EEUU impuso sanciones contra un tercio de países del mundo: ¿eficaces?
Por Mirko C. Trudeau*
Los últimos cuatro gobiernos de Estados Unidos han instaurado, con diferentes formatos, sanciones contra un tercio de todos países del mundo, a pesar de que no hay pruebas claras que demuestren su efectividad para influir en la política de estas naciones contra las que se aplican y que, de hecho, en muchas ocasiones, la implementación de sanciones puede contribuir a afianzar el poder de los partidos gobernantes, señala el Washington Post.
El reporte del Post –titulado “Money War” que rastrea los efectos de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos durante las presidencias de Bush, Obama, Trump y Biden- señala que “hoy, Estados Unidos impone tres veces más sanciones que cualquier otro país u organismo internacional, afectando a un tercio de todas las naciones con algún tipo de sanción financiera sobre personas, propiedades u organizaciones”.
Stein señala que los intentos en el ámbito académico de analizar en particular los efectos de las sanciones y si han surtido efecto o no son muy difíciles de cuantificar. Algunos análisis que he visto sugieren que la tasa de éxito está entre 15% y 30%, lo cual, dado que actualmente hay sanciones impuestas sobre aproximadamente un tercio de todos los países y el 60% de todos los países pobres, sugiere un alto porcentaje de fracasos.
Jeff Stein, coautor del revelador informe del Post y reportero sobre temas financieros en la Casa reveló que bajo el gobierno de Barack Obama, Estados Unidos comenzó a imponer sanciones contra Venezuela. Pero al principio eran muy limitadas y en realidad se enfocaban en algunos miembros del gobierno de Nicolás Maduro, sindicados como responsables de represalias violentas contra los manifestantes en Venezuela.
Pero, fue realmente el gobierno de Donald Trump quien, a pesar de las advertencias de funcionarios de Seguridad Nacional y de informes clasificados sobre los posibles efectos de estas sanciones en la emigración, quien de verdad restringió la principal fuente de ingresos de las exportaciones.
El 96% de los ingresos de Venezuela por exportaciones provienen de la venta de petróleo. Y lo que Estados Unidos hizo efectivamente en el transcurso de tres a cuatro años fue impedir que se realizaran esas ventas en los mercados internacionales, lo que estranguló las empresas conjuntas que eran un motor de la economía venezolana.
Se trata de los acuerdos petroleros logrados entre productores estadounidenses y venezolanos que les proporcionaban a Venezuela ingresos necesarios para hacer importaciones de otros países.
“Y cuando eso sucedió, pudimos ver, y las cifras son alarmantes, una contracción económica del 71% en Venezuela, tres veces mayor que durante la Gran Depresión de Estados Unidos y mayor que cualquier otro colapso económico en tiempos de paz en la historia moderna, mayor que muchos otros colapsos en la economía de países en guerra, incluyendo Ucrania después de la invasión rusa o Irak después de la invasión estadounidense en 2003. Así que las proporciones son catastróficas”, señalo Stein.
No hay duda de que estas medidas estadounidenses empeoraron la situación económica en Venezuela y, a pesar de ese costo, no fueron suficientes para derrocar al gobierno de Maduro. Y obviamente, Maduro continúa hoy en el poder. Por ello el gobierno de Joe Biden está preparando sanciones contra 60 funcionarios venezolanos, excusados en supuestos fraudes y violaciones humanitarias –sin prueba alguna- en Venezuela.
En el reporte se analizan los casos de Cuba, Irán, Zimbabue, Venezuela, Afganistán y Siria, de quizás cientos de millones de personas afectadas de alguna forma por las sanciones estadounidenses en lugares donde los gobiernos que EEUU pretende atacar no han transferido ni han renunciado a su control del poder. “En términos de si realmente conducen a cambios de régimen, no vemos que eso ocurra a menudo”. añade.
Stein señalan que muchos argumentarán que las sanciones en realidad envalentonan y empoderan a las personas al mando, a estos regímenes, porque frenan a la sociedad civil: “Reducen la potencia y la influencia de los actores del sector privado que a menudo forman una base de poder opositor a las autoridades que son sancionadas, a estos gobiernos. Y así, caso tras caso, vemos críticas muy legítimas hacia estas sanciones”.
En el informe, habla también de las sanciones a Irán, que impuestas primero, con un efecto realmente dramático, en 2010 a través de medidas aprobadas por el gobierno de Obama y el Congreso, equivalían a una expansión fascinante de la autoridad para imponer sanciones de EEUU. Lo que vimos, de una manera muy significativa –dice Stein-, fue el primer despliegue de sanciones secundarias, que fueron para decir ´No solo estamos sancionando a estas personas que no nos gustan, sino que también queríamos decir: “Si comercias con el régimen iraní, iremos a por ti”.
Esto representó una gran expansión del poder de las sanciones y realmente les hizo pensar a los defensores de las mismas que eran unas medidas muy efectivas, porque, obviamente, en 2015, el gobierno de Obama trabajó con el régimen iraní en un acuerdo nuclear que los defensores de las sanciones aclamaron como el producto de esta campaña de presión.
Estados Unidos, durante la época de Trump, se retiró de ese acuerdo. Por lo tanto, cualquier persona que diga que las sanciones contra Irán durante Obama tuvieron éxito “tiene que enfrentarse al hecho de que abandonamos, como país, ese acuerdo con bastante rapidez y dejamos a los iraníes en la estacada”
“Desde entonces –añade Stein en una entrevista con Democracy Now!– hemos visto a los iraníes trabajar con Rusia, trabajar con los cubanos, trabajar con otras potencias a las que EEUU se opone, en la formación de redes financieras rivales a las nuestras que dejan abierta la pregunta de si hay la más mínima posibilidad de que nuevas sanciones a Irán sean efectivas ahora que han formado todas estas redes de comercio alternativas, que funcionan como un sistema comercial paralelo a lo que Estados Unidos… al tipo de sistema financiero occidental que es usado para castigar a Irán a través de sanciones”.
En su informe, Stein reporta que varios empleados del Departamento del Tesoro tenían un borrador de un informe mucho más extenso que el que finalmente publicaron. Tenían docenas de recomendaciones, incluyendo medidas destinadas a revisar el aumento de las sanciones estadounidenses, en particular, la creación de una especie de cargo de coordinador central.
“En este momento es un poco burocrático, pero hay muchas partes del Gobierno que lanzan ideas de posibles sanciones que son enviadas al Departamento de Estado y al Departamento del Tesoro y siguen adelante. Y realmente no hay un solo cuerpo gubernamental que de alguna manera esté evaluando si estas sanciones están operando en el contexto de una estrategia general de sanciones más amplia. Y el personal del Tesoro elaboró un plan para decir establezcamos eso”, añade.
Pero los desacuerdos con el Departamento de Estado y una especie de inercia general de las sanciones, que hace que parezcan tan fáciles, tan eficaces, algo mucho más fácil de hacer para el Gobierno estadounidense que ir a la guerra, mucho más fácil que no hacer nada o mucho más políticamente aceptable que no hacer nada. Así que ese plan se archivó.
Y durante el gobierno de Joe Biden, se sucedieron más y más sanciones: seis mil en dos años, suma sin precedentes. El hecho de que eso haya continuado refleja la incapacidad para solucionar este problema: las sanciones más que una solución, suman otro problema, concluye Stein.
* Analista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos de Nueva York, asociado al CLAE
– Nota relacionada: Desde Venezuela a Irán: las sanciones belicosas
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