El Foro Social Mundial sigue respondiendo a sus retos
El Foro Social Mundial (FSM) terminó apenas su reunión ahora bianual, que esta vez se llevó a cabo en Túnez. En gran medida, la prensa dominante mundial la ignoró. Asistieron muchos escépticos que expresaron que se ya se volvió irrelevante, algo que ha ocurrido en cada una de las reuniones desde el segundo Foro Social Mundial en 2002. Estuvo desgarrado por los debates acerca de la estructura misma del FSM. Y le dieron contenido los debates acerca de la correcta estrategia política de la izquierda mundial. Y pese a esto, fue un enorme éxito.
Una forma de medir su éxito es recordar lo que ocurrió el último día del previo FSM en Dakar, en 2011. Ese día, Hosni Mubarak fue forzado a abandonar la presidencia de Egipto. Todos en el FSM aplaudieron. Pero muchos dijeron que este mero acto prueba la irrelevancia del WSF. ¿Acaso cualquiera de los revolucionarios en Túnez o Egipto se inspira en el FSM? ¿Han escuchado siquiera del FSM?
No obstante, dos años después, el FSM se reunió en Túnez, invitado por los mismos grupos que lanzaron la revolución en ese país, y que parecen haber pensado que celebrar el FSM ahí sería de gran ayuda en la lucha interna para mantener los logros de la revolución contra las fuerzas que, según ellos, buscaban domesticar la revolución para llevar al poder a una nueva gobernanza opresiva, antisecular.
El lema de largo plazo del FSM ha sido otro mundo es posible. Los tunecinos insistieron en añadirle uno nuevo, desplegado con igual prominencia en la reunión. El lema era Dignidad, en el gafete de cada quien, en siete idiomas. En muchas formas, este lema adicional enfatiza el elemento esencial que reúne a los organizaciones e individuos presentes en el Foro: la búsqueda de una verdadera igualdad, que respete y realce la dignidad de cada quién en todas partes.
Esto no significa que hubo un acuerdo total en el Foro. ¡Lejos de eso! Una forma de analizar las diferencias es verlas como un reflejo que contrasta los énfasis en la esperanza y los énfasis en el miedo. Según sus constitución, el Foro ha sido siempre una arena grande e incluyente de participantes que van de la extrema izquierda a la centro-izquierda. Para algunos ésta ha sido su fuerza, lo que permite una educación mutua de las varias tendencias y de las varias zonas de preocupación primordial, una educación mutua que conduciría a mediano plazo a una acción conjunta para transformar nuestro sistema capitalista existente. Para otros esto parece un camino hacia la cooptación por parte de aquellos que solamente quieren paliar las desigualdades existentes sin hacer ningún cambio fundamental. La esperanza versus el miedo.
Otra fuente de discusión constante ha sido el papel de los partidos políticos de izquierda en el proceso de transformación. Para algunos, no pueden hacerse cambios significativos ni a corto ni a mediano plazo sin los partidos de izquierda en el poder. Una vez en el poder, esta gente siente que es esencial mantenerlos en el poder. Otros se resisten a la idea. Sienten que, aun si uno ayudara a tales partidos a llegar al poder, los movimientos sociales deberían mantenerse fuera, como controles críticos de estos partidos, cuya práctica real se quedará corta, casi ciertamente, respecto de sus promesas. De nuevo, la esperanza versus el miedo.
Otra fuente de división es la actitud que habría que asumir hacia los países que apenas emergen –los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)– y otros. Para algunos, BRICS representa una fuerza contraria importante respecto del Norte clásico, Estados Unidos, Europa occidental y Japón. Para otros, hay la sospecha de que sea un nuevo grupo de potencias imperialistas. Hoy el papel de China en Asia, África y América Latina es particularmente controvertido. La esperanza versus el miedo.
El programa real de la izquierda mundial es otra fuente de debate interno. Para algunos, el FSM ha sido bueno en lo negativo –la oposición al imperialismo y el neoliberalismo–, pero tristemente sigue careciendo de alternativas específicas propositivas. Estas personas llaman a desarrollar objetivos programáticos concretos para la izquierda mundial. Pero para otros, el intento de hacer esto sólo serviría, primordialmente, para dividir y debilitar las fuerzas que se han reunido en el FSM. La esperanza versus el miedo.
Otro locus de debate constante es lo que se ha llamado la descolonización del FSM. Para algunos, desde el principio, el FSM ha estado demasiado en las manos del mundo paneuropeo, de hombres, personas mayores y otros definidas como procedentes de las poblaciones privilegiadas del mundo. Como organización, el FSM ha buscado extenderse más allá de su base inicial, ampliándose geográficamente, y buscando que sus estructuras reflejen más y más las demandas de la base. Éste ha sido un esfuerzo continuo y mirando uno tras otro los foros sucesivos, el FSM se ha vuelto, en este sentido, más y más incluyente. La presencia en Túnez de toda suerte de nuevas organizaciones –Ocupa, indignados, etcétera– es prueba de ello. Para otros, este objetivo está muy lejos de haberse alcanzado. Al punto de que hay quien duda de que haya la real intención de lograr este objetivo. La esperanza versus el miedo.
El FSM se fundó como un espacio de resistencia. Doce años después, se mantiene como el único sitio donde todos los lados de este debate se juntan y continúan la discusión. ¿Hay gente que ya se cansó de estos debates continuados? Sí, por supuesto. Pero siempre parece haber nuevas personas y nuevos grupos que llegan buscando participar y contribuir a la construcción de una izquierda mundial eficaz. El Foro Social Mundial sigue vivo y bien.