Conexión virtual ¿Desconexión real?

Conexión virtual ¿Desconexión real?
Ilustración de Abril Vivas

Por María Inés Anuch

“En vez de poner las nuevas tecnologías en el centro de las personas,
hay que poner a las personas en el centro de las tecnologías.
Hay que recuperar la esencia humana.”
Andy Stalman

Es indiscutible que la tecnología permite mejorar la calidad de vida del ser humano, resolver ciertos problemas y facilitar muchas tareas. Pero el vertiginoso ritmo del avance tecnológico también trae consigo consecuencias en distintos aspectos. En mi opinión, la consecuencia más riesgosa es el proceso de despersonalización y deshumanización que ya habíamos comenzado a transitar antes de la Inteligencia Artificial (IA).

Este temor, que puede parecer exagerado, proviene originariamente de mi incapacidad de adaptarme a sentirme tratada como un objeto en lugar de un sujeto en varias de las operaciones que a diario nos vemos obligados a hacer por medio de la tecnología.

“La proliferación tecnológica fomenta la ambición humana, lo pragmático cobra sentido, confunde el ser con el tener, prioriza al objeto y hasta cierto punto, olvida al sujeto. Cuando el lucro es la finalidad principal de las actividades tecnológicas, el resultado inevitable es considerar a las personas como instrumentos, como objetos o como mercaderías. Se constata que la tecnología de los últimos tiempos (a partir del positivismo) ha pretendido administrar las cosas y también la vida de los seres humanos.” Reflexiones filosóficas sobre la tecno¬logía y sus nuevos escenarios, Floralba Aguilar Gordón.

Nada más lejos de mi esencia, que un algoritmo, solucione o administre mi vida, reconociendo, no obstante, las muchas ventajas que me trae el uso de la tecnología. Pero existe una natural resistencia a resignarme a lo que Deleuze denomina “alisado u homogenización de la subjetividad.”

La idea de persona para la Psicología me ayudó a entender el porqué de mi rechazo:

“En la psicología se habla de persona para referirse a un ser concreto, abarcando tanto sus aspectos psíquicos y emocionales, como físicos, todos considerados como singulares y únicos. Una persona es una sumatoria de características comunicables: una personalidad, un ánimo, una forma de actuar y de sentir.” Concepto.com. Editorial Etece.

A pesar de los avances que se pregonan, todos los aspectos psíquicos, emocionales, que nos hacen singulares y únicos desaparecen frente a una máquina a la que- sin hablar aun de la IA- me veo obligada a recurrir para cualquier trámite, transacción, denuncia, consulta, donde me siento un objeto procesado por un cálculo matemático y no una persona.

Seguramente mi actitud va a ser tachada de resistente al progreso, de tecnófoba, de ignorante, pero aún no me acostumbro a ser cosificada por un aparato en el que obligatoriamente tengo que constreñirme al menú, protocolo, programa, sistema que me “facilita” la tecnología, porque mi forma de relacionarme, de interactuar, de contratar no entra en los rentables cálculos algorítmicos.

Zygmunt Bauman, lo expresó claramente “En la vida online, la capacidad de escuchar, negociar y cohabitar con otros seres humanos se ve solucionada, pues no es necesario más que apretar un botón (1).”

Pero ¿qué de la pequeña minoría que no entra en las estadísticas de resolverlo todo apretando un botón? Me siento sometida a los mismos condicionamientos si voy a contratar un servicio de catering, cambiar la dirección de un envío, hacer una operación bancaria, buscar una excursión, inscribirme en una clase presencial, etc. Irónicamente algunas contrataciones, preguntas, reclamos, trámites que hacía telefónicamente en diez minutos, ahora- para la mayoría de los casos- tengo que escribir un mail, llenar un formulario o enviar un WhatsApp (si el programa no me pide generar clave y contraseña) y esperar una respuesta . Si se trata de una adhesión incondicional a la oferta, de completar correctamente un formulario, de seguir puntualmente los pasos programados, el resultado es positivo, aunque tarde un poco. De lo contrario, no existe alternativa. Es real que la capacidad de escuchar, y cohabitar que menciona Bauman, se encuentra solucionada para un gran número de personas que, por comodidad, ignorancia, o porque simplemente no lo necesitan; jamás cuestionan nada, y adhieren a la propuesta programada de acuerdo a una mayoría convenientemente estudiada. Me pareció gráfico mencionar la siguiente anécdota: pregunté a tres amigas cómo contrataron un servicio de catering y las tres me respondieron: “Yo elegí un menú y no cambié nada”.

Un mundo tecnificado, desconectado, impersonal, distante, automatizado, donde no hay una voz, un rostro, un nombre, un responsable a quien plantearle alguna alternativa o problema. Y si milagrosamente figura un teléfono y responde una voz, la respuesta es “no me lo permite el programa”. Las máquinas son impunes excluyendo fácilmente a quienes no “entran en sus cálculos”. Mágicamente desaparece el disenso, las necesidades, ideas o circunstancias diferentes, la imposibilidad de solicitar un cambio de lo programado; todos son “contratos de adhesión”. Como somos tratados como objetos, no como sujetos, los objetos no se enferman, no piensan, no se equivocan, no tienen necesidades, experiencias ni vivencias diferentes a las programadas y para las excepciones, no hay algoritmos. En la omnicomprensiva vida on-line solo existe lo programado por algoritmos, en base a lo estadísticamente estudiado como más rentable. El resto quedamos afuera.

Sin percatarnos, convertimos a las máquinas en impunes dictadores que deciden quienes pertenecen a este mundo y quienes son desterrados. La tecnología es LA LEY a la que estamos sometidos, y los gobernantes- impotentes ante su poder- sus más fieles servidores.

Prefiero ilustrar con situaciones que me ocurrieron: decidimos en un viaje a una ciudad de Europa, ir personalmente a las agencias de turismo- que cada vez son menos- a contratar las excursiones y ante la superposición de una de ellas-no promocionada en nuestro país- con otra ya contratada en otra agencia, el empleado tomó voluntariamente el teléfono y acordó con la otra empresa que nos cambiaran el día para poder disfrutar de ambas. Conexión real vs. desconexión virtual. ¿Hay formularios para estas situaciones? Lógicamente no, la tecnología no contempla ni las subjetividades, ni las necesidades, ni las excepciones que no son rentables.

En otro caso, me llega una publicidad de un congreso presencial de filosofía, en el cual uno podía anotarse como ponente. Para ello uno debía llenar un formulario antes de determinada fecha y aportar cierta información. Ante la imposibilidad de llenar el formulario bajado por PDF, escribo a un mail de contacto donde explico el problema, aporto la mayoría de los datos requeridos y solicito un teléfono de contacto. Para mi sorpresa recibo como respuesta la misma publicidad, con el agregado “aún está a tiempo de anotarse como ponente”, pero la diferencia que ni siquiera pude abrir el PDF.

Pero si en lugar de culpar al capitalismo, a la globalización, a las nuevas tecnologías, etc. una gran mayoría se resistiera a someterse cómodamente a apretar un botón, no les hubiese resultado tan fácil el proceso de homogenización ya oficializado.

¿Lo expuesto precedentemente tiene alguna trascendencia que no sea la desconexión real, el tiempo que perdemos, privarnos de muchas cosas o la falta de adaptación a la modernidad?

Seguramente no, porque nos guste o no, lo venimos haciendo sin quejarnos desde hace unos años, pero yo lo vislumbro como el principio de despersonalización, de sometimiento, de desconocimiento de nuestra singularidad, de homogenización de nuestros aspectos únicos, psíquicos y emocionales que facilitó junto con las redes sociales– entre otras cosas-el avance vertiginoso del desarrollo de la IA y de la idea que la IA puede igualar o superar la inteligencia humana.

Es indiscutible, por ejemplo, el aporte de las redes sociales en algunos aspectos como poder contactarse con personas de lugares remotos, transmitir información, artículos, publicidad, pero si nos atenemos a la originaria finalidad para la que fueron creadas, sociabilizar de manera virtual, me adhiero al pensamiento de estos tres grandes pensadores: Chomsky (1) explica que, de alguna manera, la red crea una sensación equivocada de pertenencia y autonomía, pues al construir relaciones basadas en interacciones digitales, sólo se construye una falsa idea de amistad, superficial y limitada. Bauman, filósofo de origen polaco y uno de los principales críticos de Internet y las redes sociales, ha señalado que el éxito de portales como Facebook se debe al temor de estar solo y ser rechazado. Algo similar expresó Umberto Eco respecto a Internet (1), pues si bien considera que no se puede prescindir de él, sí crea una sensación de acompañamiento falsa. Una clara descripción de conexión virtual y desconexión real. Sin embargo, la masiva adhesión que tuvo el éxito de las redes sociales, sirvió para ayudar a caer en” las redes” de los algoritmos.

En apoyo de mi percepción, advierto que fueron los pensadores del S.XX, hablando de la técnica – ni siquiera había atisbos de la tecnología actual- quienes advirtieron su peligro para el desarrollo esencial del hombre, y si bien lo enuncian de distinta forma, coinciden en sus conclusiones:

“Por todas partes permanecemos presos, encadenados a la técnica, aunque apasionadamente la afirmemos o neguemos. Más duramente estamos entregados a la técnica cuando la consideramos como algo neutral; pues, esta concepción, que tiene hoy día gran aceptación, nos vuelve completamente ciegos para la esencia de la técnica… En otras palabras, la esencia de la técnica provoca y dispone al ser humano a una radical y ciega unidimensionalidad comprensiva. Es por todo lo anterior que no se debe pensar la amenaza fundamentalmente por el efecto destructivo de las nuevas máquinas y técnicas creadas, sino más bien debe considerarse que “la más peculiar amenaza se ha introducido ya en la esencia del hombre”. M. Heidegger

No es mi intención ahondar en el concepto de unidimensionalidad comprensiva- ni sus implicancias políticas- pero el filósofo Henry Marcuse en El hombre unidimensional, se explaya sobre la gravedad de las consecuencias que ver el mundo a través de una sola dimensión (casualmente término matemático) trae para el hombre. Marcuse refiere que la unidimensionalidad es resultado de la transformación de la persona en instrumento, de la consumación de su enajenación y cosificación; es decir, la entrega voluntaria de su libertad y necesidades. “Esto da como resultado un universo «unidimensional» de pensamiento y comportamiento,….] en el que la aptitud y la capacidad para el pensamiento crítico y el comportamiento de oposición se desvanecen” (2).

En “La crítica a la técnica en Arendt”: una interpretación acerca de lo imprevisible de Catalina Barrio (3) leemos: “El trabajo aborda tres problemáticas o supuestos acerca de la técnica y la producción técnica en el pensamiento de Hannah Arendt. La primera es que todo objeto producido o artefacto condiciona la reflexividad del individuo actuante. La segunda que toda acción pensada desde la era técnica conduce a consecuencias llamadas “imprevisibles”. Y la tercera es que existe un momento de decisión previa a toda producción artefactual, que debido a sus consecuencias imprevisibles escapan a los principios que la regulan.” Tres conclusiones proféticas de la tecnología: condicionar el poder de reflexión; consecuencias imprevisibles, tanto así que escapan de los principios que las regulan.

“La tecnología se encuentra en continuo devenir, está cambiando de manera acelerada conforme a las necesidades del ser humano y a las circunstancias históricas. Para nadie es desconocido que la tecnología obedece al proceso histórico-cultural y económico de las sociedades. Por ello la tecnología siempre será contemporánea a la generación humana a la que pretende responder.” “Reflexiones filosóficas sobre la tecno¬logía y sus nuevos escenarios”. Floralba Aguilar Gordón

Evidentemente es indispensable indagar sobre las necesidades del ser humano en el contexto actual, para preferir ser tratado como un objeto, para no cuestionar ni rebelarse ante nada, para rendirse placenteramente al proceso de homogeinización. Quizá sea más comprensible en las generaciones nuevas que no conocieron otra cosa, pero las generaciones anteriores ¿no sintieron, no se apasionaron, no tuvieron ideales, no conocieron personas ejemplares a imitar, no tuvieron experiencias trascendentes, no experimentaron conexiones reales, como para terminar fácilmente rendidos a las trivialidades virtuales de tik tok?

Me preocupa, reitero- sobre todo para las nuevas generaciones- el proceso de despersonalización, de ausencia de reflexión sobre las consecuencias imprevisibles, de autonomía, de libertad, de alternativa, de disenso, de humanidad. Y su lógica consecuencia, la conexión virtual sin la educación y experiencia necesaria, nos desconecta de la realidad, donde se incrementa la desigualdad, la injusticia, la falta de solidaridad, la guerra…

Nunca en la historia fue tan fácil someternos, cosificarnos, automatizarnos, disciplinarnos, esclavizarnos, porque jamás fuimos obligados a ello. Por el contrario, desde la masiva participación en las redes sociales, voluntaria y felizmente fuimos exponiendo nuestros gustos, nuestras emociones, nuestra intimidad para ser inteligentemente procesados por cálculos matemáticos cuyo resultado “dispone al ser -humano a una radical y ciega unidimensionalidad comprensiva.” En palabras de Heidegger.

Y sin embargo nunca como ahora, el hombre tuvo a su alcance la posibilidad de informarse, de comparar, de pensar críticamente, gracias a la tecnología; sin embargo eligió rendirse a la facilidad de lo que le ofrecen empaquetado, sea información, productos, entretenimiento, conocimiento.

Líderes de la tecnología tales como Bill Gates, Tristan Harris, Elon Musk alertaron sobre los riesgos de la nueva tecnología y de cómo esta podría afectar el futuro. “Apelan al shock porque quieren anticiparse a potenciales efectos tóxicos del IA, no solo en términos de ciberseguridad, sino también en su incidencia dañina sobre las relaciones sociales y la consecuente deshumanización del usuario.”

¿Puede la IA superar a la inteligencia humana? Mi respuesta que visceralmente hubiese sido no; hoy percibo que mientras las conexiones virtuales superen a las reales y las nuevas generaciones sigan creyendo que comunicarse es escribir por WhatsApp , que relacionarse con los demás es acumular likes en las redes sociales, que los modelos a imitar son los influencers, mientras desconozcan la posibilidad de disentir, de pensar críticamente , mientras se progrese gracias a nuestra autoesclavitud a los sistemas programados, y nos reafirmemos en una unidimensionalidad comprensiva que nos catapulta a un exitoso proceso de homogenización, posiblemente Sí, la IA va a superar a la adormilada Inteligencia Humana.

“El verdadero peligro no es que las computadoras comenzaran a pensar como los hombres, sino que los hombres comenzaran a pensar como las computadoras”. Sydney J. Harris, periodista y columnista estadounidense.

“Conviene tener presente que considerar la tecnología por la tecnología es un tipo de saber reduccionista cuando no va inserto en conceptos más amplios como el concepto de educación en general, concepto a su vez inseparable de la idea de hombre. Lo importante del uso de la tecnología es “saber hacer” y “saber por qué y para qué hacerlo así”….“A su vez, es preciso afirmar que el fundamento último de la educación y de la tecnología radica exclusiva¬mente en el hombre, pues no podemos hablar de educación, ni de tecnología sin un sujeto histórico social situa¬do en un contexto en el que piensa, genera, transforma, construye y actúa. Pues el significante “ser humano” lleva consigo una diversidad de manifestaciones inherentes a su propia naturaleza, no en vano, el hombre es considerado como un ser multidimensional; esto permite comprender que el concepto “ser humano” recoge y recapitula las diversas manifestaciones semióticas como: lo educando, lo técnico, lo consciente, lo inconsciente, lo filosófico, lo jurídico, lo social, lo moral, lo científico, lo religioso, lo artístico, lo político, etcétera (cfr. Fullat, 2000: 27) “Reflexiones filosóficas sobre la tecnología y sus nuevos escenarios”, Floralba Aguilar Gordón*

“Temo el día en que la tecnología sobrepase a la humanidad.
El mundo solo tendrá una generación de idiotas.”
A. Einstein

Notas:
1.- Las redes sociales y los filósofos.
2.- Wikipedia. El hombre unidimensional.
3.- Catalina Nora Barrio es Profesora en Filosofía por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP). Actualmente se encuentra realizando el doctorado en Filosofía cuyo tema de investigación se titula “Los juicios reflexivos como juicios políticos en Hannah Arendt”, dirigida por la Dra. Susana Raquel Barbosa y co-dirigida por el Dr. Diego Parente.
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