Ciudadano Sánchez Lampedusa
Patxi Ibarrondo*. LQSomos. Enero 2016
Confieso que no sé a qué juega Pedro Sánchez, el líder (provisional) del PSOE. Aunque creo adivinarlo. En su afán de pillar poder, Sánchez ha optado por olvidarse de la realidad y preferido apostar por el eufemismo.
En efecto, Sánchez anda diciendo por todas partes que quiere liderar un gobierno de izquierda reformista. Incluso en sus planes entraría la reforma de la Constitución del 78, como base sólida para crear un estado federal, y como mejor manera de resolver con diálogo la “cuestión catalana”. No explica cómo compaginar un federalismo cuya cúspide institucional sería una corona borbónica.
Y como las cuentas de la aritmética parlamentaria actual no le cuadran, para conseguir una mayoría suficiente, Sánchez ha echado mano del ovillo de los nervios y ha tricotado una apresurada fantasía.
Abandonando el discurso de la lógica ha decidido ser rehén del lenguaje lampedusiano: Pretende una república sin república y una izquierda sin izquierda. Sus prisas le ha llevado a cambiar lo real y por lo imaginario. Como por ejemplo, decidir de repente que Ciudadanos es un partido de izquierda. Y pactar con sus dirigentes algo tan importante como la “Mesa del Congreso”. Hay que estar ciego par no ver que ese conglomerado conservador es el recambio del IBEX a un Rajoy-PP cargado hasta las muelas de incapacidad, pleitos por corrupción y demás secuelas negativas, la mayoría derivadas de sus mentiras y traiciones al electorado y a la decencia política.
Otra de las equivocaciones de este apresurado personaje socialista es confundir diálogo con “trágala”. En su esquema estratégico verbal, Sánchez repite que él es el paladín del diálogo tan necesario en este atribulado país. Sin embargo, a la primera de cambio, ha marginado a Podemos sin apenas haber hablado. Y claramente pretende confinar a esta fuerza política en el repudiado cajón de los anatemas radicales. Puesto que Podemos es su rival más amenazante, es preciso colgarle de entrada el sambenito descalificatorio. Podemos sería, pues, el Hombre del saco antisistema. Ello le permitiría tener un “punching ball” sobre el que descargar los desaciertos y las dificultades de gobernar a la contra de lo señalado por las urnas.
Así pues, el cuestionado secretario general del PSOE ha decidido seguir la senda del diálogo y los pactos políticos… Sánchez anuncia diálogo, mucho diálogo, pero siempre que sea él quien escriba y subraye el guión.
Tricotar con la complicada madeja del lenguaje y los poderes de la sombra económica es una tentación que conlleva demasiados riesgos. Uno de ellos es liarse en el confuso ovillo tela de araña sin salida. Ese que nos conduciría a la veloz autopista de peaje de otra confrontación electoral… Y no sería lo peor.