Duelo a garrotazos
Estos días contemplamos un duelo a garrotazos entre zurdos. Los descalificativos golpean uno y otro rostro y mientras se arrean con ese garrote, no parecen darse cuenta de que estamos hundidos en arenas movedizas y que de seguir así, golpe tras golpe, terminarán por ahogarnos.
Y que conste que soy poeta radical, que a estas alturas no me fio de ni un sólo mesías y que guardo en la memoria cada una de las traiciones. Pero nos hundimos.
Nos hundimos porque nos atizamos con saña.
Igual que en el cuadro de Goya.
Es un escenario igual de tenebroso, igual de descorazonador.
Lo importante no es quien acierta el mamporro, ni quien es más ágil, ni quien posee mejor técnica para ostiar al de enfrente, lo prioritario debiera ser salir primero del paisaje.