El adiós a Péle, o Rei do jogo bonito
Por Rubén Armendáriz*. LQSomos.
En 2000 fue elegido como el «mejor futbolista oficial del siglo XX» con el 73 % en una votación realizada por la Comisión de Fútbol de la FIFA
Cuando el mundo vivía aún la euforia desatada por la selección argentina de fúbol y en especial por “el enano” Lionel Messi, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, o Rei do jogo bonito, murió a los 82 años, tras sobrevivir a una enfermedad en los pulmones. Después de 1283 goles, tres copas del mundo y dos copas de clubes, el Rey descansa dejando en alto su legado histórico en el fútbol.
Fue la última leyenda brasileña, con varias paradas y caídas por el camino. Hoy, con su muerte revive su perfil de héroe de Brasil: por años lo dejaron en una sombra y ahora le devuelve la corona al rey, aunque ya no realiza gambetas ni golazos. No logró eludir a la Parca.
Había nacido en casa pobre, en un pueblito remoto, y llegó a cumbres del poder y la fortuna, donde los negros tienen prohibida la entrada. Fuera de las canchas nunca regaló un minuto de su tiempo, y jamás una moneda se le cayó del bolsillo. Pero quienes tuvimos la oportunidad de verlo jugar hemos recibido ofrendas de rara belleza: momentos esos tan dignos de inmortalidad que nos permiten creer que la inmortalidad existe, señalaba Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra.
César Luis Menotti. entrenador de la selección argentina campeona del mundo en 1978, siempre destacó que Pelé «es el más grande de todos los tiempos, único e incomparable», y hoy remarcó esa impresión al recordar en el día del fallecimiento del brasileño a quien fuera su compañero de equipo en Santos de Brasil en 1968.
Los jóvenes brasileños de al menos tres generaciones nunca le vieron jugar, pero han escuchado ciento de veces las historias de sus proezas y de las alegrías que le dio a Brasil. Gracias a él, Brasil ha acumulado cinco copas mundiales. Se labró una fama más allá de la de ser el mejor futbolista de la historia: la de mujeriego, ambicioso y poco exitoso empresario, padre ausente y pésimo vaticinador. Fuera del campo de juego, se apagaban las luces y fueron todas sombras.
Brasil y el Santos de Pelé presume de ser el abanderado del ‘jogo bonito’ y de haber antepuesto durante toda su historia la diversión por encima de cualquier limitación táctica o rígidos sistemas. O Rei dominó una época liderando un equipo que enamoró con su juego. Más allá de los éxitos a nivel de selecciones, encabezó una generación que rompieron los moldes preestablecidos sobre un terreno de juego. Dejó atrás las glorias de Di Stéfano y Puskas.
La calidad de jugadores como Dorval, Mengalvio, Pepe, Vavá, Garrincha, Didí, Zagallo, Amarildo, Gerson , Gilmar, Manga, Carlos Alberto, Clodoaldo, Tostao , Rivelinho, Jairzinho y especialmente Coutinho convirtió al equipo brasileño en el sitio ideal donde Pelé explotara sus condiciones y sedujera multitudes.
Descrito por la FIFA como «el más grande de todos». En 1999 el Comité Olímpico Internacional lo distinguió como el «mejor deportista del siglo XX» y le otorgó la Orden Olímpica en 2016. En 2000 fue elegido como el «mejor futbolista oficial del siglo XX» con el 73 % en una votación realizada por la Comisión de Fútbol de la FIFA.
En 1957 vistió por primera vez la camiseta de la selección brasileña y se estrenó como goleador ante el eterno rival, Argentina. Al año siguiente, acarició por primera vez la Copa del Mundo después de marcar dos de los cinco goles que le dieron el triunfo en la final ante la anfitriona, Suecia.
En el Mundial de Chile 62, el combinado brasileño volvió a proclamarse campeón sin contar con su joven estrella, que se quedó fuera de los partidos finales por una lesión, suplantado por Amarildo. Cuatro años después, en Inglaterra, Brasil cayó eliminado: una derrota con la que Pelé tuvo que cargar mientras trataba de afrontar problemas más mundanos fuera del campo.
La Verde-amarela, cuestionada por su eliminación en 1966, se resarcía en el Mundial de México 70 con furia y talento del lastre de la derrota, con O Rei al frente, y Jairzinho como figura emergente. O jogo bonito de los brasileños tumbó a Italia en la final y dio a Pelé su tercer título mundial.
Un mes más tarde, O Rei abandonó la selección y cuatro años después, a los 34 años, su quipo de toda la vida, el Santos. A pesar de haber afirmado en diferentes entrevistas que solo jugaría hasta 1972 y que se retiraría en su equipo de toda la vida, fichó por el Cosmos de Nueva York en 1975, equipo en el que colgó las botas definitivamente en 1977, cuando se acercaba a los cuarenta.
Los únicos números que le daban buenos resultados eran los de su carrera futbolística. En 1969 marcó su tanto número 1.000 frente al Vasco da Gama en el estadio Maracaná, rodeado de una gran expectativa mediática y social que lo había perseguido durante los meses previos a tan antológico gol.
Paren la guerra: juega Pelé
Cien canciones lo nombran, recordaba Galeano. A los 16 años fue campeón del mundo y rey del fútbol. No había cumplido veinte cuando el gobierno de Brasil lo declaró tesoro nacional y prohibió su exportación. Ganó tres campeonatos mundiales con la Selección y dos con el Club Santos.
Después de su gol número mil siguió sumando. Jugó más de 1.300 partidos en ochenta países, un partido tras otro a ritmo de paliza, y convirtió casi 1.300 goles. Una vez detuvo una guerra: Nigeria y Biafra hicieron una tregua para verlo jugar.
Verlo jugar, bien valía una tregua y mucho más. Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera. Cuando ejecutaba un tiro libre, vales que formaban la barrera querían ponerse al revés, a la meta, para no perderse el golazo.
Frases de Pelé
1.- Nací para el fútbol como Beethoven para la música. Nunca habrá otro Pelé. Mi padre y mi madre cerraron la fábrica.
2.- Cuando jugaba en Argentina me decían negro sucio y macaco.
3.- El deporte era el mejor camino para incentivar a los jóvenes a llevar una vida sana y rechazar el uso de las drogas.
4.- Me siento realmente apenado por lo que le ocurrió a Diego Maradona porque era un jugador fantástico. Infortunadamente se involucró en las drogas y perdió la oportunidad de ser un buen ejemplo para la juventud. Diego, creo que éste es el momento para que recibas el apoyo de todos tus amigos. Los milagros existen y sólo hay que confiar en Dios. Las cosas pueden cambiar y eso es lo que quiero desearte.
5.- Qué triste noticia. Perdí a un gran amigo y el mundo perdió una leyenda. Aún queda mucho por decir, pero por ahora, que Dios dé fuerzas a los miembros de la familia. Un día, espero que podamos jugar juntos a la pelota en el cielo.
6.- “Diego, nunca hagas caso cuando te digan que sos el mejor. El día que te sientas el mejor dejarás de serlo”. Incluso siendo jugador, hay tiempo para salir, para tomar una copa, fumar un cigarrillo, acostarse tarde, comer una comida que a uno le guste. Pero hacelo con equilibrio. Haz siempre lo que no dañe a tu físico porque si no se acaba todo”, le dijo el 9 de abril de 1979.
Dicen que Pelé y Maradona están preparando un picadito.
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.
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