El pecado de la rebeldía, el pecado de la tiranía
Se dice cuando a uno bueno le recriminan mucho por una leve culpa o ninguna, y otros insolentes, depredadores y chulos del tesoro robado no son castigados por culpas más graves, o la misma, importándoles un bledo la ruptura del pacto social amelgado y aceptando el poder absoluto de los mecereyes, la injusticia y, finalmente, la traición a la historia como premonición del porvenir de un tiempo sin esperanza, en que el contrato social ha sido conculcado por la injusticia y la tiranía, en la posición de Rousseau y Ramsay, no valiéndole a uno la “Bula de Meco”, no teniendo remedio el mal, daño o perjuicio que se padece o que va a ocurrirnos. (Es gracioso escuchar una conversación a tres en la puerta de la Escuela Oficial de Idiomas, en calle Batalla de Villalar, de Burgos, referida a las pasadas elecciones europeas. Decía un “prenda” que en España no se ha votado tanto la extrema derecha como en otros países”; respondiéndole un “alhaja” “ que en España no se vota tanto esta opción porque el misticismo fascista nos cobija bajo palio”; concluyendo un “premioso”, gravoso, molesto “que de cada uno de los dos se saca la conclusión) .
Parafraseando a Voltaire (Ensayo sobre las costumbres), y contraviniéndole, el futuro pasado si fue un reino de brutalidad y de necedad de los hombres; pero el presente indefinido, mucho más maula, tramposo, embustero y trápala, es un despertar cada día con el mamporrero y el toque de
Campanas, el golpear de las porras y el asedio del badajo anunciador del mito fundamental de la historia universal, el mito de que “el ser humano es un burro a azotar”. Mito que descifraron san Agustín, Vico, Hegel, Marx, Voltaire.
Y, el cuento es que días tras día, jóvenes, y rebeldes, han pacido en unos sembrados de Internet o medios, plantando florecillas y arbustillos como “A tu tierra grulla, aunque sea en una pata”; “en tierra ajena la vaca al buey acornea”; “no me toques los cojones, Romanones”; “ me cago en la perrita Marilyn”; y fueron presos agarrados por los pelos, humillados, pues, pasando sin casualidad unos “rebezos”, por la gracia del chivar, les dieron humazo y pelotazos, alcanzando hasta la libertad, agarrándola como a lentejuela o porreta de la mies, infligiéndoles un daño atroz, quebrando, como siempre, la soga por lo más delgado”, y “haciendo pagar a justos por pecadores”.
Cuando el poeta Yeats, en su “El Jardín”, escribe:
nos descubre que la Libertad se desvaneció, el jardín de la vida murió, la tiranía tomó la máquina de torturar y utilizó con la chulería de su dogmático ego de ánimo cruel, criminal e inquisidor que produce y condiciona la manera de ser y de pensar del represor, a pesar de ellos y contra ellos, como explicó Kafka en “El Proceso”. Aniquilar la mente es el buen pecado de la tiranía. Aniquilar esta nuestra mente que muy explícito describió el poeta:
de Rebeldía, de Libertad.
– Imagen: Cuadro del pintor Alejandro Morales