De la dictadura democrática al mundo libre

De la dictadura democrática al mundo libre

polis334Arturo Seeber Bonorino. LQSomos. Noviembre 2014

Reflexiones de un viaje a Cuba

Se nos ha dicho desde pequeños que hemos tenido la fortuna de nacer en al mundo libre y democrático, y nos han definido a la democracia como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para al pueblo. Pero aunque lejos está de mi ánimo rebelarme contra mis mayores, la realidad parece empeñada en llevarles la contraria. Veamos.

Parece ser que, de tales conceptos, sólo queda en pie lo de por el pueblo, en la gracia que se nos ha concedido de elegir a nuestros gobernantes a través del voto. Del resto, apenas guardan memoria aquellos excepcionales momentos en que al tal pueblo se lo consulta por alguna cuestión trascendente.

Pero aún habría que preguntarse si de veras ejerce su libertad al elegirlos, pues si la libertad es la capacidad del individuo de pensar y actuar sin influencia externa, no necesitarían los partidos atosigarlo con interminables campañas publicitarias que no lo dejan pensar tranquilo y que, para peor, le llenan de ilusiones sobre un futuro maravilloso que nunca llegará. El Partido Popular, extrema derecha heredera del franquismo, tuvo el descaro, en las últimas elecciones generales, de presentar un plan de gobierno de un exacerbado socialismo tal que al mismísimo Marx hubiese escandalizado. Como niños esperando el caramelo la mayoría de los votantes españoles, a la busca de salvarse de la austeridad a que los tenía sometido el PSOE, los eligió. Y fue nomás tener el poder en sus manos que comenzaron a hace exactamente lo contrario, y –¡manda huevos!- que alguien me diga si miento.

Si el Partido Socialista Español comenzó quitándole a los ciudadanos los beneficios que se le habían otorgado, con los llamados recortes, cuídate, Venancio, de la que se vendrá.

Esos representantes de la voluntad popular nos empezaron a recortar, y recortar, y recortar… Mientras se le daba dinero a los bancos, se reducían los impuestos a los que más tenían, se les perdonaba gran parte de la deuda a las grandes empresas… Y los garrotes de los maderos en la calle, siempre alertas contra los protestones.

En estas cosas y otras pensaba mientras el avión me llevaba a Cuba… , y a un tiempo se impregnaba mi alma de un muy grande temor. Me dirigía a la más dura y cruel dictadura que el mundo halla conocido, y me preguntaba si mi condición de extranjero me libraría de las cárceles, de la tortura, acaso de la muerte, que eso pasa en las dictaduras, así porque sí, porque son dictaduras. Y no crea usted que no pensé vestir a todas mis amigas de blanco para pedir mi liberación, si se daba el caso.

Aterricé en Santiago de Cuba, casi a punto de hacerme encima, que aún a los más valientes hay cosas que los sobrepasan. ¿Pasaré por la aduana? ¿No habrá alguna ley que prohíba, por ejemplo, usar maletas de color gris, como la mía, y que eso sea penado con la muerte, que usted ya sabe, los dictadores en sus despachos, mientras comen bananas, dictan leyes dando rienda suelta a sus más brutales caprichos, en tanto con sardónicas carcajadas se mofan de su pueblo que han dejado muerto de hambre y en harapos.

Pero no, pasé sin que me revisaran siquiera la maleta. Mas no te fíes, Arturo -me iba diciendo-, ya verás cómo encuentras una ciudad repleta de antidisturbios, con sus cascos, con sus chalecos antibalas, con sus palos y con sus pistolas cargadas de balas de goma -¡qué digo balas de goma, balas de verdad, que ya os he dicho que aquello es una dictadura!-. Y tampoco, que si he visto dos o tres policías en lo quince días que estuve allí, ha sido mucho contar.

Pues cuan no sería mi sorpresa al hallarme a gente bien vestida, con cuerpos bien desarrollados en lo que no parecía haber evidencia alguna de desnutrición, con blancos que no marchaban por veredas opuestas a las de los negros y mulatos. Y no vi ningún mendigo… Y dije para mi sayo que eso no era verdad, que algún delirio de mi mente me hacía ver lo que no existía. Pero si en todos los países de América Latina hay sectores de la población se mueren de hambre. Sin ir más lejos en mi país, Argentina, en las provincias del norte hay un alarmante índice de desnutrición infantil, enfermedades endémicas como el mal de Chagas, que jamás se ha hecho nada por erradicarla. No, estoy viendo que Cuba es la excepción: que todo el mundo come, todo el mundo tiene servicio médico, todo el mundo sabe leer y escribir, y todo el mundo, si quiere estudiar una carrera, la estudia.

Por fuerza debí reconocer que aquello distaba mucho de ser lo que por acá se cuenta. Si es cierto que el bloqueo norteamericano -causa fundamental de los problemas de Cuba, por mucho que se lo quiera minimizar- los ha sumido en la pobreza, lejos se está de vivir en la miseria. Bien parece demostrarlo la afabilidad de la gente, las miradas sin odio, la capacidad de disfrutar con poco. No me va a creer si le digo que allí no se vive el engaño permanente de la sociedad de consumo, que nos esquilma con productos que duran lo que un suspiro y además, la mayoría de los cuales que no sirven para una m… perdón, digo para nada. Allí hay lo que hay, y lo que hay se reparte entre todos por igual, y santas pascuas. Quizás por eso, Cuba tenga un nivel de delincuencia de los más bajos del mundo.

Ah, pero queda algo por decir para demostrar lo dictatorial del sistema: es que en Cuba hay un partido único. Chocolate por la noticia. ¿Acaso los bipartidismos de nuestro mundo libre no son, en la práctica, un sólo partido, en su anverso y reverso? ¿No sería entonces más acertado decir que en Occidente gobiernan las dos internas de, por llamarlo de alguna manera, el partido Capitalista? Que no le va el nombre: póngale el que usted quiera, pero eso sí, aquí la repartija no es tan “democrática”.

 

Y las vacaciones terminaron y retorné a España. Y mientras el avión hacía su ruta se impregnaba mi alma de un grandísimo temor. ¿Con qué novedad me sorprendería la gobernanza democracia española? ¿Se les podría haber ocurrido, acaso, cargar con un gravamen a los usuarios de maletas de color gris?

 

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Mónica Oporto

One thought on “De la dictadura democrática al mundo libre

  1. Arturo,me parece excelente tu articulo,de eso te te estaba hablando,cuando nos comunicavamos,mi hijo que es una persona culta e inteligente,estuvo en Cuba y se quedo encantado con lo que vio y con el sistema.De paso comento que un arquitecto muy conocido,quedo encantado tambien con Cuba y escribio un libro al respecto que te recomiendo,este señor es argentino y creo que escribio mas de uno,no recuerdo el nombre del libro,pero si el del escritor, Rodolfo Livingston. Cariños Duty Seeber.

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