Cada uno en su lugar
Existen tres grupos diferentes que comportan el producto total de la nación: la materia prima de producción, los salarios del trabajo y los beneficios del capital. Constituyen el ingreso de tres clases diferentes de personas según que vivan de la renta, los salarios o de los beneficios. Las tres grandes clases sociales de toda sociedad civil.
La primera de estos tres tipos, está estricta e inseparablemente relacionada con el interés general. Todo lo que favorezca u obstaculice al primero, favorece o perjudica necesariamente al segundo. Esta primera clase es la única cuyo ingreso no les cuesta ni trabajo, ni preocupaciones, llegaron a sus manos de forma espontánea, sin necesidad de elaborar un plan o proyecto con tal objetivo. La aparente indolencia por la posesión de las materias primas es irreal, porque a su vez los hace tener la seguridad de prever y comprender las consecuencias de cualquier reglamentación pública, sólo controlando la producción.
El interés de la segunda clase, quienes viven de su salario, altos cuando la demanda de trabajo sube continuamente. Cuando la riqueza real de la sociedad se estanca, pretenden que sus salarios queden reducidos apenas para mantener a la familia. Cuando la sociedad está en crisis, los salarios incluso bajan más. Pasando de un empleo ventajoso a otro de indigencia, pretendiendo lograr que el producto final sea más competitivo, igualándose con los extranjeros, pero el margen del beneficio es considerablemente mayor, esta segunda clase realmente es el sostén de la sociedad, sobre ella es la fluctuación. En las deliberaciones públicas su voz es poco escuchada y mucho menos atendida, salvo en algunas ocasiones especiales, cuando sus reclamaciones son aprobadas y apoyadas por sus jefes, aunque no en defensa de su interés sino el de ellos, como recientemente ha ocurrido con la minería, siderurgia y astilleros.
La tercera categoría, los empleadores o capitalistas que conforman el Capital, quienes viven del beneficio. Planean, regulan y dirigen las operaciones del trabajo, con un único fin, el beneficio. Al contrario que las dos clases anteriores, sus beneficios no aumenta con el progreso ni decae con la depresión de la sociedad, ellos lo regulan, no actúan en interés de la sociedad, pero son los que controlan a las clases primera y segunda, su único interés es ampliar el mercado y reducir la competencia, haciéndonos creer que actúan en favor del interés general, cuando realmente este coincide con el suyo únicamente.
Muchos aun no comprenden que no debemos de creer en el espejismo de la buena fe de los capitalistas como protectores de sus asalariados, realmente son depredadores cuyos intereses nunca coinciden exactamente con la sociedad, solo tiene interés en engañar y oprimir a la comunidad donde radica.
Los asalariados estamos a su merced, debemos de exigir trabajo digno, bienestar social, seguridad en la jubilación, la sanidad, la educación y en la justicia, control de luz, agua, gas para nuestras necesidades, transporte público eficaz y barato, así como abolición de los préstamos de usura practicado por la banca para la primera vivienda, no suntuaria. Debemos de elegir y exigir a nuestros representantes dicho control, en lugar de someterse a los especuladores. Ese es nuestro lugar para el futuro de nuestros hijos.
Bibliografía: “La riqueza de las Naciones”, Adam Smith