El insulto del indulto
En un viernes que fue luto para la democracia a secas y una afrenta para el socialismo bien entendido, el gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero decidió indultar a Alfredo Sáenz, la mano derecha de Emilio Botín, presidente del Banco Santander. Sáenz había sido condenado por el Tribunal Supremo por estafa procesal. Es decir, un trapicheo de alto nivel con unos bienes financieros.
Esta es una cuestión medular de ética y estética política. Se trata de que el ciudadano vea quién manda, si las urnas o la caja fuerte. Si, Botín puede levantar el teléfono y poner a todo un gobierno a darle betún a sus botines. Puede, pero no es normal.
No ha habido apenas reacciones a este indulto de última hora. Nadie se hace de nuevas, todo se da por sabido o supuesto; la cosa es no mover taba. La tradición manda que en España lo importante se escriba con F: Financieros fulastres, fimosis monetaria, fatalismo frenopático, funambulismo electoral, fandango de fraude, epifenómeno afanador, afrenta, frankismo de frankenstein…
Es normal en el cuadro de la evolución política que empieces siendo un pastelero tocando la dulzaina del “sí, señor” y termines siendo protagonista de un pringue de marca mayor. Eso es lo que le ha ocurrido a José Luis R. Zapatero, ese aparente buen chico de León que parece no haber roto nunca un plato.
Pero después del escándalo, la lógica pregunta es ¿cuánto vale el indultazo del último consejo de ministros a don Alfredo Sáenz, mano derecha de don Emilio Botín en el banco Santander? Incalculable. De haberse cumplido la sentencia del Tribunal Supremo, el consejero delegado Sáenz habría tenido que entrar en el talego, como cualquier otro delincuente común. Como entró Mario Conde, por ejemplo. Por cierto, Conde era el amo de Banesto cuando otro gobierno socialista y regaló este banco a la Familia Botín, hélas! Alfredo Sáenz.
¿Hay quien lo haga mejor? Ni los sicilianos de las películas de Francis Ford Coppola… A todo esto, Sáenz tiene un sueldo de 9 millones de euros/año. Es de suponer que se lo merece por los servicios que presta a su patrón Botín. El bancario es un ambiente donde prima, por encima e todo, la rentabilidad…
Cuando los jueces se ocuparon de Sáenz, por sus actividades delictivas, Botín montó en cólera y en una rueda de prensa perdió los papeles y la compostura gritando “¡No hay nada ¿Está claro?!”. Luego resultó que sí había mejunje. El Tribunal Supremo condenó a Alfredo Sáenz por un delito grave.
Supongamos que la labor delictiva de don Alfredo Sáenz Abad lo era al servicio de su superior jerárquico. Y no es la primera vez que Zapatero ZP salva a este agresivo banquero santanderino de la acción normal de la justicia. Está el famoso caso de las cesiones de crédito, un blanqueo mayúsculo y sistemático de dinero negro. El propio fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, solicitó el sobreseimiento del caso. Luego se ha sabido y se investiga, un suponer, la aparición de masivas cantidades de fondos de la familia Botín en paraísos fiscales suizos. Todo esto lo ha descrito profusamente la prensa. Botín ahí sigue, a lo suyo.
Después de contemplar estos devaneos, supongo que nadie en su sano juicio se atreva a preguntar en serio quién gobierna realmente este atrabiliario país de churrerías y pelotazos urdangarines. Un país de fontanería de plomo fundido, con una economía oligárquica de casino y un calamitoso récord europeo de paro. Y bajando. Un lugar donde el emergente fray Rajoy se apresta a volvernos competitivos, pero no poniendo coto a esos desmanes necrófagos, sino suprimiendo cristianamente, católicamente, apostólicamente, el chocolate del loro de ya precarios gastos sociales. Unas medidas que harán sufrir y pondrán la vida mucho más difícil a los más pobres del ruedo ibérico.
Todos estos juegos malabares se están celebrando en el presente y no en 1939. Mientras el gobierno se despedía quemando esa traca, el campeón PP de las elecciones del 20-N, fray Mariano Rajoy, no decía nada; es de suponer, por lo tanto, que está de acuerdo en el fondo y en la forma. Son cosas de los bipartidistas. Qué país más cachondo, donde la normalidad se nutre de las excepciones. Hasta ahora sabíamos, al leer la Constitución, que el rey Borbón está elevado en una esfera intocable por la ley que nos obliga a todos. Ahora también constatamos que algunos banqueros están por encima del bien y del mal. Me siento insultado por este indulto.