Causalidades en un punto fijo

Causalidades en un punto fijo

El Ejecutivo del Rajoy plasmado no sabe ni lo que dice para escurrir el bulto de las explicaciones, pero sí sabe sobradamente lo que hace: vender el Estado español a las empresas privadas donde ellos echan la caña. Seguros médicos, ambulancias, hospitales, trenes de alta velocidad, urbanismos variados, casinos, dehesas, depósitos bancarios, planes de pensiones, acciones eléctricas o de gas natural…Es la modernización del Estado. El nuevo orden.

O desorden, según quien lo vea.

Para perpetrar esa abominable realidad es necesaria una cierta idiotez colectiva y obtener mayoría absoluta en las urnas. Así, salgan las fieras corrupias o estallen las tormentas, puedes echar mano del talismán que todo lo puede. Y mentir, mentir a raudales, pasarte tu propio programa electoral por el "arco del triunfo". Hay que sacrificarse Y reírte mucho en la televisión, poniendo careta de circunstancias. Es la crisis, que le vamos a hacer. Es preciso hacer sacrificios. Se cobran los medicamentos esenciales, se cobran cirugías y quimioterapias, se acaba con las ayudas a los enfermos crónicos dependientes, se condena a los abuelos a morir de frío por no poder pagar calefacción en invierno…

Sin duda, para otorgar una mayoría AB-SO-LU-TA a un buey como Rajoy es preciso ser español y tener el sentido cívico nublado por inaprensibles y quizá telúricas trabas emocionales. Ni siquiera los tan prácticos “cabezas cuadradas” han dado a la triunfal Merkel mayoría absoluta. Aquí es que no pensamos. Rezamos. Chillamos. Nos vengamos de nosotros mismos o tal vez de nuestros atenazantes fantasmas colectivos.

Ahora resulta que el pretexto para meter mano a las pensiones es que "generaban inflación". Difícilmente podrían ser inflacionistas, cuando siempre estuvieron por debajo del IPC.

Tener buena memoria es una buena cosa, pero también es trago amargo cuando se constata cómo los de arriba mangonean nuestras vidas, en favor del capitalismo depredador y devastador.

Recuerdo que ya hace años Botín Santander Banco enseñó su ansioso colmillo y dijo que era necesario, en esta España, la privatización de las pensiones. Y añadió que era un negocio con posibilidades.

Botín no se corta porque no tiene por qué. La mayoría de los políticos en activo son apéndices de su Corporación. Y, obedeciendo a sus amos, actúan en consecuencia. Lo estamos viendo reflejado con toda claridad en los PPresupuestos Generales del Estado para 2.014.

Sintetizando, lo que quieren decir y consagrar esos dígitos económicos es que hay que dejar que los ricos sean más ricos y hagan lo que les dé la gana. Y como eso tiene que ser a costa de alguien, que sean los pobres de la "mayoría silenciosa" los que paguen la factura con sus miserables vidas y con el medio ambiente enrarecido. Ellos tienen sus búnker y piensan que estarán siempre a salvo.

Una manía común a todos los padrinos y tiranos de toda laya es permanecer en la historia, lavada y desinfectada previamente por los lameculos escribanos oficiales y extraoficiales, mediante estatuas, edificios, fundaciones, canchas deportivas etcétera. Quedan fijados y al tiempo reciben subvenciones y distraen impuestos.

Emilio y su famiglia Botín no es una excepción en este afán megalómano.

Ello trazan sus deseos y el ejército de los paniaguados se pone en marcha sin encomendarse a nada..

A título simbólico, valga el ejemplo siguiente:

Las obras del polémico y faraónico "Centro Cultural" Botín van a todo ritmo en Santander. Hay prisas. Entre otras cosas para conseguir que se produzca el viejo y archiconocido y calculado "hecho consumado". O sea que, cuando el tortuguismo de la Justicia dictamine que el Centro Botín podría ser ilegal, urbanísticamente hablando, ya sea demasiado tarde para enmendarlo. Las denuncias están hechas por los algunos ciudadanos disconformes de la “minoría bulliciosa”, que pretenden la hazaña de proteger la integridad de la bahía santanderina de los embates del Santander botínico y su demoledora "cultura business".

Por de pronto, se acaban de cargar los árboles de los Jardines de Pereda para hacer un túnel. Eran árboles sanos. Son los que se libraron de la demoledora labor de la Cosa Nostra contratista de todas las obras del cemento y del asfalto; con la complicidad, como ahora, del ayuntamiento del PP y a la cabeza el alcalde Iñigo de la Serna.

Sucedió en su momento que, en esa misma zona, ya se hundió delictivamente el anterior Hotel Bahía, un edificio histórico. Seis trabajadores murieron entre los escombros, sin poder ser rescatados. El balance jurídico fue un año de prisión para el propietario, que no cumplió por carecer de antecedentes penales.

También ocurrió, ya es casualidad o causalidad que, cuando se llevaron a cabo las obras del saneamiento de la bahía, la misma empresa adjudicataria segó las raíces de algunos árboles para excavar "pozos de tormenta". El resultado inmediato fue que un hermoso y lozano tilo se precipitó al suelo. Soplaba un moderado viento sur. El árbol cayó sobre una furgoneta de reparto que pasaba por allí y la aplastó. Su conductor tenía 24 años y ya no pudo cumplir más. No hubo responsables ni responsabilidad alguna. Los hoteles se caen. Los árboles se caen. Es así. La fatalidad. Lo pertinente es no estar debajo cuando eso ocurre.

* Director del desaparecido semanario "La Realidad"

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