Detroit podría subastar sus 12 murales de Diego Rivera para financiarse
Doce murales que Henry Ford encargó en 1932 al pintor mexicano podrían correr peligro. Expertos en arte latinoamericano temen que las autoridades de la ciudad, que tiene una deuda de 19.000 millones de dólares, llegase a venderlos a coleccionistas privados.
El especialista en arte latinoamericano Gregorio Luke ha lanzado una voz de alarma por la suerte de las «joyas» artísticas que posee Detroit, incluidos 12 murales del mexicano Diego Rivera, tras la declaración de bancarrota.
“El mural es un fresco y la verdad es que ha estado siempre muy bien atendido, está en buen estado; entonces esa sería una desventaja al moverlo, ya no tendría la misma atención, en el instituto han estado siempre muy al pendiente de que no se contamine por polvo y hollín, que a aquí en México es muy común; creo que moverlo sería dañarlo”.
Sin embargo, no sería la primera vez que se cambia de lugar un mural; está el caso de Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, que Rivera hizo en 1947 para el Hotel del Prado, pero que tras el sismo de 1985 resultó dañado.
En 1986 el fresco de 35 toneladas y 15 metros se trasladó a un nuevo edificio, que hoy es el Museo Mural Diego Rivera; proceso en el que colaboró Mijangos.
También en 2002 se retiraron del ex Hotel Casino de la Selva, en Cuernavaca, los murales de José Reyes Meza, José Renau y Jorge Flores para llevarlos a un nuevo museo, luego de que fueran dañados al demoler el edificio.
En una entrevista Luke, exdirector del Museo de Arte Latinoamericano de Long Beach (California) y excónsul para asuntos culturales de México en Los Ángeles, mostró especial preocupación por los murales de Rivera, sin olvidar por ello otras obras de «valor incalculable» del Instituto de Artes de Detroit.
Fundado en 1885, este museo, que ocupa su actual sede desde 1927, tiene una colección de arte que está entre las seis mejores de EE.UU, según su página web.
El museo posee piezas de arte de todas las procedencias y épocas, desde la prehistoria hasta el siglo XXI, incluidos cuadros de Bruegel, Miguel Ángel, Caravaggio y Rembrandt.
«Detroit está en quiebra y esa ciudad posee una de las más importantes colecciones de arte en EE.UU.», dijo Luke, quien destacó que en «la cuna de la industria automovilística las más denotadas obras de arte pertenecen a la urbe».
«Estamos preocupados en los círculos artísticos de todo el continente por el destino que tendrán los doce murales de Diego Rivera en Detroit», agregó.
El especialista mexicano advirtió de quepueden caer en manos de coleccionistas privados si los acreedores de la capital de Michigan, deciden subastarlos para recuperar parte del dinero adeudado.
Paisaje industrial
Pamela Marcil, portavoz del Instituto de Artes de Detroit, a declarado que entienden esta preocupación, pero aseguró que las autoridades de Detroit y el propio gobernador de Michigan, Rick Snyder, «no quieren poner en la mesa de negociación el edificio del Instituto y las obras de arte». «No creemos que eso de vender o subastar las obras vaya a ocurrir, pero si intentan hacerlo entonces vamos a pelear para que no ocurra en el juicio», aseguró.
«El arte en Detroit era accesible al público en el museo del Instituto de Artes, pero hoy, con la ciudad en bancarrota, todas sus posesiones, que incluyen el edificio del Instituto y las obras que contiene, que son auténticas joyas, están sujetas a los reclamos de los acreedores de la ciudad», indicó, por su parte, Luke.
Entre «esas gemas valiosísimas» están los murales que Henry y Ethel Ford encargaron en 1932 al pintor mexicano Diego Rivera para las paredes del Instituto. «Los murales están inspirados en las industrias de la ciudad, que incluye la automovilística. Es una docena de murales que son la obra máxima de Diego Rivera en Estados Unidos», aseguró Luke.
«Los murales coloridos relatan visualmente el proceso de creación de varias industrias y los más famosos son los de la creación del automóvil, desde que la materia prima se extrae de la tierra, la creación de las piezas, ensamblaje, hasta el producto terminado que es un vehículo», describió.
«Diego Rivera decía que la mayor satisfacción que tuvo en Detroit fue ver las expresiones en los rostros de los trabajadores cuando entraron a ver los murales, que reaccionaban como si estuvieran ante un gran espejo», destacó Luke.