¿Cuánto valen las monedas y los billetes?

Antoni Puig Solé*. LQSomos. Junio 2015

Cuando Marx analiza el rol del dinero, toma como punto de referencia las monedas de oro y dice que son una mercancía particular con su correspondiente valor y con la virtud de expresar el valor de todas las demás mercancías, lo que las convierte en equivalente general.

Pero el dinero de hoy en día no son las monedas de oro ni tienen la condición de mercancía: entonces, ¿cómo es que siguen siendo signos de valor y actúan como equivalente general?

Las monedas actuales se aceptan por “confianza” ya que sólo tienen un “valor” ficticio. La “confianza” es siempre un factor importante en el capitalismo y en el plano monetario, lo es en particular. Si la gente deja de creer que las monedas y los billetes tienen “valor”, entonces no servirían para nada, ya que no son otra cosa que un trozo de papel o de metal de baja calidad con algunas imágenes y una firma.

Además, estos signos de valor pueden subir y bajar e incluso pueden llegar a no valer casi nada si se produce una situación de hiper inflación. Esto no sucedía con las monedas de oro. El valor del oro no ha bajado nunca a cero en los últimos miles de años.

Desafortunadamente, la mayoría de personas desconoce la obra de Marx (la clase dominante mira que no se difunda, y “la izquierda” no ha sabido utilizar adecuadamente). He aquí la razón por la que son muchos los que piensan que el “valor” de la moneda permanece constante, mientras que el valor del oro y de las demás mercancías está cambiando.

Esta forma de razonar impide darse cuenta de que, por regla general, el valor de las mercancías tiende a disminuir con los incrementos de productividad que casi nunca dejan de producirse. Las clases dominantes están interesadas en propagar este desconocimiento que les permite robar a las clases trabajadoras inflando la moneda, sin que la gente se dé cuenta de que su situación social está empeorando.

Mientras las monedas eran de oro e incluso cuando se respetaba el patrón oro, los estados no podían imprimir moneda a su antojo. Ahora, en cambio, los gobiernos están imprimiendo grandes cantidades de “dinero” y cuanto más potentes son más dinero imprimen.

Esta política de la impresión ilimitada de “dinero” es apoyada principalmente por los bancos, pero también tiene el apoyo de los capitalistas industriales, ya que así la moneda se deprecia y el salario del trabajador se deprime. Por tanto, los costes laborales se hacen más pequeños, la “competitividad” se restablece y las exportaciones aumentan. Todos los estados quieren hacer lo mismo. De ahí la frase “guerras de divisas”.

El dólar, el euro, el yen, etc. actúan como expresión de valor para que la gente se lo crea y los utilizacen. Pero a medida que estas monedas se están inflando hay quien está empezando a pensar que “son una farsa”. Esta es la razón por la que algunos ciudadanos de a pie, y los bancos centrales -especialmente los del mundo no occidental- están comprando oro a un ritmo creciente.

Es interesante recordar que Saddam Hussein, Gadafi y Ahmadineyad intentaron vender su petróleo en una moneda distinta del dólar y esto EEUU no lo podía tolerar. Las guerras pueden ser costosas, pero mantienen el mundo en su lugar, utilizando los dólares como un “medio de pago” en las transferencias de mercancías en el ámbito internacional y aceptándolos como si fueran dinero de verdad.

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