De perros y hombres, por Julio Ortega Fraile
Historias cotidianas con nuestro ¿mejor amigo?
– ¡¡Ufff!!, ¿Lo has visto?, ¿al perro?
– Sí, ahí tirado en el arcén. Qué mal rollo, ¿no?
– Parecía malherido pero estaba vivo, se movía.
– Lo han debido de atropellar
– Lo atropellan y lo dejan ahí abandonado. No me lo puedo creer. ¿Cómo puede haber personas así?
– Ya sabes, son gentuza. No tienen corazón.
– Porque vamos con prisa que si no…
– Es verdad, reservé mesa para las dos y media en el restaurante y ya son y diez. Además, acabo de lavar el coche por dentro. Doce euros que me soplaron.
– ¿Qué vas a pedir para comer? Yo creo que un corderito lechal que ahí lo hacen muy bien.
– Buena idea, yo también. Qué hambre tengo
Otra versión de la misma historia:
– Hola, eres de la Protectora, ¿no?
– Sí, dime.
– Mira, es que yo colaboro con vosotros y te llamo porque he visto a un perrillo que parece que se haya perdido y no está bien.
– ¿Dónde?, ¿qué le ocurre?
– Aquí, junto al polideportivo, muy cerca de mi casa. Se le nota muy débil y ya ves el frío que está haciendo.
– ¿Lo coges y lo tienes en casa esta noche? Mañana podrías llevarlo al veterinario y que vea si tiene microchip
– Es que es un marrón. Igual mi novia se mosquea. ¿No podéis recogerlo vosotros?
– Estamos muy lejos y ahora mismo tengo que hacerle curas y darle la medicación a varios perros. Ya que colaboras con nosotros esta sería la mejor manera de hacerlo. ¿Puedes?
– Lo siento, me gustaría pero no puedo. Ya os ayudo con diez euros cada tres meses, ¿no estáis vosotros para estos casos? Yo aquí lo dejo. Tu verás…