Divanes
El español suele adolecer de una predisposición exagerada hacia el bla-blá-blá. Habla, habla, habla…algunos ejemplares "de izquierdas" llegan a conseguir lucidos discursos de alambique, mediante especial destilación retórica. Tanto ruido ambiental ensordece y confunde a la llanura. El aire celtibérico está infestado de palabras rimbombantes o directamente huecas, anunciadoras de gaseosas intenciones. Pero algo falla a la hora de llevar el blá a la práctica. Al menor sobresalto, salta el relé inhibitorio que justifica el miedo del colorante conservante. Por eso ha llamado tanto la atención la tímida requisa alimentaria del Sindicato Andaluz (SAT). Hay un alarmante cargamento simbólico. Se han atrevido a robinhoodear en los grandes centros comerciales. Han profanado la catedrales góticas del Mercado.
El español común prefiere su costumbre de utilizar la calle, el bar y al prójimo más próximo como diván psiquiátrico. Una vez que se tranquiliza, vuelve a las andadas de la queja ensimismada.