Capablanca: el «Mozart» del ajedrez

Capablanca: el «Mozart» del ajedrez

Pedro Ríoseco*. LQS. Enero 2021

Por su genio precoz, fue apodado «el Mozart del ajedrez»… No abundaban los torneos internacionales entonces y su debut en ellos ocurrió en 1911, en la ciudad vasca de San Sebastián, donde se alzó con el primer lugar en solitario

El genial ajedrecista cubano José Raúl Capablanca y Graupera marcó un hito en su época y aún es admirado, pues su nombre está entre las glorias del llamado juego ciencia, del cual fue campeón mundial desde 1921 hasta 1927 y, por su aura de invencibilidad, se le llamó «la máquina del ajedrez».

Nacido el 19 de noviembre de 1888, en La Habana, aprendió a jugar al ajedrez a los cuatro años, observando la técnica de su padre y, en 1902, con solo 14 años, participó en el primer campeonato nacional cubano de ajedrez, clasificándose en cuarta posición.

A partir de entonces tomó parte en diversas competiciones que le llevaron a recorrer Europa y Estados Unidos. Entre 1912 y 1915 publicó una revista de ajedrez en La Habana. Durante la Primera Guerra Mundial permaneció en Nueva York, donde ganó varios torneos entre 1915 y 1918.

Capablanca y Lasker

Venció en el campeonato mundial en 1921, tras derrotar en La Habana a Emanuel Lasker, quien llevaba 27 años como monarca. Ese mismo año publicó su obra Fundamentos del ajedrez, y contrajo matrimonio en la capital cubana. Capablanca continuó compitiendo y dominó, entre otros torneos, en el New York International, en 1927. Ese año perdió su título mundial, en Buenos Aires, frente al ruso Alexander Alekhine, quien nunca le quiso dar la revancha.

Por su genio precoz, fue apodado «el Mozart del ajedrez». En su intensa vida ejerció como embajador de Cuba. Falleció en Nueva York, el 8 de marzo de 1942, a los 53 años, por un ataque cardíaco, en el Club de Ajedrez de Manhattan. Sus restos descansan en La Habana.

Su mayor sesión de partidas simultáneas, según reveló en entrevista al diario español ABC, fue en febrero de 1922, en Cleveland. «Jugué yo solo contra 103 jugadores. Gané 102 partidas, y una quedó en tablas. Pero aquello fue una casualidad. Estaba allí representando todo Ohio, y había jugadores de todas clases, fue muy interesante».

Agregó que «viajé a los Estados Unidos, para aprender, en la Universidad de Columbia, la carrera de ingeniero mecánico y luego químico y, por disgustos que tuve, familiares, en el año 1908, yo, que había jugado aquí varias veces y observé que siempre ganaba, me dediqué de lleno al ajedrez, y pronto gané al campeón americano» (la contundente victoria sobre el titular de ese país, Frank J. Marshall, fue por 8-1, con 14 tablas).

«Entre los años 1908 y 1918 es cuando yo intensifiqué más mi juego», acotó.

No abundaban los torneos internacionales entonces y su debut en ellos ocurrió en 1911, en la ciudad vasca de San Sebastián, donde se alzó con el primer lugar en solitario. Se mantuvo ocho años invicto, entre 1916 y 1924.

Sobre si es difícil el ajedrez, Capablanca respondió: «Muy difícil, pero no es tan complicado como la gente cree. Claro que hay que aprenderlo con un maestro y estudiarlo con libros, pero llega un momento en que, terminada la técnica, queda solamente la parte personal de cada uno: la iniciativa, el golpe de vista, la concentración, la rapidez y el dominio del juego».

Y recomendó finalmente que «debería enseñarse en las escuelas, para que el niño se acostumbre a pensar y a organizar sus pensamientos. Es un ejercicio mental de una gran consecuencia. Todos deberían saber jugar al ajedrez, para acostumbrar el raciocinio a reflexionar y a controlarse».

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* Nota publicada en el diario Granma

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