Colombia: un ejército genocida al mando del Presidente Uribe
Por Javier Sáenz Munilla*.
“Litros de sangre, tanques de sangre. A mí no me importa nada de capturas. A mí lo que me tienen que dar son muertes en combate a como dé lugar” General Mario Montoya
Finalmente sucedió lo que tenía que ser. Y si las fuerzas, los poderes reales que en Colombia tratan de poner fin a las reformas del actual Presidente Gustavo Petro no lo impiden, este no es más que el comienzo del enjuiciamiento de los generales implicados en las grandes masacres que ahogaron en sangre a Colombia, buena parte bajo la presidencia, el consentimiento y el auspicio del Presidente narco-paramilitar Álvaro Uribe Vélez.
Me refiero a la imputación por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), entidad creada en los Acuerdos de Paz firmados en La Habana en 2016 entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC, del General en retiro Mario Montoya, por los crímenes cometidos por sus hombres cuando era Jefe de la IV Brigada con sede en Medellín, durante los años 2002 y 2003.
#ATENCIÓN | Esta es la lectura del comunicado de @JEP_Colombia que imputa crímenes de guerra y lesa humanidad al general (r) Mario Montoya y otros militares por casos de #FalsosPositivos#LaSeñalDeLaPaz 🕊 pic.twitter.com/P23zy3OQOR
— RTVC Noticias (@RTVCnoticias) August 30, 2023
Este genocida, junto y otros ocho de sus subordinados, son imputados por la JEP por 130 asesinatos, denominados “falsos positivos”, entre los que se encuentran 4 niñas, 11 niños y 3 discapacitados.
Los falsos positivos
Este crimen horrendo, esta aberración, fue una práctica habitual del Ejército Nacional de Colombia, entre 1988 y 2014. Consistía esta tarea siniestra, entre otros métodos, en engañar a jóvenes ofreciéndoles falsos trabajos, trasladarlos a un lugar determinado, asesinarlos, vestir los cadáveres con ropas militares y presentarlos como guerrilleros muertos en combate. El objetivo era que los generales y oficiales pudieran presentar buenos resultados en la guerra contra la guerrilla y cobrar las recompensas.
En este periodo, y según lo averiguado hasta el momento, fueron “dados de baja” por este método 6.402 falsos positivos. Y hasta el momento están involucrados cerca de 1.500 militares.
Fue gracias a la valentía y el tesón, pese a las presiones y amenazas, de las llamadas “Madres de Soacha“, una población cercana a Bogotá, cuyos hijos fueron eliminados así, que el caso fue conocido públicamente. Eso sucedió en 2008, cuando en general Mario Montoya, ahora imputado, era comandante del Ejército Nacional y el escándalo le obligó a presentar la renuncia a quien le nombró, el Presidente Álvaro Uribe, quien pese a las evidencias criminales, lo despidió en una ceremonia en la que le llamó “héroe nacional”
El general Montoya
Cuando Mario Montoya arengaba a sus tropas y oficiales allá en la IV Brigada en Medellín, les pedía, y esto es textual: “Litros de sangre, tanques de sangre. A mí no me importa nada de capturas. A mí lo que me tienen que dar son muertes en combate a como dé lugar”.
Los crímenes que se imputan al general Montoya y a otros 8 militares, se cometieron en 16 municipios del Oriente del departamento de Antioquia, cuya capital es Medellín, entre 2002 y 2003. Una zona de habitual presencia guerrillera. Pero la JEP investiga también su implicación en otras masacres entre 2002 y 2007.
Entre los métodos usados por los militares el más habitual era sacar a la gente de sus casas, de los transportes públicos, del propio lugar de trabajo, acusarles de guerrilleros y ejecutarlos, para después presentarlos como muertos en combate. En el municipio antioqueño de Granada, detuvieron a una presunta guerrillera, una niña de 16 años y la llevaron presa a la IV Brigada, en Medellín. Allí recibieron la orden: “No queremos detenidos, denle de baja”. Fue trasladada a las afueras y ejecutada. En otro caso, fueron militares vestidos de civil a ofrecer a 4 jóvenes trabajar en una mudanza a las afueras de Medellín. Los 4 aceptan la propuesta, son conducidos hasta Granada, asesinados y presentados como guerrilleros muertos en combate.
En otro caso, un ex guerrillero que había quedado discapacitado y en silla de ruedas, lo captan en el exterior de un hospital, se lo llevan y asesinan.
Armadas terroristas
Este terrorismo de Estado ha sido habitual en Colombia al menos desde 1948, cuando comenzó la que se denominó época de La Violencia. Hasta no hace mucho, en Colombia se hablaba de dos Estados: el Paramilitar, que era el internacionalmente conocido como la democracia colombiana, con sus elecciones fraudulentas (la compra de votos era y temo que es aun una institución consolidada) y sus fuerzas de seguridad (ejércitos, policías, paramilitares y otros ejércitos privados) con permiso ilimitado para matar, robar, violar, etc., etc. Y el Estado guerrillero, en cuyos territorios el Gobierno Nacional ni entraba ni se le esperaba, sino a pura bala. La guerrilla era el Estado y así actuaba; recaudaba impuestos, arreglaba caminos, trochas e incluso asfaltaba carreteras, pagaba a los maestros, ejecutaba a los que consideraba criminales, etc, etc.
Todo esto viene, como decía, de 1948, tras el asesinato del gran líder popular y según todos los indicios previsto Presidente electo, el candidato Jorge Eliecer Gaitán, Bogotá se levanta y casi destruye la ciudad. La reacción fue, como decía, la llamada Violencia. Es decir, miles y miles de asesinatos perpetrados por los conservadores contra los liberales.
Nacen “Los Pájaros” o “Chulavitas”, partidas de asesinos, reclutados, no sé la razón, principalmente en el departamento de Boyacá y siembran el terror durante décadas. Entre sus prácticas habituales, “La corbata”, ejecución mediante corte en el cuello, por donde se saca la lengua a la víctima. Otro método: el empalado y desollado del liberal al que se deja morir al sol en esa postura.
¿Horrible, verdad? Tampoco extrañará, pues, que un estado, construido con esos antecedentes, haya tenido durante décadas unas fuerzas militares y policiales llenas de criminales, como es el caso del general Montoya y sus secuaces.
Y termino como empecé, la imputación del genocida general Montoya, la primera de tan alto militar en el aberrante caso de los Falsos Positivos, es, si esas fuerzas negras que siguen mandando en Colombia no lo impiden, un paso más hacia la imputación y enjuiciamiento del no menos genocida y ex Presidente Narco-paramilitar Álvaro Uribe Vélez. Amén.
* Periodista y analista internacional. Miembro del Colectivo LoQueSomos. En Twitter: @pepitorias
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