De vuelta al sofá
Gabalaui. LQSomos. Noviembre 2014
Una de las cosas que puso en evidencia el 15M fue que la participación directa en la política de la ciudadanía todavía queda muy lejos. La politización de amplios sectores fue un fenómeno ilusionante pero no se tradujo en una amplia participación en los espacios sociales y políticos. De hecho, las asambleas fueron perdiendo participantes en los siguientes meses a la irrupción del 15M, permaneciendo las personas más comprometidas política y socialmente, muchas de ellas ya activas y con conciencia política previa. Esta fuga continuó en los meses y años posteriores. Aún así el aumento de la conciencia política favoreció la presencia de un mayor número de personas participando activamente en espacios políticos convirtiéndose así en uno de los grandes logros de este movimiento. Los cuales, a pesar de sus detractores, han sido muchos e importantes.
La ciudadanía de este país ha crecido en un contexto en el que la política estaba limitada a los que se afiliaban a los partidos políticos y especialmente, si se quería tener responsabilidad de gobierno, al Partido Popular y al PSOE. La acción política ciudadana se restringía a los centros sociales autogestionados, asociaciones de vecinos y movimientos sociales. Pero, para la mayoría, la política era aquello de lo que hablaban los políticos en los telediarios y en los debates televisivos o radiofónicos. Cada cuatro años, en función de la adscripción ideológica, se deseaba el cambio político, el paso de la oposición al gobierno o bien la permanencia en el poder. Se confiaba, si las cosas no estaban bien, que alguien, un líder reconocible que supiera transmitir esperanza, cambiara la situación. Se confiaba en el González, Aznar o Zapatero de turno. Se depositaba en cada uno de ellos la esperanza de cambio. Eran ellos los que tenían que hacer cosas para lograrlo. Los ciudadanos estaban para votar y criticar o alabar según el caso y el partido al que se perteneciera. En definitiva, confiaban en que alguien les arreglara sus asuntos, como menores de edad.
Esta minoría de edad política es la que el 15M quiso elevar a la mayoría de edad, es decir, convertir a la ciudadanía pasiva en hacedora de sus propios cambios, en participante directo del cambio. Son las personas quienes tienen que resolver los asuntos comunes que les competen, sin delegar la responsabilidad en unos que se autoproclaman como la solución de sus problemas. El 15M quiso que las personas se levantaran de sus sofás, empezaran a dar su opinión y a ocupar los espacios políticos que los partidos monopolizaban. Y se consiguió aunque no lo suficiente. Evidentemente la meta era titánica y se enfrentaba a la alienación que un sistema, proclive a que sus súbditos no piensen, ni digan ni hagan, había construido durante décadas. No solo han sido los años de la postdictadura sino los 40 años de dictadura fascista. Y si se ha llegado a esto después de tanto tiempo no se va a resolver en tres años.
El hábito permanece cuando no se ha llegado a introducir un cambio real y no se ha creado una nueva manera de pensar, de estar y actuar en la sociedad. Estamos insertos en patrones de actuación y reacción que nos empujan a creer que otros nos solucionarán nuestros problemas. La perspectiva de que estamos en una carrera de fondo, que contrasta con la urgencia de cambio, por lo que no hay tiempo para la espera, conduce a apostar por las mismas soluciones, las mismas que han hecho que nuestros problemas no solo permanezcan sino sigan aumentando. El hábito vuelve a imponerse al cambio y esperamos a un líder y a un partido que nos salve. A la par, como efecto natural, las personas han vuelto a sus sofás y vuelven a dirigir sus miradas a los debates de la televisión y de la radio mientras los espacios políticos conquistados siguen despoblándose. Se ha vuelto a delegar en otros lo que solo nosotros podemos solucionar.
Coincido en mucho, pero creo que estamos en un momento, circunstancias, en el que hay mas gente moviéndose e implicada que nunca. La duda EA si caminamos hacia la reforma o a la ruptura. Qué queremos???