Colombia: El genocidio, en cifras

Colombia: El genocidio, en cifras

Por Javier Sáenz Munilla*.

“En Colombia no ha existido una sola generación
que haya vivido en un país en paz”
Informe de la Comisión de la Verdad

Apenas unos días después de que Gustavo Petro fuera proclamado el vencedor de una reñidas elecciones, cuyo resultado permitirá que, por primera vez en la sangrienta historia de este país, un ciudadano no perteneciente al llamado Establecimiento, es decir ni liberal ni conservador sino, dizque, de izquierdas llegue a la Presidencia de Colombia, un bombazo en forma de Informe se presentaba públicamente en el Teatro Jorge Elíecer de Bogotá. El Informe de la llamada Comisión de la Verdad, en su nombre completo, tan rimbombante como suele ser el país oficial colombiano en sus expresiones, “Comisión para el Establecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición”.

Esta Comisión se creó porque así lo establecen los acuerdos de paz firmados en La Habana en 2016 entre las FARC y el gobierno del Presidente Santos. Debía presentar su informe en tres años, pero la pandemia obligó a prolongar ese tope. Han trabajado duro sus miembros, cinco mujeres y seis hombres, dirigidos por el jesuita Francisco de Roux, un filósofo y sociólogo de gran prestigio, como lo demostró por su profesionalidad e imparcialidad científica al frente del CINEP, un impresionante centro de documentación cuya sede en Bogotá tiene en sus inmensos archivos la historia real y verdadera de Colombia.

Casi 30.000 testimonios de víctimas, indígenas, negros, campesinos, militares, paramilitares, guerrilleros, políticos, empresarios y hasta los ex presidentes aun vivos, además de unos mil representantes de diversas organizaciones. Su informe de 895 páginas, es la historia reciente de Colombia.

Su trabajo no se acaba aquí. Deben seguir para monitorear el cumplimiento de sus recomendaciones, que no son obligatorias pero de lo que deben informar a la opinión pública cada seis meses, revisar y rectificar posibles errores, etc.

La bomba estalló el martes 28 de junio, a las 11 a.m.

Ese día, el Teatro Jorge Elíecer Gaitán estaba abarrotado. No sólo el todo Bogotá o el todo Colombia, sino mucha y buena parte de la Colombia sufriente. Sólo una inexplicable ausencia: la del aún Presidente de Colombia en ejercicio, Duque, quien incumplió así una de sus últimas obligaciones en el cargo, que esperemos de deje con viento fresco el próximo 20 de Julio, como le corresponde. Así es que hubo tensión y muchas lágrimas, porque Francisco de Roux relató, contó lo que pasó en Colombia, lo que pasa en Colombia desde hace medio siglo. Una tragedia.

Las cifras son frías. La sangre, no. Y se trata de cifras ensangrentadas, de sucesos muy dolorosos, de hechos perpetrados, muchas veces, con la frialdad y la inhumanidad de la maldad. Colombia está enferma de muerte, violencia, inhumanidad y maldad. Y no es una contradicción, llena, rebosante, de gente buena, de sufridores y sufridoras y luchadores y luchadoras perpetuas, de víctimas y de victimarios. Muy enferma, sí.

Hablamos de asesinatos, secuestros, torturas, desapariciones forzadas, masacres colectivas, ejecuciones extrajudiciales, violencias sexuales, reclutamiento de niños y adolescentes, extorsiones, desplazamientos forzados, confinamientos, despojos, etc. Los datos van de 1985 a 2018. Lo que no quiere decir que el genocidio se haya detenido. Ni mucho menos.

10 millones de víctimas en medio siglo, se dice pronto.
450.666 asesinados, el 90% civiles. Creo que no hay que añadir nada más.
121.000 desaparecidos, en Argentina se cifran en 30.000 y ya es desaparecer.
8 millones de desplazados forzosos.
Entre 26.900 y 35.641 niños y adolescentes reclutados.
32.812 personas han denunciado haber sido despojadas de sus tierras.
132.743, han perdido sus bienes inmuebles.
El 42%, víctimas de más de un hecho y de grupos distintos: paramilitares, ejército, guerrillas.

Los Autores de los crímenes

El informe de la Comisión de la Verdad establece que la mayor parte de los crímenes, robos, extorsiones, secuestros, despojos, etc fueron perpetrados por los grupos paramilitares (45%). Agentes del Estado 12%, por las FARC el 21%, por el ELN el 4%, por otros el 9%, múltiples autores un 6% y otras guerrillas 2%. La suma de paramilitares y agentes del Estado da un mayoritario 57%.

Realmente es muy significativo, alarmante y, al menos para el autor de estas líneas, extraño, que las encuestas indiquen que la mayor parte de la población colombiana asegure que desconocía que esto hubiera sucedido. Vamos, que sucede aún. Todos los días hay matanzas en el país. Y los medios de información colombianos dan cuenta, eso sí a su manera, de estos hechos.
Que venga ahora el 60 por ciento de la población a decir que, yo no sabía, incluso a negarlo. Muchos políticos, de la derecha claro, incluso periodistas bien informados, afirman que esto es una exageración. No sólo me recuerdan al revisionismo histórico que tan tenaz galopa por la vieja Europa. También me recuerda a la población alemana tras la guerra, diciendo que ellos no sabían nada del holocausto. No querían saber, más bien. Y en Colombia ha habido un holocausto. Un genocidio.

El afamado novelista colombiano Juan Gabriel Vásquez, escribía en la edición americana de El País, tras asistir a la presentación del Informe de la Comisión de la Verdad: “…este país anestesiado, insensibilizado, acostumbrado fatalmente a la degradación de la gente…”. Recordé al leerlo cuando, mis vecinos en el Norte de Bogotá, allá por los 90, buena gente sin duda pero ajenos a la realidad, tras ver un reportaje mío en tve sobre la llamada Calle del Cartucho, donde se hacinaban los más míseros pobres y hambrientos de la ciudad a pocos pasos del Palacio presidencial, me dijeron adoloridos, “pero eso no es Bogotá”. Como yo los apreciaba y aprecio me di una explicación. Necesitaban negar la realidad para poder seguir viviendo en medio de tanta podredumbre, dolor y miseria. Creo que esa es también la enfermedad de Colombia, junto a la violencia y la inmensa desigualdad. O, más bien, la consecuencia de ello. Deseo fervientemente que Gustavo Petro y Francia Márquez sean capaces de poner fin a todo esto. Colombia se lo merece.

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Ver Informe Final Comisión de la Verdad, clic aquí

* Periodista y analista internacional. Miembro del Colectivo LoQueSomos. En Twitter: @pepitorias
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