Conclusiones modélicas

Conclusiones modélicas

Juan Gabalaui*. LQS. Diciembre 2019

El informe nos da una idea del concepto de democracia que se impone en las sociedades occidentales y que intentan importar a otros países, en muchas ocasiones por la vía de los golpes de estado, la guerra…

El Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) ha elaborado el informe sobre el estado de la democracia [liberal] en el mundo. El estado español aparece en el puesto decimotercero de las mejores democracias, obteniendo puntuaciones altas en los cinco atributos que miden: gobierno representativo, derechos fundamentales, control al gobierno, administración imparcial y el compromiso con la participación. El informe es muy interesante y merece la pena leerlo porque nos da una idea del concepto de democracia que se impone en las sociedades occidentales y que intentan importar a otros países, en muchas ocasiones por la vía de los golpes de estado, la guerra y la desestabilización económica. Es necesario reconocer que, por ejemplo, en las sociedades europeas existen elementos de naturaleza democrática pero, a la vez, que la suma de estos elementos no hacen democracia. Además de la convivencia con elementos de naturaleza antidemocrática como la monarquía, la existencia de megacorporaciones y otros grupos de poder, económicos y financieros, que escapan al control, y que desfiguran el concepto de democracia hasta hacerlo difícilmente reconocible.

De nada de esto habla el informe. Por el contrario sitúa a Israel en la media más alta dentro del apartado de derechos fundamentales [Pag. 220]. Es difícil de creer que un país que discrimina a sus ciudadanos por su origen étnico pueda obtener una puntuación alta en este atributo, lo cual nos lleva a pensar en qué se está midiendo o qué no se está contando. No hay ni siquiera una línea que haga mención a esta discriminación. La crítica al gobierno de Israel sobre el trato discriminatorio a ciudadanos judíos y no judíos es conocida y documentada. Los judíos etíopes han denunciado discriminación y racismo. Los palestinos, que viven en Israel, se consideran ciudadanos de segunda en un estado que se definió por ley como judío, en perjuicio de las minorías religiosas y étnicas del país. Amnistía Internacional publicó en septiembre el informe Elected but restricted: Shrinking space for Palestinian parliamentarians in Israel’s Knesset, donde denuncia las normativas y leyes discriminatorias. El gobierno de Israel, consciente del descrédito internacional, desarrolla campañas para lavar su imagen o criminalizar a sus críticos como la lanzada en septiembre de 2019 contra el Movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) al que acusa de antisemitismo. Y a pesar de todo aprueba en derechos fundamentales.

Si se hace una búsqueda sobre la palabra Israel aparece 16 veces. Si se hace sobre Venezuela, 178. Es evidente que preocupa más Venezuela que Israel. El informe considera que Venezuela representa el retroceso democrático más grave de las últimas cuatro décadas hasta el punto de considerarlo como país no democrático en 2017 [Pag. 18]. No es que antes lo fuera sino que ha pasado de un régimen híbrido, que son aquellos que no cumplen con todos los criterios propios de las democracias liberales, a uno no democrático. El sesgo ideológico se puede apreciar en uno de los comentarios que se hace sobre el autoproclamado presidente Juan Guaidó: A pesar del respaldo internacional a Guaidó, parece probable que el presidente [Nicolás Maduro] se aferre al poder mientras tenga el respaldo de los militares [Pag. 124]. La frase presenta a Maduro como un presidente que se aferra al poder a pesar de haber sido elegido en una elecciones legales y legítimas mientras que Guaidó aparece reforzado como líder de la oposición [¿democrática?] por el apoyo internacional a pesar de haber utilizado instrumentos de dudosa legalidad y nula legitimidad.

Uno podría aferrarse a informes como este para defender que en el estado español vivimos una de las mejores democracias del mundo y utilizarlo para callar a las voces críticas. Si se pone en cuestión la independencia judicial, con ejemplos concretos, podríamos enarbolar nuestro decimocuarto puesto en control al gobierno o si mencionamos la ley mordaza, alardear de nuestro decimosexto puesto en derechos fundamentales. ¡Estamos en el top 20 de las democracias mundiales! Lo que no queda tan claro es que estas maravillosas democracias construyan saturados campos de refugiados, donde se hacinan decenas de miles de personas, incapaces de crear mecanismos de acogida y asistencia dignos. No queda claro que estas democracias opten por el silencio o la aprobación de los golpes de estado, la represión policial de las movilizaciones sociales y las conspiraciones para derrocar gobiernos o eliminar adversarios políticos como ha sucedido y está sucediendo en Brasil, Venezuela, Bolivia, Chile, Colombia o Ecuador. No queda claro que esta democracia tan maravillosa no permita que el pueblo de Catalunya pueda decidir sobre qué relación quiere tener con el resto del estado español ni que se pueda decidir sobre la forma de gobierno.

Mientras escribo este texto, hay familias durmiendo en las calles de Madrid sin que las administraciones municipales y gubernamentales sean capaces de ofrecer una solución. Incapaces de proteger y acoger a los menores extranjeros no acompañados. Incapaces de garantizar el acceso a la vivienda y a un trabajo digno. Estas administraciones democráticas tienen puntuaciones muy altas en criterios abstractos pero una nota muy baja en lo concreto de las políticas aplicadas. Podemos sumergirnos en las cloacas del estado o navegar por el tsunami de los medios de comunicación que nos relatan las noticias con la voz de aquellos que les pagan. Podemos pasear por las calles y ver cómo aumenta el número de personas sin recursos básicos, hacinadas en los soportales de la plaza mayor, mientras se triplica el número de superricos. El informe The Global State of Democracy 2019 no recoge nada de esto. Lo calla. Igual que omite que Israel no respeta los derechos humanos, que Guaidó es un golpista o que en el estado español se han desviado millones de euros del erario a bolsillos privados sin posibilidad de recuperarlos [Pag. 239]. Realidades que estropean las modélicas conclusiones del #ThisIsTheRealSpain.

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