Ciudadana Leonor. La confianza se obtiene en las urnas

Ciudadana Leonor. La confianza se obtiene en las urnas

Por Mikel Castrillo Urrejola*.

Si todos sus antepasados han tenido un problema con la voluntad popular y el sufragio universal, mención especial merece su padre. Cuando al “preparao” le mencionan la palabra urna, le debe de salir urticaria. Producto de ello fue su intervención el 3 de octubre de 2017, ante la consulta organizada en Catalunya…

En algunas ocasiones procuro abstraerme de ciertos acontecimientos que se dan en el centro de Madrid, pues en mi vida cotidiana los puedo esquivar desde la distancia geográfica y, ni que decir de la distancia ideológica. Es lo que tiene vivir en una ciudad de estas dimensiones, que uno puede evitar todos los fastos que organiza el Régimen del 78 como si tal cosa, pero esta vez ha sido imposible, el bombardeo mediático ha superado mi deseo de aislamiento. Para empezar el día, me encontré un mensaje en mi móvil de un amigo muy madrugador, que desde el corazón del Goierri ya se encargó de recordarme, con grandes dosis de ironía, el sarao que se iba a dar ayer por la mañana en Madrid; cuando salí a desayunar a media mañana, ahí estaba el televisor del bar con las imágenes en directo desde el Congreso. Parecía que me perseguía como las siete plagas de Egipto.

Eso era el Madrid oficial, el que tiraba la casa por la ventana para engalanar todas las calles por donde iba a pasar el cortejo, donde la pompa y el boato lo copaba todo, aderezado de coches oficiales por doquier y donde la prensa del papel couché iba a tener materia para unas cuantas semanas. Pero ayer, como todos los días del año, también había otro Madrid que vivía al margen de todo lo que sucedía en el Congreso y en el Palacio Real. Era el de los jóvenes que iban en el autobús a sus clases en los institutos o universidad, el currela de la construcción que se dirigía a tajo con su mochila donde llevaba el almuerzo, y que seguro que ese día llegó a casa de la misma forma que salió por la mañana, de noche. Al mediodía el trajín de la ciudad era como cualquier otro día, como si el fiestón que habían organizado las élites políticas no fuera con ellos.

Los fastos entorno al juramento de la Constitución por parte de la hija mayor del Felipe Borbón solo se pueden definir como una tomadura de pelo colectiva a la ciudadanía. Este vodevil que organizaron en el Congreso ha sido un insulto a la todas esas personas que no llegan a fin de mes, que están en las listas de espera de la Sanidad Pública, que no tienen posibilidad de llevar a un hijo a una guardería pública, que no tienen un colegio o instituto público en su barrio, pero que les dicen que la monarquía es la institución garante de la democracia, necesaria para que todos seamos más felices en el Reino de Blancanieves. Y me reafirmo en esta opinión cuando escucho los discursos que realizaron en el día de ayer para dorarse la píldora los unos a los otros. El pronunciado por el Borbón no se sale del guion, la nación, se entiende que sacrosanta e indivisible, la monarquía, obvio, porque de lo contrario se les acaba el chollo, y la defensa de la Constitución, que parezca que es una monarquía moderna, aunque si es necesario montar un golpe de Estado, se monta, y si no que se lo pregunten al abuelo.

Como el discurso que le han redactado a Leonor da para mucho, me voy a centrar en una frase que ha sido con la que más nos han bombardeado los medios de comunicación. La ciudadana Leonor ha pedido que confiemos en ella. Lo dicho, nos quieren tomar por tontos.

A esta señorita habría que decirle que la confianza en democracia se obtiene en las urnas. Yo sé que eso para alguien que pertenece a la institución monárquica, que ha vivido en palacio rodeado de cortesanos, no entra dentro de sus parámetros. La confianza no se obtiene haciendo un simulacro de mili, jurando la Constitución y diciendo que la va a cumplir, y menos viniendo de un Borbón, pues nos sería el primer Borbón, y esperemos que sea el último, que se ha saltado la Constitución que estaba vigente en ese momento, Fernando VII fue el precursor, y a partir de entonces, cada vez que el orden constitucional no era del agradado de los borbones, no tenían reparo alguno en liarla parda. Las conspiraciones palaciegas han sido una práctica muy habitual durante los siglos XIX y XX … Seguir leyendo en el blog del autor⇐⇐⇐

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