El cuco pone los huevos en el nido de la urraca
Últimamente me ocurre, cuando escucho o leo a Bill Gates, que mi mente relacional me trae a la memoria a Randle McMurphy, el personaje de la película dirigida por el checoslovaco Milos Forman. McMurphy nadando entre dos aguas, las de la rebeldía y la sumisión, finge locura en un espacio panóptico orientado por las premisas foucaultianas de vigilar y castigar, siendo llevado por las circunstancias a imitar la ruptura de la apatía ciudadana, empalmando con los miedos y emociones de sus colegas, para intentar escapar del manicomio en el que él mismo se recluyó.
Cada frase de Bill Gates está pensada con lógica mercantil, ponderando los efectos de las mismas en sus acciones y ganancias futuras. En eso se distancia del humanismo subyacente en Randle el personaje fílmico, pues Gates, aun cuando intenta darnos lecciones éticas, su moral es la del mercado. Como todo empresario exitoso, ha adquirido las dotes de alquimista que le permite empalmar con el sentido común ciudadano y convertir nuestras ideas y acciones en decisiones respecto a opciones de mercancías.
Por ello, sorprende que las declaraciones de Gates empiecen a ser multiplicadas por docentes y pensadores críticos como evidencias que sus puntos de vista en materia tecnológica están respaldados por un referente en el área. Bill Gates, líder de una de las once empresas que durante el Apagón Pedagógico Global (APG) de 2020 lograron sumar 3.2 billones de dólares de ganancias, mientras el mundo presenciaba atolondrado la puesta en marcha de un nuevo modelo de privatización, estandarización, mercantilización, estratificación y desterritorialización educativa, declaraba en entrevista[2] publicada el 27 de abril de 2023, que la primera profesión en desaparecer sería la del maestro reemplazada por la Inteligencia Artificial. A esto se suman las declaraciones de Geoffrey Hinton uno de los ex – CEO de Google, empresa de Gates, respecto a sus temores ante el actual desarrollo de la IA.
Veamos en un marco más amplio la razón de estas declaraciones
¿Por qué Gates culpa a la Inteligencia Artificial de la desaparición de la profesión docente y, Hinton hace mea culpa?
Estas declaraciones tenemos que valorarlas en una lógica de disputa de mercados tecnológicos en la coyuntura y de aspiración estratégica de la industria de los algoritmos.
Microsoft y Google van detrás de la carrera por la Inteligencia Artificial, ante la delantera que les ha tomado OpenAI, la empresa lideradas por Elon Musk y Sam Altman, esto ha colocado a la defensiva a los gigantes de la programación y uno de los buscadores en internet más usado. Las declaraciones procuran generar pánico y resistencias que limiten la adquisición y suscripción a plataformas como ChatGPT, intentando ganar tiempo para que Google y Microsoft logren desarrollos que impidan que OpenAI monopolice el mercado de la inteligencia artificial.
Pero además, Gates quien durante los últimos años viene presentando a las instituciones educativas y docentes como utilería y personajes del parque jurásico de los sistemas escolares presenciales, con la afirmación de caducidad de la profesión docente, usa su prestigio y capacidad comunicacional como influencer para seguir construyendo hegemonía sobre la “inevitabilidad” de la educación virtual asistida por inteligencia artificial.
Y es que no es fácil que la ciudadanía del orbe asimile la idea de una sociedad sin las escuelas, bachilleratos y universidades presenciales, a las que entendemos como parte de la arquitectura social moderna. Por ello, no pierden oportunidad para ir sembrando la semilla del “pase inevitable” de la presencialidad a la virtualidad.
De hecho, cuando desde 2015 denunciamos la posibilidad de un Apagón Pedagógico Global (APG) que no era otra cosa que el paso abrupto a la virtualidad a escala planetaria, en un mismo tiempo histórico, con el propósito de alfabetizarnos en lo virtual-digital, para la mayoría de colegas esta posibilidad les parecía imposible que ocurriera y tuvo que llegar la pandemia para que millones de docentes y estudiantes transitaran el ABC de la conexión virtual, el uso de plataformas, la mediación digital en los aprendizajes; eso lo saben las corporaciones tecnológicas y no pierden oportunidad para introducir en el colectivo social la imagen de un sistema educativo no presencial. “Tanto va el cántaro a la fuente hasta que la rompe” dice el adagio popular.
Gates y las corporaciones tecnológicas, cual corsarios del siglo XXI, ven el presupuesto para la nómina docente, infraestructura, dotación de equipos y materiales y actualización tecnológica, asignados a los sistemas escolares, cuyo monto según los países van del 3% al 12% del PIB, como un botín al cual asaltar, sacando a los docentes de la ecuación y sustituyéndoles por Inteligencia Artificial y otras mercancías algorítmicas.
Por supuesto, que esto tiene su base en una epistemología del aprendizaje derivado de tendencias instrumentales de la neurociencia, que igualan el cerebro a una máquina y el aprendizaje a suministro de datos, como si el saber humano y el conocimiento científico no tuvieran un enorme componente emocional, afectivo y experencial.
Todo ello tiene que ver con lo que Berardi (2019, p.170) describe como “implicaciones automáticas de agentes humanos reducidos a funciones meramente operacionales”. Hoy la mayoría de estudiantes y docentes tienen dificultades para explicar las leyes científicas y procesos de los equipos tecnológicos que usan, no por defecto del sistema escolar y las universidades, sino porque el neoliberaismo logró instrumentalizar el saber, construyendo en las escuelas y universidades el sentido común del operario.
Ciertamente, necesitamos regular socialmente el uso y la creación de inteligencias artificiales, sobre todo para despojarlas de la pretensión de asumirse como lugares de enunciación de la verdad, pero la mea culpa de Hinton no va acompañada de caminos alternativos, de opciones de trabajo que permitan repensar la orientación estratégica de los algoritmos, sino de una narrativa que convoca a la parálisis, el temor y pretende dotar de “autoridad ética” a quienes llaman a parar porque se quedaron atrás en la carrera tecnológica, los mismos que nos venderán chatarra algorítmica cuando estén en la punta de las innovaciones.
China: ¿La estalinización del capitalismo o el fascismo del imperialismo asiático emergente?
Hoy vi un video en tik tok, preparado por la influencer Ana Karen Ramírez (@anaqueenmaker) en el cual muestra algunos de los usos que está dando China a la Inteligencia Artificial, el reconocimiento biométrico facial, los análisis de metadatos y los bloques de datos en su sistema escolar.
Esto no es nuevo, en la Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial, realizada en ese país en el año 2019, las autoridades del gigante asiático mostraron el papel que le estaban otorgando a esas herramientas para controlar, medir y tomar decisiones sobre el rendimiento real de los y las estudiantes en las aulas, con fines de mejorar el sistema escolar y disminuir costes, al retirar de las universidades aquellos estudiantes con bajo nivel de concentración y atención en las aulas.
El video de Ramírez muestra como a los y las estudiantes se les coloca una banda electrónica en la frente y alrededor de la cabeza, que permite saber si está poniendo o no atención a la clase que se imparte, midiendo los niveles de concentración, cuya lectura algorítmica es enviada en tiempo real a profesores, familias y autoridades educativas, para alimentar los procesos de toma de decisión. También muestra los robots dentro de las aulas que monitorean la salud de quienes están en clases, así como las interacciones que ocurren allí. Además, menciona que los uniformes de los niños, niñas y jóvenes tienen chip, o internet de las cosas, que permite saber dónde está cada estudiante.
Este uso orweliano del algoritmo y la inteligencia artificial le quita al docente su capacidad de valoración subjetiva de los y las estudiantes, de empatía emocional, convirtiendo cada acto en las aulas en un simple dato, eso sí con consecuencias inmediatas sobre la permanencia y la inclusión. Ese no es el uso que consideramos se debe dar a la IA, mucho menos porque sabemos que es un modelo transicional a la desaparición de la escuela pública presencial, aunque ello aún no aparezca expresado de manera nítida y concreta en las políticas públicas de ese gobierno
El uso para fines de control y como indicador de inversión educativa de la IA por parte del gobierno chino, nos lleva a preguntarnos si estamos en presencia de una estalinización del capitalismo de ese país o ante el surgimiento del fascismo en el imperialismo asiático emergente. En cualquier caso, como lo ha expresado su líder Xi Pin en el Foro Mundial de Davos (2022), China aspira a que la economía mundial sea orientada por la Organización Mundial de Comercio (OMC), la cual tiene como eje en materia educativa la transformación digital capitalista, que conduce a la disolución de las instituciones educativas presenciales. Por lo tanto, a nivel estratégico lo que hace China y lo que dice Bill Gates terminan coincidiendo, solo se diferencian en el número de cuenta en la cual caerán las ganancias por semejante despropósito.
La UNESCO en el juego de las máscaras
Es terrible el giro de la UNESCO de las últimas tres décadas. Si bien UNESCO forma parte del acuerdo de gobernabilidad que emanó de la segunda guerra mundial y es el rostro educativo del Tratado de Bretton Woods y el Consenso de Washington, es innegable que hasta la llegada del neoliberalismo el organismo multilateral estaba revestido de una aureola de pluralidad y defensa de la educación. Muchas veces coincidimos en agendas y reivindicaciones, otras no tanto.
Pero lo que ha ocurrido en el último periodo es digno de una “historia crítica de la UNESCO” proyecto en el cual estamos embarcados. La Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES2022) realizada en Barcelona, España, fue la culminación de un lenta pero sostenida subordinación de UNESCO a los designios de las Bancas de Desarrollo, la OMC, las grandes financieras globales y la agenda de Davos, como se evidenció en los debates de micro acreditación, transformación digital e Inteligencia Artificial.
Lo que queda claro a estas alturas, es que no podemos buscar en UNESCO lo alternativo, sino el discurso más refinado de hegemonía del capital en materia educativa.
Necesitamos derrotar el pesimismo intelectual
Un fantasma recorre la academia y parte importante de la intelectualidad mundial. Son décadas diciendo que el capitalismo está en “crisis terminal”, que está “a punto de caer” y viene “una sociedad de justicia social”, mientras que en la realidad el capitalismo y su ideología están más fuertes que nunca, destruyendo la vida en el planeta, generando involución de conquistas sociales como la jubilaciones, pensiones y 8 horas de trabajo. Tal vez esta oscilación epiléptica causa desánimo, pero la intelectualidad es guardiana de la esperanza razonada, de la utopía fundamentada del provenir.
Este pesimismo intelectual se ha expandido con la llegada del neoliberalismo, la caída de la URSS y el paradigma del fin de la historia, y quienes hemos logrado escapar de sus oscuras garras no terminamos de recuperar la esperanza de las décadas precedentes.
Esto adquiere un matiz dramático en materia de transformación digital, imperio de los algoritmos e inteligencia artificial, donde pareciera que la dicotomía es mirar para otro lado o sentirnos inevitablemente aplastados por el cambio de énfasis tecnológico.
Urge recuperar la capacidad de la intelectualidad crítica para situarnos de manera propositiva y alternativa frente a la ofensiva del capital para imponer un modo único de entender la aceleración de la innovación.
Lo digital-virtual y la Inteligencia Artificial como actividades en disputa
Recuperar la esperanza pasa por entender lo nuevo en materia tecnológica como un campo de disputa, como un terreno donde debemos pensar lo alternativo para las mayorías ciudadanas, para la clase trabajadora, para los pobres de la tierra. Despojar lo nuevo de la voracidad del capital que quiere convertirnos en simples mercancías compradoras. Por ello me atrevo a pensar una agenda mínima de trabajo, debate y lucha:
1.- Debate sobre la imposibilidad de colocar la IA como lugar de enunciación de la verdad. Desde la filosofía política y las pedagogías
2.- Conformación de equipos para desarrollar taxonomías para plataformas virtuales que resulten apropiadas para fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y el paradigma emancipatorio. Las taxonomías son el punto de partida `para los programadores y las estructuras algorítmicas, así como para la IA
3.- Repensar los sistemas escolares y las dinámicas pedagógicas para la educación presencial en un contexto de inusitada aceleración de la innovación:
4.- Políticas públicas para la justicia social, la inclusión y la autonomía en un contexto de transformación digital, emerger de lo virtual, irrupción de las IA y expansión de los algoritmos;
5.- El mundo del trabajo y las garantías sociales en la sociedad del internet de las cosas,
Desde el Estado ello comienza con dos pequeños pasos: a) Internet gratuito y de ancha banda para todos y todas y b) universalización del acceso a aparatos y equipos de conexión remota
¿Nos juntamos para ello?
Lista de referencia:
– Berardi, B (2019) Futurabilidad: la era de la impotencia y el horizonte de la pluralidad. Ediciones La Caja Negra. Argentina
– Forman, M (1975) Alguien voló sobre el nido del cuco.
– Gates, B (2023) Esta es la profesión que primero desaparecerá con la llegada de la inteligencia artificial, según Bill Gates”
– Hinton, G (2023) El padre de la inteligencia artificial reconoce que cometió un error y ahora habla d sus temores ante las IA
– Ramírez, A.K (2023) En China la inteligencia artificial llegó hasta los salones
* Doctor en Ciencias Pedagógicas. https://luisbonillamolina.com
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