De Campoamor a Quim Torra
Arturo del Villar*. LQS. Junio 2018
Los españolistas furibundos, que constituyen la inmensa mayoría de los vasallos de su majestad el rey católico, y además controlan los medios de comunicación a escala nazional, tienen en marcha una incansable campaña de desprestigio contra Quim Torra, el presidente de la Generalitat de Catalunya, como contra todo lo catalán. Se saben muy seguros y fuertes, al estar azuzados por el rey católico nuestro señor, según lo manifestó en el inolvidable discurso del 3 de octubre de 2017. Para que sea inolvidable lo tiene colgado permanentemente en su página web la Casa de Su Majestad el Rey, como advertencia a quienes intenten opinar libremente en el reino. Aquí las consignas se cumplen, o la mazmorra está abierta, o expedito el camino del exilio. Siempre fue así en la historia de España, desde los reyes godos.
Una de las peores acusaciones que echan en cara a Torra es un comentario sobre los idiomas que publicó en un diario catalán, El Singular. Apareció en 2008, es decir, hace diez años, porque el fascismo tiene sus informes presentes en todo momento, como el discurso del rey. En un párrafo decía: “Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias”, lo que interpretan los españolistas como una alusión a quienes nos expresamos habitualmente en castellano. Se indignan mucho y reclaman la cabeza de Torra, como si todavía siguiera Barcelona ocupada por el exgeneral Yagüe, que es lo que les gustaría.
Claman contra él porque entienden que se refería al castellano como el habla de las bestias, y lo consideran un gravísimo insulto intolerable. Los extremistas de derechas son muy brutos, no conocen otra jerga que la dialéctica de los puños, la única que les sirve para comunicarse, y la aplican con total impunidad, puesto que su majestad el rey católico nuestro señor piensa, si eso es pensar, como ellos. Mataron a la inteligencia para que no les estorbara, por lo cual actúan con libertad total para impedir la libertad de los demás.
Campoamor lo escribió
Sería inútil intentar explicarles que Torra no hizo más que seguir una idea expuesta en verso por Ramón de Campoamor. Son ignorantes en verso y en prosa. De Campoamor saben únicamente que da nombre a un teatro de Oviedo, en el que se celebra la mascarada de entregar los premios Princesa de Asturias. Y eso que fue un acérrimo partidario de la golfísima Isabel II, consejero del reino, diputado a Cortes, senador, conservador a ultranza, y se batió en duelo a espada con el republicano almirante Juan Bautista Topete, al que venció. Claro que será mejor no preguntar a sus majestades los reyes nuestros señores si han leído alguno de los muchos libros escritos por Campoamor.
Yo sí los he leído, y he encontrado en ellos la inspiración de Torra para referirse a la lengua de las bestias. La copla número cclxxiii de las “Humoradas, Primera parte”, en la edición de Humoradas, cantares y fábulas, volumen impreso en Madrid por cuenta del autor, sin otra indicación bibliográfica que “Administración, Fuencarral, 119 primero”, y sin fecha, dice así:
Lengua de Dios, la poesía es cosa
que oye siempre cual música enojosa
mucho hombre superior en lo mediano,
y en cambio escucha con placer la prosa,
que es la jerga animal del ser humano.
Campoamor no hizo distingos entre los diversos idiomas hablados en el mundo en su tiempo, que serían aproximadamente los mismos que en el nuestro. En su opinión todos los que se expresan en prosa utilizan la jerga animal, y por lo común fuera de los teatros todos nos comunicamos en prosa, como descubrió Monsieur Jourdain con gran sorpresa. (Aclaración para los extremistas de derechas: se trata del protagonista de Le Bourgeois gentilhomme; para más información consulten la Wikipedia, en el improbable supuesto de que quieran culturizarse un poco)
Clases de jergas
De modo que para Campoamor la prosa “es la jerga animal del ser humano”, en castellano, catalán, inglés y hasta en bable. Ya advirtió Gonzalo de Berceo en los orígenes del castellano: “Quiero fer una prosa en roman paladino, / en qual suele el pueblo fablar a su vezino”, y desde hace ocho siglos les parece un propósito excelente a todos los historiadores de la literatura, incluida la reina Leti, que es muy versada en poesía medieval, según ella dice, y se comprende que le interese, porque sólo como residuo medieval se explica la monarquía en nuestro siglo.
Por lo tanto, Quim Torra no hizo otra cosa que actualizar una idea de Campoamor cuando escribió que en su nación se escuchaba hablar a las bestias, lo mismo que en España y en Colombia, por poner un ejemplo de bien hablantes. Los extremistas de derechas son muy ignorantes, no saben quiénes fueron Berceo ni Campoamor, ni falta que les hace para expresarse con la dialéctica de los puños. Sin embargo, a los periodistas se les supone una cierta cultura, puesto que han pasado por la Universidad, y debieran saber que el comentario de Torra no fue más que una adaptación del pensamiento de Campoamor, por lo que están fuera de tono las críticas que le hacen, obedeciendo órdenes superiores. Deben respeto a Campoamor, una personalidad literaria indiscutible, y por ende a Torra, su adaptador.
Bien es vedad que ninguno de ellos es capaz de utilizar con propiedad la lengua divina de la poesía; a lo más se les escapa un ripio de vez en cuando. Yo también escribo ripios, pero lo hago conscientemente, ya que el ripio permite la burla del retratado con mayor eficacia que si se hace en la jerga animal. Habría que organizar unos cursillos de educación para adultos, destinados a los extremistas de derechas. Pero a ver quién les ordenaba acudir a seguirlos.
* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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