“El 47” y las luchas vecinales… una historia de Hortaleza
Por Redacción
“Los nueve kilómetros de distancia con el centro de Madrid pesaban como un grillete en las piernas a la hora de hacer cualquier desplazamiento. Un agravio periférico que venía de lejos…”
Con el reciente estreno de la película “El 47” que recoge un episodio histórico de las luchas vecinales y que fueron un motor esencial para la democracia en nuestro país, es un buen momento para recordar miles de luchas que se dieron por todas las ciudades del estado, principalmente en los barrios de la periferia.
No fueron luchas individuales, la fuerza estaba en lo colectivo y siempre detrás de las Asociaciones Vecinales había todo un barrio dispuesto a luchar por unas condiciones más dignas en su entorno. Luchas por una vivienda decente, por un semáforo, por el asfaltado de las calles o por la mejora en el transporte. Las conquistas en los barrios fueron fruto de la lucha en las calles, de la constancia en las protestas.
Al hilo de la película “El 47”, recuperamos una historia del distrito de Hortaleza, Madrid, que como en la película ‘El 47’, en el barrio de Villa Rosa secuestraron tres autobuses de la línea 73 para denunciar la escasez de transporte público. Fue un paso más de la larga lucha que años después acabó trayendo el Metro a todo el barrio.
Os dejamos con el artículo publicado en Hortaleza Periódico Vecinal (HPV), un proyecto de comunicación con sabor a barrio en el que hay colectivos del distrito como asociaciones vecinales y culturales, grupos políticos, movimientos sociales. La nota fue publicada el 27 de abril de 2023…
25 años de Metro
La lucha vecinal empujó el Metro hasta Hortaleza
Por Ray Sánchez (HPV)
La movilización coordinada de asociaciones de todo el distrito hizo realidad en 1998 el anhelo de tener Metro: la prolongación de la Línea 4 dejaba cuatro nuevas estaciones en uno de los barrios con menos transporte público de Madrid
Lo más parecido a un himno que tenemos en el distrito es la canción ‘Hortaleza‘ del grupo de rock Porretas. “Somos de un barrio cualquiera, del quinto coño de Madrid”, dice la letra, un trasunto punk de pasaje bíblico que relata cómo Dios creó Hortaleza: “Cuando quiso echar cuentas, el Metro se le olvidó”. La canción es de 1997, y en efecto aquí todavía no había Metro. Los nueve kilómetros de distancia con el centro de Madrid pesaban como un grillete en las piernas a la hora de hacer cualquier desplazamiento. Un agravio periférico que venía de lejos. En 1950, cuando Hortaleza disolvió su ayuntamiento para integrarse en la capital, el diario La Vanguardia se hacía eco de la mayor demanda de los apenas 1.500 habitantes del antiguo pueblo. “Lo primero que han pedido los nuevos vecinos de Madrid es un mejor servicio de transportes, ya que la barriada queda a dos kilómetros y medio de la más próxima parada de tranvía”, publicaba el periódico barcelonés. Entonces, la rutina para los que iban a la ciudad a trabajar consistía en una excursión a pie hasta la Ciudad Lineal porque Hortaleza carecía de cualquier servicio de transporte público. Veinte años después, cuando la población del barrio ya se contaba por decenas de miles, la situación apenas había mejorado.Los vecinos de Canillas salieron a la calle el 13 de marzo de 1976 contra los baches y la falta de accesos al barrio. Fue la primera protesta autorizada en Madrid tras la muerte de Franco
Baches y camionetas
“Ir a trabajar suponía darte un rulo por medio Madrid, porque lo más cercano que teníamos era bajar hasta Ciudad Lineal y coger el tranvía para ir a la Plaza de Castilla o a la calle Alcalá”, recuerda Carmen Lostal, presidenta de la asociación vecinal Villa Rosa, el barrio que desde la década de los setenta hizo de la mejora del transporte público su seña de identidad. En aquellos años, Madrid terminaba literalmente en la Colonia Villa Rosa, al final de la Carretera de Canillas. Las constructoras crearon allí una península de bloques para 5.000 familias sin alcantarillado, sin alumbrado, sin calles asfaltadas ni, por supuesto, transporte público. “Lo único que teníamos era la camioneta, la P-1, que ni siquiera entraba en el barrio: te dejaba donde la antigua iglesia de Canillas, y luego tocaba bajar andando”, apunta Mari Carmen.
Aquellas camionetas “traqueteantes y ruidosas”, siempre atestadas de gente “como latas de sardinas” eran un suplicio que, además, encallaban diariamente en los atascos de la Carretera de Canillas, la única conexión del barrio con Madrid, un embudo que el trasiego de los camiones de las constructoras había dejado literalmente agujereado. El lamentable estado del pavimento impulsó una protesta histórica: el 13 de marzo de 1976, el vecindario de Villa Rosa, Canillas y otras zonas de Hortaleza salió a la calle en la primera manifestación autorizada en Madrid tras la muerte de Franco. “Carretera de Canillas, 200 baches por milla”, fue el lema que el dibujante Forges convirtió en una pegatina icónica.
En 1975, el barrio de Villa Rosa consiguió una línea regular de autobús, el 73. Una línea “regular” en todas sus acepciones: siempre resultó insuficiente para satisfacer la demanda de transporte público del vecindario. Años después, el Ayuntamiento reconoció que “los peores autobuses de Madrid” iban a la línea del 73, que tenía una frecuencia desesperante y no mejoró con el paso del tiempo. En noviembre de 1987, la asociación de Villa Rosa convocó una asamblea en la parada de la calle Mota del Cuervo en la que acababa la línea. Los participantes decidieron inmovilizar un autobús como protesta. “Se pidió al conductor que no saliera de la parada. Ante sus reticencias, se desinflaron las ruedas del autobús”, publicó La Voz de Villa Rosa, el boletín de la asociación. Después, los vecinos inmovilizaron otros dos vehículos de la Empresa Municipal de Transportes. “De esta manera se pudo comprobar que la línea tenía solo tres autobuses”.
En aquel 1987, la asociación de Villa Rosa intensificó la reivindicación para que el Metro llegara a su barrio. Desde 1979, el distrito tenía una estación en Esperanza, donde finalizaba la Línea 4. Con una ampliación del túnel de apenas 800 metros, el suburbano podía llegar a Villa Rosa. La asociación vecinal incluso inauguró una ‘estación fantasma’ en la calle Mota del Cuervo, una “parodia” reivindicativa que congregó a cientos de personas. “Hubo movilizaciones multitudinarias”, rememora Carmen Lostal. Al mismo tiempo, la asociación presionaba en los despachos de la Comunidad de Madrid, presidida por el socialista Joaquín Leguina, y los encuentros con Julián Revenga, primero como gerente del Consorcio Regional de Transportes y después como consejero del Gobierno autonómico, se hicieron frecuentes.
El Metro como prioridad
A finales de los ochenta, el Gobierno regional intentó contentar a los vecinos deslizando la idea de una futura prolongación de la Línea 4 de Metro. Una promesa que nunca se concretaba y acabó extendiendo la movilización a todo el distrito de Hortaleza. La llama prendida en Villa Rosa se propagó a barrios como San Lorenzo, Parque de Santa María, Pinar del Rey o Manoteras. El suburbano ya no era la reivindicación de una pequeña colonia, sino de todo un distrito de 130.000 habitantes. Fue entonces cuando desde la Coordinadora de Entidades Ciudadanas de Hortaleza se creó una Plataforma del Transporte que encabezó otra vecina de Villa Rosa, Teresa Fernández: “El Metro fue lo que nos unió a todo el distrito de Hortaleza”.El 14 de marzo de 1987, la asociación de Villa Rosa organizó una “parodia” de inauguración de estación para reclamar el Metro al barrio. AV VILLA ROSA
En 1991, en vísperas de las elecciones autonómicas, el Gobierno de la Comunidad de Madrid prometió una prolongación del Metro con estaciones en Villa Rosa, San Lorenzo, Hortaleza y Manoteras con posible enlace a Duque de Pastrana. Joaquín Leguina revalidó la presidencia regional y nombró consejero de Transportes a Julián Revenga, que se conocía de memoria las demandas del movimiento asociativo de Hortaleza. En 1993, la Asamblea de Madrid aprobó, con los votos de PSOE, PP e Izquierda Unida la prolongación de la Línea 4 a Hortaleza, “uno de los peor servidos por la red de metro de Madrid”, señalaba el diario El País. Hubo que esperar hasta 1995, otra vez en víspera electoral, para tener el proyecto definitivo. La Línea 4 se ampliaría en dos fases, la primera con la creación de las estaciones de Villa Rosa y Mar de Cristal, que tendría un diseño “singular” con una bóveda acristalada que “permitiría ver el paso de los trenes desde la plaza”. La segunda fase dejaría estaciones en San Lorenzo, Parque de Santa María y Santos de la Humosa.
Las dudas del PP
Todo parecía hecho, pero las elecciones autonómicas las ganó el Partido Popular y Alberto Ruiz-Gallardón se convirtió en presidente de la Comunidad de Madrid. El nuevo consejero de Transportes, Luis Eduardo Cortés, amagó con desbaratar la prolongación de la Línea 4 porque tenía otra prioridad: llevar el Metro al Campo de las Naciones. Aunque la presión vecinal le espantó las dudas. En 1996 comenzaron las obras de las estaciones de Canillas (la asociación de Villa Rosa no logró que se llamase como el barrio que impulsó las movilizaciones) y Mar de Cristal.
Dos años más tarde, el 27 de abril de 1998, los trenes llegaron a ambas estaciones. Meses después, el 15 de diciembre, se inauguraban las de San Lorenzo y Parque de Santa María, aunque el proyecto de llevar el Metro hasta Santos de la Humosa se disipó. En cualquier caso, el Metro había llegado al corazón de Hortaleza empujado por vecinos y vecinas. “Ha sido uno de los trabajos más bonitos que he podido hacer”, recuerda a sus 84 años Teresa Fernández. “Cuando la gente se junta nada es imposible”, sentencia Mari Carmen Lostal.
Inauguración vecinal
El Metro llegó a Hortaleza gracias al empeño de asociaciones como Villa Rosa, y el 10 de mayo de 1998 hubo una “fiesta vecinal” en los accesos de la estación de Canillas para celebrar la victoria con charanga y fuegos artificiales. A la derecha de la imagen, sosteniendo el megáfono a Juana Sánchez, aparece Alberto Collantes, miembro de la asociación de Villa Rosa, fundador de Hortaleza Periódico Vecinal (HPV) y responsable durante décadas de La Voz de Villa Rosa, un boletín que ha sido fundamental para recomponer esta historia.
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