Adiós, Melanie: cantautora, rockera y pionera

Adiós, Melanie: cantautora, rockera y pionera

Por Mariano Muniesa

La pasada semana se dio a conocer la noticia de la muerte de Melanie, una cantautora rockera pionera en el empoderamiento de la mujer en la música en los años 60, que fue una de las protagonistas del festival de Woodstock’ 69 y que siempre me gustó, por esa voz ronca y dylaniana, así como por su sensibilidad

Melanie: una lágrima en la hierba de Woodstock

Melanie Anne Safka-Schekeryk, para la posteridad simplemente Melanie, falleció esta semana, pocos días antes de que cumpliera, tal día como hoy, 3 de febrero, 77 años. “Mamá pasó pacíficamente de este mundo al otro”, decía una publicación en su página de Facebook, firmada por sus tres hijos, Leilah, Jeordie y Beau Jarred. No se citaron ni la causa de la muerte ni el lugar.

“Era una de las mujeres más talentosas, fuertes y apasionadas de su época y cada palabra que escribió, cada canción, cada nota que cantaba lo reflejó. Nuestro mundo es mucho más oscuro, los colores de un Tennessee lúgubre y lluvioso palidecen con su ausencia hoy, pero sabemos que ella todavía está aquí, sonriéndonos a todos nosotros, a todos vosotros, desde las estrellas”.

Prometiendo que muy pronto se anunciará un evento conmemorativo público en homenaje a su memoria, concluyeron diciendo: “Gracias a todos por vuestro amor, significó mucho para ella”.

Con toda sinceridad, recordando sus canciones, escuchando ahora mismo su voz y esa tenue guitarra que siempre la acompañaba, no puedo evitar que se me asome una cierta emoción a la garganta. No fue nunca una rock star, ni llegó tampoco a ser una artista que a nivel de ventas de discos de ni popularidad estuviera en los niveles de una Janis Joplin, una Joan Baez o una Tina Turner. En ese ámbito pudo estar en una situación paralela a una Joni Mitchell o una Carole King, o si buscamos referentes más cercanos, a una Sheryl Crow o una Meredith Brooks.

Pero fue una cantautora rockera y una compositora de extraordinaria sensibilidad que formó parte de todo lo que fue el gran cambio cultural y por ende musical de los años 60 y de la que pocas veces se ha puesto en valor un hito muy a tener cuenta. Fue una de las mujeres que participó en el Festival de Woodstock de 1969, – junto a Joan Baez, la única mujer que actuó como artista en solitario, no como cantante de una banda – un momento grande como pocos en la música popular contemporánea, pero en el que esa mujer empoderada, autónoma, autoafirmada que hoy se abre camino y conquista día a día colectivamente territorios que parecían reservados en exclusiva a los hombres, estaba muy lejos de llegar siquiera a ser un ideal, una aspiración mínimamente realista en un mundo tan masculinizado como el del rock en 1969.

Una significativa anécdota de las muchas que Melania vivió en aquellos legendarios días de agosto en la granja de Max Yasgur en Bethel. Empezó a llover poco antes de que le tocara subir al escenario, y más tarde diría que ver a la gente entre la multitud encendiendo velas en la lluvia la inspiró a escribir “Lay Down (Candles in the Rain)”, que grabó con los Edwin Hawkins Singers. Lanzada en 1970 dentro del álbum del mismo título, se convirtió en su primer éxito, alcanzando el nº6 en el Billboard Hot 100.

En aquel verano de Woodstock’69 Melanie había conseguido el éxito internacional y llegó a sonar frecuentemente en la radio gracias a uno de los singles que se extrajeron de su segundo álbum de estudio homónimo. Ese sencillo, que por supuesto interpretó en el festival, era “Beautiful People”, una canción de la que muy poca gente conoció en su día su significado real y que la gran mayoría del público pensó que, al conocerse a través de Woodstock, era una más de esas odas hippies a la hermandad, la amistad y el amor entre hermanos y hermanas tan característico de la época, pero que estaba muy lejos de ser tal.

Más todavía, como correspondía también al espíritu contestatario de la época, “Beautiful People”, sin llegar a los extremos de mordacidad de Marilyn Manson en los años 90, era una crítica casi más que al clasismo, a lo que hoy llamamos postureo o hipocresía de las sociedades anglosajonas, en las que cualquiera que consigue un relativo éxito en cualquier ámbito, se cree algo parecido a un aristócrata. “Gente guapa / vivís en el mismo mundo que yo / pero por alguna razón nunca me di cuenta / gente guapa / compartimos la misma puerta de atrás / y no es correcto / gente guapa / montáis en el mismo metro / como yo cada mañana / eso debería deciros algo / tenemos mucho en común / voy en la misma dirección que vosotros”, decía un fragmento de la letra.

No obstante, su mayor éxito a nivel de ventas tardó en llegar. Cuando ya poca gente se acordaba de los días de paz y amor de Woodstock, en 1971 logró romper los rankings gracias a una canción que sin embargo, la historia que la inspiró suponía un amargo y desagradable recuerdo para ella. La canción la que hablamos, “Brand New Key”, el gran clásico de Melanie, podría no haber sido concebido nunca de no ser por una parada improvisada en un McDonald’s tras salir de una consulta médica.

Vegetariana en ese momento, Melanie acababa de pasar por un ayuno de “limpieza espiritual” en el que no consumió nada más que agua destilada durante varios días, según dijo en 2021 en una entrevista con el periódico The Tennessean en Nashville, donde vivía en ese momento. Estaba tan debilitada por el hambre que llegó a tener alucinaciones y un doctor le recomendó que comiera carne para fortalecerse y reponer vitaminas y proteínas.

Así que en contra de su intención, entró con su marido, Peter Schekeryk, en uno de los famosos restaurantes de comida basura. “Apenas terminé el último bocado de hamburguesa y nos subimos a la ranchera” -le dijo al periódico- “escribí “Brand New Key”. Se me acababa de ocurrir. Llevaba conmigo una guitarra, y cuando mi marido, que era productor, me escuchó cantar, paró el motor y me dijo: “¿Qué es eso?” Y yo le respondí: “Oh, una canción tonta. Solo estoy jugando, a ver que sale”. “No, no, ¡haz esa parte otra vez!’ me dijo casi gritando. Lo hice y él exclamó: “Melanie, ¡acabas de parir un éxito!”. Su voz era ronca y tosca, en cierto sentido parecida a la de Bob Dylan o Rod Stewart y se dice que Bonnie Tyler la copió descaradamente. Cuando se la escucha cantar en el álbum de 1970 antedicho, ‘Candles In The Rain’, otro de los temas que logró más repercusión, en “Look What They´ve Done With My Song, Ma”, parece la viva encarnación de Edith Piaf, tal vez en parte porque parte de la letra está cantada en francés. Pero esa misma sensación de amargor y ternura, de descarnada madurez con destellos de inocencia infantil que transmitía su voz, los ecos del Greenwich Village bohemio y dylaniano en los que se forjó como artista, siempre fue realmente conmovedora.

Melanie se ha ido. Se ha ido a ese mundo que todos querríamos creer que de alguna forma existe. Al menos, siempre nos queda la música y aquellas velas desafiando la lluvia de Woodstock.

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