Campo de concentración de Torremolinos
Maryssa Ruiz*. LQSomos. Agosto 2017
En Torremolinos (Málaga) se situó un campo de concentración franquista por el que pasaron más de 4.000 presos republicanos entre 1938 y 1939. Estos hombres fueron torturados sin piedad y muchos perdieron la vida intentando escapar, pero los que quedaban en dicha prisión no tuvieron un mejor destino.
La vida de los presos en este lugar era realmente deplorable, vivían hacinados a la intemperie a merced de las condiciones meteorológica, s excavaban hoyos para refugiarse de las lluvias y el viento prefiriendo enterrarse para soportar el frío que permanecer al raso, no tenían letrinas y hacían sus necesidades donde residían produciendo este hecho la aparición de enfermedades infecciosas que fueron las culpables de la muerte de muchos de ellos.
Estos esclavos, los que no murieron a causa de enfermedades o de las fuertes palizas que les propiciaba la guardia franquista, sobrevivieron más de un año rodeados por una alambrada, vigilados las 24 horas sin poder cobijarse en ningún lugar y recibiendo como alimento chuscos de pan duro y agua corrompida que provocaba vómitos continuos e intoxicaciones.
Muchos vecinos del lugar que se percataron de la situación de estos presos y de las condiciones en las que estaban viviendo se rebelaron contra tan suprema injusticia, cada día se acercaban a este lugar y entre los alambres de espino les llevaban comida y agua, les entregaban mantas y ropa para que no pasaran frío, intentaban con su ayuda aminorar el calvario que sufrían sin motivo, un calvario que fue creado por un Régimen que atentó contra los derechos civiles creando la peor etapa que ha sufrido España y que dio como resultado la desaparición de la democracia, una democracia que a fecha de hoy aun no se ha conseguido recuperar.
Franco utilizó a estos presos para empezar a construir las pistas del aeropuerto de Málaga y fue inmensa la labor que llevaron a cabo sufriendo las órdenes de verdaderos psicópatas y criminales que utilizaban las palizas para aumentar el ritmo de trabajo. Cuando algún preso caía enfermo y no podía desempeñar las tareas que se le asignaba, en vez de ofrecer servicios médicos lo fusilaban sin más y arrojaban su cuerpo a cualquier fosa sin miramiento alguno.
Este campo no era del agrado del Régimen pues al poseer muy poca seguridad era necesario el servicio de muchos guardias, y por ello se trasladaron los prisioneros a otras cárceles así como a diversos batallones de trabajadores y colonias penitenciarias militarizadas quedando este lugar totalmente destrozado y despoblado.
El campo de concentración de Torremolinos, a pesar de ser casi desconocido y de que los gobiernos malagueños hayan negado su existencia aún con pruebas contundentes de que si existió, es otro ejemplo de ese afán absurdo y dañino de control de un ser sin escrúpulos que se encargó de hacer de este país una tumba de huesos de inocentes y el oasis de los corruptos que aun nos siguen gobernando.