Comunicado: sobre las UIP
Al tenor de lo visto en algunos medios de comunicación, la Unidad de Intervención Policial (UIP), popularmente conocida como “antidisturbios”, parecen estar en medio de una campaña de promoción de imagen.
Concentraciones, intervenciones en los medios de comunicación, artículos periodísticos, etc., parecen intentar convencernos del maltrato social al que los agentes de la UIP están siendo sometidos y de la necesidad de reivindicar su dignidad laboral.
Pero mal empezamos si, a las primeras de cambio, un portavoz policial se descuelga, en una de estas concentraciones, con unas declaraciones en la que afirmaba que “…en democracia la policía siempre tiene razón…”.
Durante los últimos años todos y todas fuimos testigos, en toda la geografía del Estado español, de brutales actuaciones policiales que no merecieron ningún tipo de protesta por parte de los agentes de la UIP.
Miles de personas heridas a manos de la policía e, incluso, hospitalizadas, no merecen tampoco su atención. Ojos sacados por pelotas de goma, muertes como la de Íñigo Cabacas, torturas demostradas judicialmente en las comisarías, niños heridos (como en Pola Lena), desahucios realizados con inusitada violencia, la escandalosa muerte de inmigrantes en Ceuta, los allanamientos con gran violencia de sedes de organizaciones políticas, sindicales y sociales, las continuas denuncias de Amnistía Internacional por el continuo uso excesivo de violencia contra manifestantes, seis condenas al Estado español por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos por no investigar torturas…, todo ello, no fue motivo para que los sindicatos policiales realizaran concentraciones y pidieran dimisiones.
Aquí, en Asturies, también tenemos suficientes ejemplos. En la huelga general del 14-N, los agentes de la UIP golpearon innecesariamente y con saña a un piquete informativo, cuya única arma de defensa eran los panfletos que llevaban en las manos. Incluso allanaron la sede de las organizaciones sindicales, provocando decenas de personas heridas, muchas de las cuales tuvieron que ser atendidas por el SAMU, necesitando, algunas de ellas, de intervención quirúrgica.
Pero curiosamente, la Fiscalía y el Juzgado archivaron las denuncias presentadas por las personas heridas, a pesar de que, en alguno de los casos, el propio informe forense advertía de la posible comisión de delito por parte de los agentes de policía.
Podríamos seguir así, horas y horas, en un interminable recuento de represión pura y dura. Debido a ello, un buen número de organizaciones sindicales y colectivos sociales asturianos se unieron para desarrollar una campaña por la Justicia Social y contra la represión, en la que la lista de personas represaliadas, enjuiciadas y multadas se hace cada día más extensa. Pero ninguno de los cientos de miles de casos que pudiéramos contar, haría que los sindicatos policiales o los agentes de la UIP movieran un solo dedo.
Mientras tanto, la situación económica se hace insoportable: paro salvaje, pobreza generalizada, pobreza severa, desnutrición, muertes por ausencia de calefacción, muertes por abandono sanitario en los pasillos de los hospitales, personas dependientes abandonadas a su suerte, grandes capas de la población sin acceso a alimentos y medicinas, miles de familias sin viviendas, millones de personas sin ningún tipo de ingreso económico… Un informe reciente sitúa al Estado español como el segundo estado con más pobreza infantil (menores de 18 años) de la Unión Europea, solamente superado por Rumanía.
Pero, como dijimos anteriormente, nada de esto parece afectar a los sindicatos policiales y a los agentes de las UIP. Ellos, simplemente, se limitan a obedecer órdenes y, ejecutando estas órdenes, a hacer de la violencia desmedida y de la represión, su “puesto de trabajo” (parece ser que sus escasos 2.000 € de sueldo y su continua movilidad “laboral”, hacen insoportable su “trabajo”. Quizá cambiarían su punto de vista, si se vieran obligados a trasladarse indefinidamente, a miles de kilómetros y por sueldos de 600 €, como hacen cientos de miles de trabajadores y trabajadoras del Estado español. Sobre todo, si cualquier protesta que realizaran fuera contestada con una buena ración de lo que ellos llaman “su trabajo”).
La realidad es que este sistema capitalista no sirve, por mucho que le reformemos, lo democraticemos o lo reconstituyamos. Un sistema capitalista que nos gobierna y nos condena al paro y la miseria sin darnos otra alternativa que salir a la calle a pelear por nuestros derechos más básicos.
Criminal es el sistema capitalista y criminales son quienes están en los poderes políticos y económicos, amasando fortunas e infringiendo un sufrimiento al pueblo, que ya no podemos seguir tolerando.
Y la explosiva situación social que se está creando, está siendo contestada desde el Gobierno con una escalada desproporcionada de la represión, en la que la brutalidad policial, las detenciones y encarcelamientos arbitrarios y la proliferación de exageradas sanciones económicas sin ningún sentido, hacen desaparecer en la práctica todos los derechos y libertades civiles.
Así las cosas, ya no se trata de un debate sobre la violencia. ¿A quién le gustan los enfrentamientos en los que puedes terminar con la cabeza abierta y los huesos rotos?, ¿quién quiere arriesgarse a terminar detenid@, enjuiciad@ e, incluso, en prisión?. Nadie escoge voluntariamente esta opción.
Pero también tenemos muy claro que, mientras unos pocos continúen ahogándose en dinero y en poder, seguiremos luchando, con todos los medios a nuestro alcance, para que nuestros hijos e hijas reciban como herencia algo mejor que la pobreza y la miseria.