Daesh, crece en territorios subsaharianos
Guadi Calvo*. LQS. Octubre 2020
Daesh se ha adjudicado la responsabilidad en la fuga de unos 1.300 hombres de la prisión central de Kangbayi, en la ciudad de Beni, en el este de la República Democrática del Congo (RDC) donde, en 2017, unos 500 terroristas habían logrado escapar tras un motín
Dos informaciones sobre la presencia del Daesh en África Subsahariana, evidencia que los hechos que se están produciendo en la provincia mozambiqueña de Cabo Delgado, desde 2017, no es un fenómeno aislado, sino que es parte de una escalada que amenaza con reproducir el fenómeno que comenzó en abril de 2012 en el norte de Mali y hoy se ha extendido a Níger y Burkina Faso, además de amenazar a Chad, Mauritania y Costa de Marfil.
Daesh se ha adjudicado la responsabilidad en la fuga de unos 1.300 hombres de la prisión central de Kangbayi, en la ciudad de Beni, en el este de la República Democrática del Congo (RDC) donde, en 2017, unos quinientos terroristas habían logrado escapar tras un motín.
En un comunicado, Daesh informa que la operación fue realizada por su franquicia en ese país conocida como Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), una fuerza originalmente fundada en 1985, para derrocar al gobierno de la vecina Uganda y que a mediados de los noventa se alineó con fuerzas takfiristas, relanzado sus acciones a partir de 2013. En febrero de 2018, tras el asalto a un campamento de las ADF en proximidades de Beni, requisaron documentos, material publicitario y libros que los vinculaban con Daesh.
Previo al asalto a la prisión que se produjo el pasado lunes veinte, los muyahidines atacaron una base militar cercana. En el comunicado del grupo dirigido Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurashi –quien el próximo 31 de octubre cumplirá un año como emir de la organización tras la muerte del fundador Abu Bakr al-Baghdadi–, explican que la liberación se llevó a cabo como parte de la campaña anunciada el pasado 18 de este mes: “Responde la llamada” tras la exitosa operación del 2 de agosto en Jalalabad, Afganistán, donde la franquicia conocida como Willat Daesh Khorasan, atacó una prisión de donde escaparon unos mil milicianos, que en su gran mayoría, según las fuerzas de seguridad afganas, fueron recapturados. En el mensaje del día 18 el emir dice claramente que: “todos los militantes deberán derribar los muros de las prisiones que contengan a sus hermanos, para destruir al Tawaghit (tirano u opresor) y sus fortificaciones.
La ADF, a través de un comunicado, en el que se autodenomina parte de la Wilāyat Wasat Ifriqiya o (WWI) (Provincia Islámica de África Central) suscriptos al Daesh, también reconoce su responsabilidad respecto al asalto a la prisión, que también fue catalogada como centro de torturas. La primera operación del Daesh en la RDC, se produjo en marzo del año pasado y desde entonces se lo ha vinculado a unos setenta ataques más, en los que ya han muerto unas mil personas, mientras otras 500 fueron secuestradas por los insurgentes.
Desde octubre del año pasado en toda la región de Beni e Ituri, las Fuerzas Militares de la República Democrática del Congo (FARDC), lanzaron una serie de operaciones de gran envergadura contra las Fuerzas Democráticas Aliadas habiendo producido un gran número de muertos entre la población civil, que son disimulados entre los muyahidines y enterrados sin identificar, como en la zona de Oicha, Kamango y en el área Mayi-Moya, donde los choques entre el ejército y la khatibas terroristas se han multiplicado al igual que las denuncias de familiares de los “desaparecidos”, que no han sido atendidas por el gobierno del presidente Félix Tshisekedi.
Desde el inicio de las operaciones de las FARDC, los integristas abandonaron sus bases y se segmentaron en pequeños grupos con más capacidad de movilidad y han comenzado a actuar con más virulencia contra la población civil.
Tanzania, una nueva oportunidad
El pasado 14 de octubre, unos trecientos muyahidines atacaron la aldea de Kitaya, en la región de Mtwara, un área particularmente rica en gas, en el sur de Tanzania, en proximidades de la frontera con Mozambique. La aldea atacada se encuentra a orillas del río Ruvuma, que sirve de frontera a ambas naciones. También se informó que hubo ataques contra la aldea Mahembe, a unos ocho kilómetros de la primera, aunque no se conoce si hubo víctimas.
Tras rodear el poblado los takfiristas habrían decapitado a unas veinte personas, tras lo que saquearon algunas viviendas destruyeron un vehículo blindado, además de hacerse con dinero y equipo militar. Según algunas informaciones los atacantes también habrían asesinado a tres militares tanzanos.
El Daesh global se adjudicó la operación apenas unos días después.
Este tipo de acción sería la primera que se registra en el país, aunque las autoridades creen que algunos de los hombres que participaron, de origen tanzano, también fueron responsables de los asesinatos que se produjeron en la ciudad costera de Kibiti en 2017. En 2019 fueron asesinados seis agricultores en un sector próximo a la aldea atacada el pasado día 14, pero en esa oportunidad ninguna organización de atribuyó la acción.
La khatiba atacante se cree que pertenece al grupo insurgente Ahlu Sunnah Wa-Jamo o Ansar al-Sunna (Seguidores del Camino Tradicional o Defensores de la Tradición), que opera en Mozambique desde 2017 y que comúnmente, a imitación de la banda terrorista somalí, son llamados al-Shabbab. Desde su aparición han asesinado a más de 2.100 personas, lo que obligó al desplazamiento de otras 310.000.
Las autoridades tanzanas se han puesto en marchar para ubicar a los responsables del ataque a la aldea de Kitaya, aunque todos coinciden en que los asaltantes ya están de vuelta en Mozambique, cuyo sector norte hoy es prácticamente un santuario terrorista, y a donde las autoridades de Maputo no tienen ningún acceso y ni control. Aunque la policía tanzana ha informado que ya realizó una serie de arrestos que incluyen tantos locales como extranjeros relacionados con el ataque.
También se conoció que los asaltantes se encargaron de aclaran que no estaban vinculados a las próximas elecciones que se desarrollarán en Tanzania, asegurando que: “No tenemos nada que ver con las próximas elecciones. Estamos aquí y vamos a matar y dejar las cabezas en el camino. Son cerdos. Allah Akbar (Dios es grande). Somos los al-Shabbab de Mozambique y estamos aquí para enseñarles nuestra doctrina”. En uno de los videos se pudo ver a un muyahidín rompiendo un cartel publicitario del presidente tanzano John Magufuli, quien se presenta para competir por su reelección.
Se cree que los terroristas actuaron en venganza porque tropas tanzanas han intervenido en territorio mozambiqueño para contener a los insurgentes. Además de enviar a la frontera importantes contingentes militares para evitar lo que evidentemente no pudieron hacer en Kitaya.
El nuevo cuadro de situación debe poner en alerta a las autoridades de Dodoma, ya que no muy lejos de la aldea atacada se encuentra la ciudad de Mtwara, de aproximadamente cien mil habitantes, y donde cualquier acción terrorista podría provocar muchísimas más víctimas.
Tanzania, históricamente ha desarrollado planes de contención al fundamentalismo del sur del país, logrando dispersar algunos núcleos duros, por lo que no sería extraño que los takfiristas tanzanos ya estuvieran relacionados con sus hermanos mozambiqueños y las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) de la República Democrática del Congo, cuyas acciones, como hemos visto, apuntan a fortificar esa ‘cabeza de playa’ que el Daesh está intentando abrir en el lado oriental de África Central.
* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
África – LoQueSomos
Síguenos en Facebook: LoQueSomos Twitter@LQSomos Telegram: LoQueSomosWeb