Collages. Cagar y amar en la edad protésica
Por Nònimo Lustre. LQSomos.
Cagar y amar en la edad protésica I:
escatología excremental
A la izqda, Lata, escultura viviente del artista congoleño Mvunzi Muteba Jr.
Imagen invertida en el centro, Perro Mecánico cagando en el
‘inodoro de Cummings’, el primero con sifón.
O escatología biológica propiamente dicha. Ante este derroche de imágenes machihembradas, nos preguntamos, ¿qué caga el Hombre-Lata? Para responder a esta cuestión crucial, tenemos que saber qué come. Pero estamos en la Edad de las Prótesis y la ingesta calórica no se reduce a la dieta humana sino que también debemos preguntarnos, ¿qué comen las sustitutas?, ¿pastillas, rotores, vísceras que fueron trasplantadas? Podríamos optar por un atajo facilón: Lata bebe colada de horno y come de todo, incluso antimonio.
Pero los remedios facilones no nos satisfacen. Aunque abundan en esta Edad, todavía los creemos imposibles. Sin embargo, observar a Perro Mecánico, expectante dentro de su guirnalda tóxica, nos podrá alumbrar la autopista de la sabiduría. Además, él conoce de su amo que nadie se imagina. Si, como acostumbra, le vemos aparcar en la gasolinera, el subterfugio está a nuestro alcance: el Canis mecchanicus come trilobites. Mejor aún, o povo galego canta la solución definitiva: Comer comín ferros vellos / cagar caguei ferraduras.
Cagar y amar en la edad protésica II:
escatología erótica
Siglo XIV, ‘reloj astronómico’ de G. Dondi. Prostituta y robot, siglo XX.
También conocida como Escatología Trascendental puesto que el amor tiene pretensiones de infinitud –temporal. Pero este collage lo pone en duda y la prostitución lo demuestra midiendo el tiempo con artilugios del siglo XIV, como si no hubieran sido suficientes las nonas y las vísperas. Esto no lo sabe Robot, cliente babeante que engaña a la puta con su resuello de muelles, campanillas y contrapesos. Y, ¿por qué no lo sabe? Muy sencillo: porque Robot es terrenal por dos razones: porque no entiende de Paraísos y porque ni siquiera mira al cobijo astronómico.
Entre nubes de chispazos y ronroneo de clavijas, la puta –quizá la Hija de la Gran Puta-, rumia su confusión y calcula si debe adelantar los fierros cronométricos. Pero, ¿y si Robot se molesta? Se pregunta entonces, ¿de qué se pueden molestar estos parroquianos tan comunes como erráticos?, ¿por falta de aceite pesado o por el robo de chips? ¿O, simplemente, porque su Gran Amo –más amo que la Gran Puta-, se ha pasado a la guerra climática y ahora desdeña la guerra erótica? Para contestarlo, deberíamos exhumar los amores de Barbarella que ya estudiamos muchos collages atrás. Pero lejos de nosotros, putos comentaristas, volver a los años 1960’s. Pa’tras ni pa coger impulso.
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