¿Cambio? ¿Qué cambia?

¿Cambio? ¿Qué cambia?

Arturo del Villar*. LQS. Junio 2018

Algunos medios de comunicación destacan la palabra cambio en sus crónicas, sobre la moción de censura que ha echado por fin al Marciano Rajoy, presidente del partido llamado Popular, de la jefatura del Gobierno, para entronizar a Perico Sánchez, secretario general del partido que se dice Socialista Obrero, apodado El Bobo de Soria por haber afirmado en un mitin que Machado nació en esa ciudad. Aquí no va a cambiar nada, porque el que cambió hace 39 años fue el Partido Socialista Obrero fundado en 1879 por Pablo Iglesias Posse, apodado El Abuelo.
Era un partido republicano, marxista y ateo. Gracias a la conjunción republicano-socialista Iglesias fue elegido diputado por Madrid en 1910, y repitió en las elecciones posteriores hasta 1923, en tanto otros socialistas entraban también en el Parlamento. La conjunción republicano-socialista logró el triunfo el 12 de abril de 1931, y dos días después se proclamó la República Española.

Republicanismo, marxismo y ateísmo fueron las señas de identidad del Partido Socialista Obrero en la democracia y en la clandestinidad, hasta que resultó elegido secretario general Felipe González Márquez, quien en el XXVIII Congreso celebrado en 1979, consiguió arrebatarle sus señas de identidad, para convertirlo en una mafia monárquica, burguesa y confesional. La S dejó de significar en sus siglas Socialista para indicar Sobornador. La mafia se dedicó al asesinato con la creación de los Grupos Antiterroristas de Liberación, GAL, en 1983, y al robo con la fundación de empresas ficticias, como Filesa. Altos cargos socialistas, incluso ministros, estuvieron implicados, pero los jueces no se atrevieron a procesar a González, y la oposición prefirió evitar al reino la vergüenza de encerrar a un presidente en la mazmorra por criminal y ladrón; seguramente también porque ya estaba haciendo lo mismo.
Una de las peores traiciones del padrino González consistió en prometer en 1982 que si era elegido jefe del Gobierno sacaría a España de la Organización Terrorista del Atlántico Norte (OTAN), pero cuando alcanzó el poder reforzó su pertenencia en 1986, y hasta colocó a uno de sus secuaces más inmorales en la secretaría general. En las siglas del PSOE la O dejó de significar Obrero para referirse a la OTAN. Los innumerables escándalos de corrupción le hicieron perder las elecciones generales en 1996, ganadas por el Partido Popular.

Sánchez gana y pierde

Los sucesivos dirigentes de la mafia socialista continuaron el modelo implantado por González, y el partido dejó de ser republicano, marxista y ateo, e incluso de ser un partido político. En las elecciones internas de la mafia celebradas en 2014 para designar al padrino con carácter de secretario general triunfó Pedro Sánchez, quien terminó la obra de demolición iniciada por González. En las elecciones generales de 2015 sufrió el mayor descalabro de su historia, lo que llevó a 17 miembros de la Ejecutiva Federal a dimitir. Ante el caos continuado y un déficit de 75 millones de euros, el Comité Federal forzó el 1 de octubre de 2016 la dimisión del inútil Sánchez, quien el día 29 renunció además a su acta de diputado.
Esa caricatura en que había derivado el partido fundado por Pablo Iglesias Posse estaba sin cuadros, lo que explica que el 21 de mayo de 2017, en las elecciones primarias a la secretaría general, triunfase El Bobo de Soria. El XXXIX Congreso confirmó su cargo en el mes de junio. Con el único afán de llegar a presidir el Gobierno, hizo gala de su monarquismo, apareció en los mítines ante una enorme bandera borbónica, ajustó su manera de vivir a las costumbres burguesas, renegó del marxismo, olvidó el significado del socialismo, y compartió sonrisas con los jerarcas catolicorromanos. Así ha conseguido por fin este 1 de junio de 2018 convertirse en jefe del Gobierno de su majestad el rey católico Felipe VI.

Es una ingenuidad estúpida suponer que este ignorante ávido de poder vaya a cambiar algo en la herencia dejada por González y por Rajoy. Ni quiere ni puede, ya que ese residuo que dirige se halla escindido en familias enemistadas. Por su conveniencia necesita no introducir cambios sustanciales. Un lavado de caras y una política continuista.

Las cuentas pendientes

Si fuera verdaderamente socialista lo primero que haría es convocar un referéndum, para que los españoles podamos decidir la forma de Estado preferida, sin la obligación de mantener la monarquía del 18 de julio instaurada por el dictadorísimo. No lo hará, porque sabe que el resultado llevaría a la República, como sucedió en Italia y en Grecia en casos semejantes, y eso repele a su vocación de servilón borbónico envuelto en su bandera.
Si fuera verdaderamente socialista repetiría la conjunción republicano-socialista que fue tan beneficiosa para España, evitando que las asociaciones republicanas existentes en el reino sufran todas las penurias y persecuciones posibles, concedería una amplia amnistía para que los sentenciados por los presuntos delitos de “ofensas a la Corona” fueran liberados de las mazmorras en donde cumplen condena, y pudieran regresar los exiliados políticos deseosos de mantener su libertad. No lo hará, porque le conviene la continuidad de la censura para evitar que se analicen a fondo los casos de corrupción por los que están investigados tantos dirigentes de la mafia que ahora controla él, de modo que la libertad de expresión le parece peligrosa.
Si fuera verdaderamente socialista sacaría a España de la OTAN, cumpliendo la promesa quebrantada por su predecesor González, y además ordenaría el regreso inmediato a España de los militares que cumplen misiones colonialistas a su servicio en países con los que no habíamos tenido ninguna relación, y por lo mismo no tenemos ningún contencioso, y asimismo cerraría las bases gringas de misiles nucleares, que convierten a España en blanco obligado en caso de conflicto bélico, muy probable a la vista del panorama político internacional. No lo hará, porque la vocación de los sociatas consiste en mostrarse lacayos del emperador de turno en los Estados Bandidos de América, según se vio hacer a su predecesor José Luis Rodríguez Zapatero, que compensó el permanecer sentado al paso de la bandera gringa corriendo a humillase en la Casa Blanca ante el emperador.

Los extremistas mandan

Si fuera verdaderamente socialista anularía los acuerdos firmados en 1979 por la extinta Unión de Centro Democrático con el presunto Estado Vaticano, en beneficio de la Iglesia catolicorromana, dejaríamos de mantener a sus secuaces, y pondría fin a los centros de enseñanza que poseen, en los que se adoctrina a niños y jóvenes, además de utilizarlos para que los curas y los frailes sacien en ellos su lujuria. No lo hará, porque ha demostrado querer mantener una relación cordial con la Conferencia Episcopal, lo mismo que hicieron sus predecesores, porque el socialismo rechaza el ateísmo como un pecado mortal.
Si fuera verdaderamente socialista tomaría medidas desde el Gobierno para impedir que la extrema derecha goce de impunidad, atacando a manifestantes de izquierdas con la complicidad de las fuerzas represivas nazionales, y obligando a suspender actividades izquierdistas programadas. No lo hará, porque la mafia que apadrina y él mismo han aplaudido las intervenciones represivas de esas fuerzas brutas, en las que se va a apoyar para proteger sus decisiones y blindarse contra los opositores posibles.
Si fuera verdaderamente socialista reconocería a la República Árabe Saharaui, traicionada por España en la persona del rey Juan Carlos, y entregada vergonzantemente a la tiranía de los sultanes marroquíes. No lo hará, porque los sociatas mantienen cordiales relaciones económicas y políticas con los tiranos del pueblo marroquí, como es el caso del rey Juan Carlos y del vividor González.
Si fuera verdaderamente socialista no toleraría que los mandamases de la Unión Europea, empezando por la fascistoide Merkel, controlasen todas las decisiones españoles, obligándonos a aceptar sus criterios aunque nos perjudiquen. No lo hará, porque defiende siempre el criterio europeo, como es costumbre de los gobiernos españoles de cualquier signo.

Si fuera verdaderamente socialista reforzaría las relaciones políticas y económicas con los gobiernos populares latinoamericanos, empezando por el de Cuba, e impediría que el tarado emperador de los Estados Bandidos de América imponga su voluntad impunemente sobre ellos. No lo hará, porque la vocación de los padrinos de la mafia sociata consiste en obedecer al emperador sin causarle ningún disgusto, de modo que prefieren ignorar la continuidad de un inicuo bloqueo contra la isla que se atrevió a convertirse en guía de los pueblos libres, y firman contratos con empresas colonialistas gringas beneficiosos siempre para ellas.
¿Qué cambio esperan esos optimistas manipuladores de la opinión pública del Bobo de Soria? El único cambio deseable sería que el Partido Socialista Obrero recuperase el sentido de sus siglas, tal como lo definió Pablo Iglesias Posse El Abuelo, y se mantuvo así hasta 1979, volviendo a sus orígenes, a ser un partido republicano, marxista y ateo. Si alguien espera tal cosa no es un optimista, sino un imbécil. Socialista, por supuesto.

* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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