Cine y luchas obreras

Por Pepe Gutiérrez-Álvarez. LQSomos.

De una manera u otra, las luchas obreras tuvieron una presencia en la historia de un arte, la cultura y por lo tanto del cine, cuya primera página fue unas imágenes filmadas por los Lumiéres: la de unos obreros saliendo de una empresa.

Desde entonces, la propia industria del cine se constituyó en uno de los ramos sindicales más activos. Esto explica el impresionante episodio del cine social de inspiración anarcosindicalista filmado durante la guerra civil en Catalunya, donde la industria permaneció en manos de los obreros sindicados en la CNT.

Antes de que el cine soviético irrumpiera en la segunda mitad en las páginas más creativas del medio, en Hollywood, David Wark Griffith (1875- 1948) ya había grabado una pequeña historia sobre una dura huelga obrera en “Intolerancia”, y el asunto del obrerismo subyacente en muchas películas preocupó en los productores.

Pero seguramente el periodo de mayor amplitud del cine social-obrerista se da en el periodo que sigue al mayo del 68. Se da en todas las cinematografías, el problema es que conocemos la norteamericana, y parte de la europea. Sabemos muy poco por ejemplo de un notable cine sueco militante representado por autores como Bo Wideberg (1930-1997): Ådalen 31 (1968) y Joe Hill (1971), esta última era una fría evocación del famoso sindicalista, un caso que antecedió el de Sacco e Vanzetti (1971), uno de los títulos más celebrados del “cine político” postmayo del 68, una realización desigual de Giuliano Montaldo, pero muy efectiva y acompañada de grandes interpretaciones y la música de Joan Baez.

Estos dos títulos, más La Patagonia rebelde (Argentina, 1974), de Héctor Oliveras, con guion de Osvaldo Bayer y Fernando Ayala, componen las aproximaciones más conocidas al historial del anarquismo, visto, y no por casualidad, desde el ángulo de la injusticia y la represión atroz. No será hasta fechas recientes que este historial es abordado en serio en documentales como De toda la vida (Lisa Berger y Carol Mazer, 1986), dedicado a las “Mujeres libres”.

Desde este conector cabría anotar que la temática feminista atraviesa toda la historia del cine. De entrada, por el lugar de las mujeres como espectadoras –una mujer sola en una sala era casi un milagro-, y por la excepcionalidad de mujeres detrás de la cámara, algo que hasta fechas recientes representaba una excepción como era el caso de Agnés Vardá en Francia. Sin embargo, ahora están sucediendo fenómenos antes nunca visto. Como por citar un ejemplo, que actualmente en Catalunya el mayor número de cineastas activos sean mujeres.

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