El paso acompañado
Tras casi un año obligados a estar en la cuneta digital, loquesomos abre de nuevo sus puertas. No hemos abandonado en este tiempo las redes sociales, pero nuestra casa es nuestra página. Y ya estamos en ella. Ya podéis entrar.
Abrimos en un otoño de calles resonantes, tras el verano más esperanzador de los últimos (demasiados) años, que ha seguido a la primavera prolongada del 15-M.
Miles y miles de personas han tomado las plazas, han mirado a su alrededor y se han visto rodeadas por compañeros y compañeras en los que se reconocían. Como individuos y como colectivo. La frustración se ha convertido en rebeldía. Libres de institucionalizadas tutelas-franquicia, la individualidad –que nada tiene que ver con el individualismo–, la creatividad, la autoafirmación, se han expresado en esas pancartas personales, donde cada quien ha plantado SU consigna, que siempre ha sido grito –de denuncia o reivindicación– convergente con muchos otros y, en ocasiones, fogonazo de extraordinaria lucidez concentrada en unas pocas palabras.
El yo y el nosotros van de la mano en un movimiento que se ha impuesto como guía y objetivo la organización democrática de la economía y la sociedad. Nada menos.
Ese movimiento en marcha, como todo fenómeno social complejo, no es unidimensional ni homogéneo. Es muchas cosas a la vez y, en su seno, están latentes multitud de diferentes posibilidades de desarrollo, cuya dificultad será directamente proporcional al alcance de las transformaciones sociales que pretenda acometer. Pero paso a paso. Desde su nacimiento oficial apenas han transcurrido cinco meses… ¡Cuántas cosas en tan poco tiempo!
Ahora sí, un discurso cargado de razones comienza a enfrentar y desmontar el discurso irracional y asfixiante del Poder. Ahora sí, la autoridad se siente desautorizada; el miedo desafiado obstinadamente y los estafadores descubiertos. Éstos se revuelven, tiran de repertorio. Les vale usar la descalificación grosera; les vale la adulación que esconde el anzuelo del acomodo institucional; les vale la sañuda represión policial, un clásico que algunos creían descatalogado. O les vale, también, la exaltación de otros modelos como la “Juventud” del anciano Benedicto, cuyo mensaje se radiografía más claramente en la lista de patrocinadores de su visita que en la anacrónica verborrea pastoral teocrática de sus faldoneadas “performances”.
Ante tanta ilusión renacida a uno le asalta a veces la imagen de “Los olvidados”, la estremecedora novela de Nanni Balestrini. La brújula no siempre da buenas noticias, pero vale más tenerla a mano si el viaje se inicia en serio. Para evitar la deriva, para no marcar heroicamente el paso hacia ninguna parte, como tantas veces se ha hecho.
En todo caso, loquesomos está de nuevo en la calle, dispuesta a acompañar el paso de los nuevos luchadores por la libertad y, en la medida de sus fuerzas, como uno más, servirles, si así lo quieren, de herramienta y punto de encuentro.