Bogotá, la cárcel de los horrores
Por Javier Sáenz Munilla*
Fosas comunes, cadáveres disueltos en clorhídrico, fábrica de embutidos de carne humana
El humor sirve, a veces, para poder convivir con el horror. Los mismos colombianos crearon y usan aun el término ‘Locombia’ para llamar, medio en serio, medio en broma, a su país. Su historia, y no sólo la reciente, está llena de horrores. Lo que acabamos de saber sobre la Cárcel Modelo de Bogotá, es uno más. Y se inscribe en la horrible guerra de las sucesivas oligarquías colombianas contra la mayoría, por lo demás pobre, de este país. Ni García Márquez ni el resto de los autores del bum latinoamericano se inventaron nada. El realismo mágico existe.
Un tipejo llamado William Gacharná, llegó a Director de la Cárcel Modelo de Bogotá y permaneció en el cargo entre 1998 y 2003. Presidía el país un tal Andrés Pastrana. Los paramilitares asesinaban a mansalva. También en el interior de esa prisión, donde hacían de su capa un sayo. ¿Y eso cómo? Porque el señor Gacharná no hizo nada para impedirlo, ya que accedió al cargo gracias al visto bueno del capo paramilitar Jesús Pimiento, alias Juancho Diablo, quien dio su preceptivo visto bueno. Willian Gacharná se hizo acompañar de varios funcionarios de confianza, también con el visto bueno del paraco. Y sucedió lo que tenía que suceder.
“Lastimosamente, no hicimos nada”, dice como para atenuar su culpa. Pero él cobraba todos los meses de las AUC, Autodefensas Unidas de Colombia, el cartel narcoparamilitar que hacía de las suyas por todo el país, con el consentimiento de gobiernos y fuerzas policiales y militares. William Gacharná recibía, además, primas especiales, de hasta 3 millones de pesos por dejar ingresar en la prisión armas o permitir el ingreso de paramilitares para efectuar sus crímenes.
El nombramiento del tipejo hizo que la Modelo quedara bajo del control de los paramilitares. Se inició una guerra interna, ya que los guerrilleros presos, principales víctimas de las matanzas paramilitares, se armaron también para defenderse. Finalmente, patios y celdas quedaron bajo control absoluto de los paracos dirigidos por el capo Miguel Arroyave y sus compinches en la dirección de los temibles Bloque Centauros y Bloque Capital. Este último bloque contaba con la jefatura del Vicepresidente de Colombia, Francisco, Pachito, Santos durante el mandato del Presidente de Colombia y presunto paramilitar Álvaro Uribe Vélez.
A esto es a lo que el Presidente Gustavo Petro intenta poner fin, mediante su programa denominado Paz Total. Y la oligarquía colombiana sigue poniendo peros, intereses particulares, por delante. Ojalá Petro lo consiga.
* Miembro del Colectivo LoQueSomos. En Twitter: @pepitorias
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