Colombia. Crisis económica se prolonga
Eduardo Sarmiento*. LQS. Enero 2021
El Banco Mundial presenta las predicciones de todos los países en forma de manada sin advertir que las causas y las soluciones son diferentes. Tal es el caso de los efectos económicos de las pandemias
La información del final del año ratifica los efectos traumáticos de la pandemia. Los autores de la cuarentena justificaron el desplome de la economía como un fenómeno temporal que se compensaría en pocos meses con el endeudamiento externo. En su lugar, el producto nacional experimentó en el año completo la mayor caída de la historia registrada del país.
La suspensión de la producción y el empleo, dictaminada en los altos círculos, provocó una reducción del ahorro nacional que quebró el balance interno entre la producción y el gasto. Esta reducción precipitó el desbalance que se llevó por delante la inversión, la producción y el empleo. El aumento del déficit fiscal al 8,5 % del PIB no le hizo mella. El producto nacional descendería 8,0 % en 2020.
En general, se observa que los mayores daños se dan en los países de bajo ahorro y elevados déficits en cuenta corriente, como los de América Latina, y los menores en los países que tienen condiciones opuestas, como las naciones del sur de Asia.
Las cosas han resultado muy diferentes a las previstas inicialmente. La reducción del ahorro no se corrigió. Luego de que la tasa de ahorro fluctuara en los tres primeros trimestres de 2019 alrededor del 18 % del PIB, en el mismo período de 2020 descendió al 14 %. El ritmo de caída disminuyó y se extendió al presente año. Mientras persistan estas condiciones se presentará el desbalance interno entre el producto nacional y el gasto que presiona la producción y el empleo hacia abajo.
El efecto del ahorro se ha visto acentuado por el deterioro de la distribución del ingreso que viene de atrás y por la cuarentena, que obligaron a extender y ampliar los apoyos fiscales que contribuyen a elevar el consumo y reducir el ahorro. El desbalance interno se amplía y, por lo tanto, reduce la actividad productiva y el empleo.
El otro aspecto es el de la generalización de los males. El Banco Mundial presenta las predicciones de todos los países en forma de manada sin advertir que las causas y las soluciones son diferentes. Tal es el caso de los efectos económicos de las pandemias. Las terapias que funcionan en una región no siempre son aplicables en otras. Así, las condiciones son distintas en los países desarrollados y en los emergentes. En los primeros la reducción del ahorro no tiene mayor efecto y puede ser compensada con el gasto público. En cambio, en los países con faltante de ahorro se lleva consigo la inversión y la producción.
En síntesis, la reducción del ahorro que provocó el desplome de la economía se ha moderado, pero persiste. Mientras la tasa de ahorro sea inferior a la de 2019, no hay forma de mantener el producto nacional al nivel de ese año. La economía entra en estado de estancamiento y elevado desempleo.
Es hora de que en los círculos de decisión se advierta que las causas fundamentales de las crisis son la reducción del ahorro y los cuantiosos déficits en cuenta corriente que se llevaron por delante la inversión y el empleo. En los países con exceso de ahorro, como en Europa y Estados Unidos, el fenómeno puede ser contrarrestado con política fiscal. En cambio, en los países con ahorro faltante el efecto es estructural y su solución tiene que ir más lejos de las políticas fiscales convencionales para elevar el ahorro y reducir el déficit en cuenta corriente. La recuperación no es posible mientras no se restituyan las tasas de ahorro históricas y se extirpen los déficits en cuenta corriente.
Lamentablemente, las medidas para recuperar el ahorro, como el cambio en la estructura comercial y sectorial y la reforma pensional, que se han recomendado insistentemente en la columna, no han recibido respuestas. Se persiste en el modelo predominante de los últimos 30 años.
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