Contra la libre decisión de los catalanes ¡nacionalismo español!
Mikel Itulain*. LQS. Mayo 2019
El discurso que emiten políticos y medios parece sobreentender que el nacionalismo, un fenómeno siempre retratado en clave negativa, tiene por fuerza que corresponder a los otros. Nosotros somos, en cambio, en el mejor de los casos, pulidos patriotas que defendemos la democracia y la pluralidad. No preciso agregar, creo, que eso es un cuento de hadas
Los nulos “argumentos” para tratar de impedir que los catalanes decidan su futuro político se agarrarán a lo que sea, sin importar lo falso que esto fuera.
Que si a España le quieren hacer como a Yugoslavia, sin querer tener presente que nada tienen que ver la una con la otra. La primera un estado antisocial al servicio y orden de las oligarquías internas y especialmente de las externas, de las norteamericanas (1), y la segunda uno social e independiente y por eso perseguido y destruido mediante la guerra económica y militar de las mencionadas oligarquías.
Que si un magnate de esos sin escrúpulos, Soros, ha metido sus narices en tal o cual organización catalana, sin querer ver, una vez más, que lo que ocurre en Cataluña no es una “revolución de color” que viene de afuera promovida por el entramado corporativo industrial y financiero, sino un deseo histórico y actual de ese pueblo tan decidido como capaz.
Que si es la burguesía la que ha empujado a esta actitud, cuando la verdaderamente poderosa burguesía es la que se ha opuesto, la que ha amenazado y ha llevado a la práctica sus amenazas llevándose sus empresas a España, y cuando es gente de todo el espectro social y la mayoría absoluta de los Ayuntamientos de cada localidad quienes quieren decidir por sí mismos y que no lo hagan otros por ellos. Marx, Engels o Lenin no apoyaban los intereses de las clases privilegiadas, pero siempre respaldaron los movimientos o acciones de la burguesía que pudiesen acabar con un régimen muy negativo hacia los más desfavorecidos, porque representaban una oportunidad real y de la que no se podía prescindir para el cambio social (2).
Que si una Cataluña libre no sería un estado diferente a otro cualquiera de la Europa capitalista occidental. Vaya “razonamiento”, siguiendo este, ¿qué tendríamos que hacer entonces con España? La respuesta a la primera no la sabemos, a la segunda se la dejo a ustedes.
Lo cierto es que tenemos por ejemplo a personas como: Jordi Sánchez o Jordi Cuixart, que llevan ya 575 días presas. Oriol Junqueras y Joaquim Forn acumulan 558, Dolors Bassa, Raül Romeva, Jordi Turull y Josep Rull 449 cada uno de ell@s, Carme Forcadell 417, y est@s son las caras más conocidas de l@s pres@s polític@s, y luego los exiliados que huyen para no ser encarcelados: Carles Puigdemont, Antoni Comin, Lluis Puig, Meritxell Serret, Clara Ponsati lejos de sus casas ya hace 561 días, Anna Gabriel 448 o Marta Rovira 417 (3).
Y ahí tenemos a los políticos españoles, de uno y otro signo, diciendo que no, que los catalanes nunca podrán decidir su destino. Estamos, no nos engañemos más, ante el secular nacionalismo intransigente español, tan intolerante como fanático e hipócrita, del que ya les hablé y les vuelvo a recordar.
Así, muchos españoles parecen no querer comprender que si tú ya tienes una nación que defiende tu cultura y la historia de tu cultura, das por asumido que eso es lo normal, que de algún modo de esa forma tiene que ser. No teniendo en cuenta que aunque las cosas sean efectivamente así, podían haber sido de otra forma. Les pongo un ejemplo inesquivable, en este caso para el nacionalismo español, el de Portugal. Porque de no haber podido responder con la fuerza militar suficiente a la invasión castellana, hoy los libros de historia y los de escuelas, institutos y universidades nos hablarían de cómo una unidad geográfica, la península ibérica, conducía inevitablemente a una unidad política y lingüística. Sin embargo, vemos que la realidad es más compleja y ellos no tienen un rey español, no son súbditos de ningún rey, y hablan portugués. Lo mismo podía haber sido y puede ser para otra cultura o nación de este espacio geográfico.
En la mentalidad de los españoles está muy enraizada la creencia de que algunos nacionalismos, como el vasco o el catalán, son insolidarios, que no buscan la unidad, sino el egoísmo y la separación; sin pararse a pensar que seguramente no sea así, y que lo que quieren sea libertad y respeto a su cultura y lengua, sin pedir permiso para usarlas y sin estar continuamente luchando por su pervivencia, pues son diferentes a la que vino de Castilla, y tal vez decidir ell@s su futuro sin que se lo obliguen y dicten otros
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España no ha sido ni es un marco donde abunden las libertades políticas y tampoco la bonanza económica, consecuencia de su carácter ultrarreaccionario y de su servilismo a sus poderosas clases dirigentes, que se traduce en su desastrosa desigualdad social y la pobreza tan extendida y tan históricamente presente. En esa situación y sin expectativas de futuro, seamos sinceros, cualquier persona o colectividad libre tomaría rumbo propio.
Como comenta Carlos Taibo, que llevó a cabo una recopilación multidisciplinar de numerosos expertos sobre diferentes aspectos del nacionalismo español (4), estos nacionalistas, que no reconocen que lo son, se sienten cómodos porque lo tienen todo preparado a su disposición, pareciendo su postura neutra y equilibrada, cuando en verdad no lo es. Pero cuando tienes a tu servicio y merced al sistema educativo que inculca tu ideario, a las instituciones políticas, a los grandes propietarios y las grandes fortunas, con sus medios de comunicación y dinero, promulgándolo, a las fuerzas de seguridad para defenderlo y si es preciso imponerlo, parece lo natural que así sea, que es el orden de cómo son y deben ser las cosas; aunque, evidentemente, y por mucho que lo repitan, no lo sea.
Está tan enraizado ese nacionalismo español por esa presencia ubicua, ayudado también porque la izquierda en España abandonó su carácter de izquierda sustentando al sistema clasista fruto de la sublevación militar del 36 y con ello también la defensa de la libertad de las naciones, que se ha asimilado de forma inconsciente, llegando al punto de negar lo evidente.
“El discurso que emiten políticos y medios parece sobreentender que el nacionalismo, un fenómeno siempre retratado en clave negativa, tiene por fuerza que corresponder a los otros. Nosotros somos, en cambio, en el mejor de los casos, pulidos patriotas que defendemos la democracia y la pluralidad. No preciso agregar, creo, que eso es un cuento de hadas” (4). En todo discurso de la idea o poder dominante o hegemónico, destaca siempre su hipocresía y también su intolerancia. El nacionalismo español no podía ser menos y hace gala de las dos: niega lo que es y no permite que otros dispongan lo que él tiene.
Por supuesto, ustedes dirán que en el espectro político de la rojigualda no todo es igual y efectivamente así es. Hay diferencias notorias en el modo de comportarse, pero hay un fondo común de barreras infranqueables en sus mentes. Para ellos es indiscutible la unidad nacional. Podemos remontarnos hasta la Segunda República, desde Calvo Sotelo diciendo antes roja que rota, a Juan Negrín, del PSOE y Presidente de la II República en el exilio. Este descalificaba a los deseos de una nación catalana como “separatismo estúpido y pueblerino”, y que él luchaba por la grandeza de España, llegando a afirmar que antes cedería el paso a Franco que permitir separaciones, vamos la amenaza de Calvo Sotelo de antes roja que rota. Azaña pensaba de similar forma y hoy en día el común denominador de la santificada y artificial indivisibilidad continúa a diestra y siniestra: “….siendo el nacionalismo que hoy preconiza el PP [o Ciudadanos] el más vistoso, incurriríamos en un grave error si no apreciásemos la huella, a menudo poderosísima e irritante, del nacionalismo español en muchas de las posiciones del PSOE y, con frecuencia, también en las de IU [o Podemos]”(4).
Ángeles Maestro retrata bien a los representantes actuales de la izquierda española y su oposición a que l@s catalanes puedan decidir libremente ell@s mismos y no otros su destino político: “Los burdos argumentos esgrimidos por Garzón, Frutos y Lara intentan cubrir las vergüenzas de una izquierda que vendió su esencia revolucionaria y su coherencia de clase en la Transición. Sus dirigentes siguen buscando el efímero lugar al sol que les concede el poder por los servicios prestados, considerándoles ‘hombres de Estado’ entonces, o ahora, invitándoles a sus tertulias” (5).
Denle las vueltas que quieran, pero no hay nación ni gentes libres que opriman a otras naciones o a otras gentes.
PS: Marx y la izquierda tricornio
Notas:
1.- Alfredo Grimaldos. La CIA en España. Debate. 2006.
2.- V.I. Lenin. El derecho de las naciones a la autodeterminación. 1914.
3.- Libertat presos polítics catalans!
https://catalansalmon.com/campanyes/llibertat/
4.- VV.AA. Nacionalismo español. Esencias, memoria e instituciones. Catarata. 2007.
5.-Ángeles Maestro. Los comunistas ante el agujero negro del nacionalismo español. Público. 15.11.2017.
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