Colombia. Retratando la barbarie oficial y el paro nacional
Agencia Mp3*. LQS. Mayo 2021
Está claro que con la práctica de la teoría fascista del combate a la “revolución molecular disipada”, Uribe y su partido Centro Democrático pretenden reforzar la tesis imperialista de la “amenaza terrorista”
Trascribimos la nota emitida por el Movimiento por la Constituyente Popular. Comité de Impulso de Cali, al hilo de la información: Cali ¿Un centro de tortura y desaparición en un centro comercial?
Cali, Calipso y el Valle
Retratando la barbarie oficial y el paro nacional
• ¡Duque, para la matanza ya! ¡resuelve las exigencias ya!
• ¡Fuera la bota militar de calles y plazas ahora! ¡Abajo el ministro Molano!
• ¡Castigo a los responsables de muertes, torturas y desapariciones!
• ¡Cárcel a empresarios especuladores que desabastecen ciudades!
• ¡El Paro Nacional no se rinde, carajo! ¡Duque, chao!
Cali-Colombia, mayo 23 de 2021
Hoy horrorizan y repugnan a Cali, Colombia y al mundo las imágenes del Canal 2 de TV y otros medios alternativos referidas al ejercicio del terrorismo de Estado, en complicidad con el almacén “Éxito” (Simón Bolívar) usado centro de apoyo para la detención-desaparición y tortura del ESMAD de la policía en el populoso sector Calipso, que sufre un baño de sangre a manos de este cuerpo armado dirigido por el general Vargas, asociado al general Zapateiro, bajo las órdenes de sus jefes: el ministro de defensa Molano y el presidente Iván Duque Márquez, comandante en jefe de la fuerza pública.
La macabra práctica de la “gente de bien” de los barrios de estrato alto del sur caleño, ahora vincula al paramilitarismo urbano a un monopolio beneficiado por el gobierno Duque-Uribe, se trata del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), que junto la brasileña Companhia Brasileira de Distribuição (GPA) como accionista mayoritaria, son propietarios del almacén Éxito. Los grupos tras esa cadena nacional de almacenes, también agreden al pueblo caleño y a todo el país al aparecer en la TV premiando con bonos millonarios a los ejecutores de la barbarie: el ministro de defensa Molano que afrontará una moción de censura en el Congreso a partir del 24 de mayo, y al Mayor Rendón, comandante de 4.645 mortíferos policías del ESMAD, a quienes el Éxito llama “héroes de la nación… entregados a nuestra seguridad”.
Está claro que con la práctica de la teoría fascista del combate a la “revolución molecular disipada”, Uribe y su partido Centro Democrático pretenden reforzar la tesis imperialista de la “amenaza terrorista”, elaborada por el departamento de estado y el pentágono de E.U.A, utilizada para atacar injustamente a Venezuela desde los tiempos de Barak Obama.
Con la llegada de Molano y su cúpula salieron las orejas del lobo feroz y también salió una población que perdió el miedo. ¡Ahora no funcionan intimidaciones del terrorismo de Estado! ¡El 28 de mayo todo mundo a la calle!… se cumple un mes del Paro Nacional. Salta a la vista que Colombia no es la democracia más sólida del continente, hay autoritarismo y militarismo, la desigualdad y la inequidad social le carcomen sus cimientos. Se ve como la asistencia militar de los Estados Unidos no es para combatir la delincuencia, es para hacer la guerra contra el pueblo colombiano y amenazar pueblos como el venezolano.
En su desespero el gobierno acude al “despliegue de toda la fuerza” aunque ya lo advirtió el arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, quien con mirada inteligente, democrática y progresista indica salidas viables al bloqueo del país sin usar la fuerza de las armas que está llevando a un mayor incendio social; el prelado católico ha señalado la imperiosa necesidad de que “…el Estado adelante derechos”, es decir, que llegue a los ciudadanos aplicando los derechos negados o aplazados, o menguados, y no blandiendo fusiles con bayonetas caladas.
A pesar de esas advertencias de la iglesia, de amplios y cada vez más numerosos sectores de la comunidad internacional que claman por el respeto de los Derechos Humanos y el derecho a la vida, como asunto primordial, el gobierno continúa con las detenciones indiscriminadas y torturas, ya lo ronda un record criminal nunca visto pues en tan solo 24 días la cifra de personas desaparecidas está por encima de 500, capturadas en medio de las trifulcas de los manifestantes con el ESMAD que además producen heridos que ya pasan de mil y cuando apagan el alumbrado público adelantan redadas contra los habitantes del barrio Calipso y en otras barriadas populares que hacen parte del socialmente deprimido sector sur-oriental de Cali.
Calipso, barrio ubicado en la comuna 13 de la Sultana del Valle, bañado en sangre de nuevo en esta noche de domingo 23 de mayo, hace parte de las cuatro comunas que conforman el Distrito de Aguablanca, lo habitan personas en estado de vulnerabilidad, ya no sólo son víctimas del hambre por el tradicional abandono oficial y los efectos económicos de la pandemia, ahora también son víctimas del ESMAD de la policía que en las noches los rafaguea con su fusilería y saca de sus casas, a capricho, a los jóvenes. Pero el Distrito de Aguablanca de Cali NO es un asentamiento de vándalos, como dice el gobierno oligárquico de Duque, allí está cerca del 30% de la población caleña que llega a no menos de 700.000 habitantes, en su gran mayoría afrodescendientes como ocurre en Siloé- (Comuna 20). Ellos hacen un gran aporte a la creación del producto interno de la ciudad con sus trabajos en la construcción, servicios y comercio en medio de alta informalidad y tercerización laboral. En Aguablanca existen muchas organizaciones sociales de base, que incluyen las de la pastoral social de la arquidiócesis de Cali, y los líderes comunitarios trabajan muy duro, con grandes obstáculos, para mejorar condiciones de vida e imagen del sector.
El Paro Nacional muestra que la iniciativa política denominada “Duque, chao” toma fuerza por vías distintas a la desgastante recolección de firmas: la gente en las calles y plazas cuestiona con vigor el papel del presidente Iván Duque
Calipso es conocido por su gran aporte a la cultura en ámbitos como el baile de salsa, el folclor del Pacífico, artes plásticas y circenses. No son vándalos. Pero a estos sectores, tristemente, ponen muchas de las víctimas fatales (muertos y desaparecidos) ofrendadas por Cali en casi un mes de Paro Nacional, a cuyas familias el país popular arropa con la fuerza, los sentimientos de pesar y ánimo para exigir justicia.
Caleños y vallecaucanos, todo el pueblo de Colombia, hace sacrificios enfrentando la feroz represión con valentía y tesón, convencidos de alcanzar la victoria. Ya se derrotaron las nefastas reformas tributaria y de la salud, ahora el movimiento va por la renta básica y medidas que mejoren la salud, educación, empleo e ingresos.
Igualmente, como Cali y Calipso, el Valle está martirizado por las armas y demás acciones de las fuerzas policiales del Estado y los grupos paramilitares de la “gente de bien”, que dejaron ver su racismo y clasismo excluyente, al enfrentar a bala a la Minga Indígena uniformados con camisas blancas, las mismas que usa el corrupto alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, del Partido Verde, quien aceptó la “asesoría militar” del gobierno uribista quedando en coalición con quienes dan tratamiento de guerra al pueblo y practican una engañosa política de diálogos, granjeándose Ospina el repudio de la población que lo tilda de corrupto y traidor.
De esta manera, la mayoría mafiosa de la oligarquía caleña, que se hace llamar “gente de bien”, heredera del criminal conquistador Sebastián de Belalcazar, reta a una guerra civil a las mayorías populares en vez de disponerse a presionar a Duque y sus líderes políticos para cambiar el rumbo de un país y conceder derechos al Paro Nacional, pues domina una insoportable inequidad social y económica ahondada por el modelo económico neoliberal.
En respuesta a ese reto, están en marcha los “puntos de resistencia” de Cali, formas organizativas de batalla nunca vistas en la lucha de clases en Colombia, capaces de frustrar los deseo del general Zapateiro quien, el 28 de abril cuando arrancó el Paro Nacional, declaró que en 24 horas “normalizaría a Cali” y en 24 días no paran los bloqueos y la anormalidad.
Hoy, en el esquema Molano-Zapateiro-Vargas, la impunidad favorece a los paramilitares y se ha fortalecido la modalidad de disparar contra los pobladores que llegan a los “puntos de bloqueo”, lo hacen indiscriminadamente, usan vehículos de alta gama y motocicletas. Aún así, los jóvenes actúan en los puntos de resistencia, que realmente diseñan acciones ofensivas contra las medidas del gobierno y el régimen que por el decisivo empuje del pueblo de Cali y la fuerza de toda Colombia, se vio forzado a retirar dos nefastas reformas: la tributaria que apenas iba a discutirse y la de salud que estaba a punto de aprobarse en el Congreso.
Pero Duque, al sacar de Bogotá al ministro de defensa y la cúpula militar y policial situándola en Cali no sólo atacó al pueblo de esa ciudad. A Buga también le emprendió una gran ofensiva, el popular sector de “Palo Blanco” fue epicentro de las salvajadas de la policía y el ejército, allí también la población fue asaltada por la fuerza pública desplegada como para atender una guerra contra un ejército enemigo de Colombia. Helicópteros artillados intimidaron con sus vuelos rasantes e inundaron con gases lacrimógenos el aire respirado por ancianos, niños y enfermos del sector, sometidos a ese trato cruel e inhumano durante largas horas y días, siendo que los jóvenes inconformes participaban en el Paro Nacional.
El desespero de Duque y sus cobardes generales, que agreden gentes desarmadas, es respondido por la decisión firme de los bugueños de entrar a las protestas del Paro Nacional. La señorial ciudad, ubicada en la estratégica “Y” que da paso a la epicéntrica ciudad de Cali -capital del suroccidente- y a Buenaventura, principal puerto marítimo de Colombia, paga alto tributo por aportar a la lucha contra la tiranía uribista.
Duque, con su autismo, es el inspirador del bloqueo de Colombia, aunque busque culpar a otros actores políticos y económicos nacionales y extranjeros. Ahora sigue su desenfrenada y sanguinaria carrera para eliminar el fantasma del castro-chavismo, heredado del trasnochado discurso del matarife Uribe.
Apoyados en esa prédica las hordas de Vargas y Zapateiro, atacaron a Yumbo, dando gusto a empresarios de la principal zona industrial de la Colombia suroccidental, con indiscriminadas acciones bélicas que han dejando muchos heridos, torturados, detenidos, desaparecidos y un asesinado, resultantes de la “tierra arrasada” que también ha tocado a Palmira, capital agrícola, y Jamundí, “ciudad dormitorio” de muchos trabajadores y estudiantes que a diario viajan a Cali.
Pero ni el pueblo de Cali, ni los de Palmira, Yumbo, Buga y Buenaventura se han rendido, han combatido heroicamente, sin miedo. Además, en Cartago y norte del Valle, han aparecido bloqueos y nutridas marchas de una ciudadanía que decidió sacrificar su precaria tranquilidad para poner cuota en las luchas para recuperar el derecho a vivir dignamente, contando con la lucha de toda Colombia que, como nunca antes, no cesa la tarea de desbordar calles y plazas con su alegre, combativa y solidaria Caravana Nacional en Solidaridad con Cali y el Valle, en mayo 25-26 de este 2021.
Los jóvenes y todo el pueblo de Cali y la comarca valluna están dispuestos a la negociación local, departamental y nacional. No se está en el paro por el paro. Más ahora que el gobierno no ha vuelto a lanzar sus fallidas iniciativas hacia la juventud, como la “matrícula cero” y el plan de empleo, no le funcionó su falaz demagogia. La crisis seguirá avanzando e invadiéndolo todo sin resolverse ni municipal ni sectorialmente, esto desconcierta a los empresarios porque a Duque parece no importarle, ve el mundo a su ritmo, en vez de gestionar con ellos los deja a merced de gobernadores y alcaldes, repitiendo la irresponsabilidad para manejar la pandemia.
En Cali discurre una agitada vida política durante el Paro Nacional. Surgieron las Asambleas Populares como un mecanismo democrático de toma de decisiones políticas y prácticas, ellas manifiestan y expresan buena parte del ímpetu del movimiento, materializan la seguridad del empoderamiento ganado en sus territorios y de sus efectos en la política de la ciudad, porque se vuelven interlocutores y punto de referencia obligado del gobierno distrital. Los puntos de bloqueo o resistencia son parte importante del Paro Nacional y por ello el gobierno los odia. Para Duque el levantamiento de los bloqueos es clave, los llama protesta ilegal y quienes la desarrollan, según el ministro de defensa, son terroristas. De allí que sería políticamente erróneo negociar con Duque el desmonte de esos “puntos de resistencia”, en vez de atender las recomendaciones del arzobispo de Cali sobre cómo darles un tratamiento no violento.
Muchas Asambleas Populares, sin necesidad de desconocer las fuerza agrupadas alrededor del Comité Nacional de Paro reclaman, con toda la razón, su presencia en la negociación nacional mientras trenzan relaciones con los Comités de Paro, al igual que con el conjunto del movimiento popular y sindical que viene dándoles solidaridad.
Entre tanto, dentro y fuera de las Asambleas Populares, entre los jóvenes luchadores del pueblo, cada vez domina más la idea de que el gobierno de Duque hace parte del problema y no de la solución del mismo, cada día ven más claro que Duque es un gobierno de perfil uribista, es decir autoritario, fascistoide, sanguinario, corrupto, mafioso, racista, patriarcal, desconectado del pueblo, e incondicional con los más poderosos oligarcas, ven que Duque no muestra disposición ni capacidad de encabezar esos cambios estructurales demandados en el momento. Se necesita un gobierno con grandeza y capacidad para reconocer la necesidad de hacerle un cambio de rumbo a Colombia. Necesitamos un modelo de sociedad que ponga fin a la pobreza de las mayorías de 50 millones de colombianos sumidas en la desesperanza.
Por lo dicho hasta el momento, el Paro Nacional muestra que la iniciativa política denominada “Duque, chao” toma fuerza por vías distintas a la desgastante recolección de firmas: la gente en las calles y plazas cuestiona con vigor el papel del presidente Iván Duque.
Como parte de la crisis de gobernabilidad que galopa estremeciendo al régimen político, están surgiendo revocatorias de mandatarios locales como Jorge Iván Ospina en Cali, al tiempo, no pocos mandatarios seccionales quieren desmarcarse del desprestigiado Iván Duque. Esa crisis de gobernabilidad contrasta con el hecho de que Cali, Calipso y el Valle, viven la importancia de contar con la solidaridad combativa y práctica tanto de la Minga Indígena como de otras organizaciones, por lo cual es necesario contar con un frente político amplio de masas del campo democrático y de izquierda. El Pacto Histórico debe dinamizase para entusiasmar a las mayorías, el Pacto debe ponerse en “la primera línea” para salir airoso de la actual lucha, el Pacto debe colaborar colectivamente al direccionamiento del movimiento político en curso.
Cali ha sido un potente laboratorio de este estallido social que, por las anotaciones sobre la organización y el debate político en alza, cada vez toma más forma de levantamiento popular. La fuerza popular juvenil y de otros sectores populares ha confirmado que es vano tratar de que un sólo colectivo, fuerza o corriente de pensamiento, inscrita en el campo democrático y popular, pueda alzarse con la dirección de este portentoso movimiento.
Necesitamos, desesperadamente, la unidad de acción de todas las fuerzas antiuribistas, anti oligárquicas, de estirpe democrática y popular, debemos despojarnos de las soberbias y vanidades de grupo para impulsar la unidad de acción con la decisión que nuestro pueblo y el momento histórico demandan.
Lo recorrido con el Paro Nacional es una dura lucha política indescifrable a veces, dinámica, intensa y contundente en otras oportunidades, ha destapado las reales intenciones e intereses de clase en juego, se ha visto que los intereses no son los mismos y por eso consensos con la oligarquía no caben. Así la realidad, lo alcanzable depende del empuje de la lucha al momento de la negociación y la presión durante la negociación para arrancar conquistas. Los estratos de arriba chocan diametralmente con los intereses de abajo, los ricos pretenden hacer pagar a los pobres la crisis que ellos y su sistema crearon.
Gracias al ímpetu popular, el PARO NACIONAL, en Cali y el Valle ha mostrado que las mayorías necesitan y quieren, una nueva ruta para Colombia, que ese camino implica un nuevo gobierno que trabaje por una real apertura democrática con libertad, empleo, reforma agraria, sin racismo estructural, sin patriarcado y mejores condiciones de vida para el pueblo, haciendo de Colombia un país soberano para así conquistar la paz con justicia social, pues a costa de muchos sinsabores hoy sabemos que NO es cierto que exista “paz incompleta”.
* Movimiento por la Constituyente Popular -MCP-
Comité de Impulso de Cali
coordinadormcp@gmail.com
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