El PSOE en su laberinto
Lo peor que le puede pasar a una máquina electoral –y no otra cosa es el PSOE– es hundirse precisamente en el escenario electoral. Detrás del decorado no hay sino cargos públicos –cada vez menos–, enchufes –cada vez muchísimos menos– y palabrería hueca. Ya no sólo les desertan los afiliados de pegar carteles, sino que ni siquiera consiguen interventores para las mesas electorales. Ya se sabe: cuando no hay harina, todo es mohína.
En ese escenario ruinoso, a su Ejecutiva no se le ocurre otra cosa que convocar un Congreso, pretendidamente “ordinario” para la primera semana de febrero. ¿Y para qué? Pues, simple y llanamente para rebuscar entre los 110 diputados y diputadas que les quedan a ver si encuentran una o un nuevo “líder”. Asunto único en el orden del día y de solución más bien fastidiada.
Pero imaginemos que lo consiguen. Que con ayuda de los dioses aparece un hasta ahora oculto ser humano dotado de una belleza irresistible, de una sonrisa profidén, de una oratoria superior a la de Demóstenes y de una inteligencia deslumbrante. ¿Qué nos podría decir tal maravilla? ¿Acaso algo distinto de que “hay que hacer recortes y sacrificarse para salir de la crisis” (es decir, del discurso de la derecha europea)? ¿Algo que no fuera “austeridad” y “recapitalización” de los bancos?
Cuando tenía un discurso distinto al de la derecha, y cuando su papel era útil en cuanto servía de colchón frente a las posiciones comunistas, la socialdemocracia tenía un papel que jugar. Ahora ya ha pasado su utilidad histórica. Solo le queda una agonía más o menos larga, o un giro radical hacia posiciones anticapitalistas, algo más improbable que el PP se declare anarcosindicalista.
En los dos meses previos al Congreso, sin tiempo para un debate serio y –lo que es peor– sin que se atisbe la más mínima orientación diferente en materia política, el cónclave del PSOE solo servirá para elegir al “guapo” o la “guapa” que gestione el hundimiento del navío. Lo que piense el nuevo jefe o jefa será el pensamiento oficial. Alguna foto en las manifestaciones, algún gesto cara a la galería, y poco más.
Y claro, como son un partido “serio y responsable”, tampoco pueden apostar por una batalla frontal contra las políticas de recortes del PP. ¿Cómo iban a hacerlo si “vienen impuestas por Europa”? Y, sobre todo, ¿cómo van a hacerlo si son sus propias políticas, las que han ejecutado manu militari?
La inercia electoral, que de momento separa al PSOE de la desaparición, no durará eternamente. Y, si construimos un frente de la izquierda anticapitalista capaz de alzarse como referente para los trabajadores y el pueblo, tampoco durará mucho.