El sastre de Panamá ha perdido los papeles
Antonio Aramayona*. LQSomos. Abril 2016
El domingo se armó un gran revuelo con los “Papeles de Panamá”: más de once millones y medio de documentos, registros, contratos, memorandos, correos electrónicos, que cubren 40 años de intensa actividad “offshore” o “paraísos fiscales”. A los cientos miles de nombres y datos de evasores fiscales en el “Caso Falciani”, 370 periodistas en 78 países han sacado a la luz una gran investigación que ha durado más de un año sobre el ingente número de personas y personalidades que tienen dinero negro en paraísos fiscales, mientras persiguen y multan a los ciudadanitos y ciudadanitas que han cometido el más mínimo error o trampa en sus declaración de haberes y bienes. Una sola filtración (la empresa panameña Mossack Fonseca) y las ratas han aparecido desde los oscuros fondos de un podrido barco que conocemos eufemísticamente como “economía mundial”.
Nombres conocidos, de distintos países, también españoles. Políticos, artistas, testaferros, listos, mediocres y tontos perdidos. Nombres y nombres. Curiosamente, “El País” lanza dos titulares sobre el asunto en su edición digital: “Una amplia filtración de datos sobre cuentas opacas apunta a Putin” y mostrando por enésima vez sus obsesiones y servidumbres “’Venezuela’ aparece en 241.000 documentos de la filtración de Panamá”.
Se habla de “filtración”, pero eso es lo de menos: lo realmente importante es quién filtra, por qué y con qué objetivos. Atisbo puñaladas por la espalda, más que revelaciones en pro de la verdad. La verdad actual es manipulación. La manipulación es lo que nos echan de comer y de beber diariamente en los medios: creemos que el mensaje es el directo, pero el mensaje oculta la realidad que no conviene mostrar.
Paraísos fiscales hay a cientos, a miles, también y sobre todo en los territorios de los países demócratas occidentales, pero el poder (el verdadero y real poder) no tiene la menor intención de inspeccionarlos o eliminarlos. Es su negocio, su gran negocio, amparado desde la inmensa trampa del sacratísimo derecho a la propiedad privada y al secreto de las economías individuales y asociadas. Falciani es un delincuente, según ellos. Snowden es un traidor a la patria, según ellos. Manning es un renegado. Los delincuentes encarcelan a los que revelan unas micras de su enorme podredumbre.
¿Revelación? ¿Filtración? La tristeza y la indignación me inyectan aún más escepticismo (nos toman el pelo, nos toman el pelo…). ¿No se sabía nada?
Pensemos en la agencia norteamericana NSA (National Security Agency), en la británica GCHQ (Government Communications Headquarters). No olvidemos la agencia “Cinco Ojos” (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) o la francesa PNCD (Plateforme Nationale de Cryptage et de Décryptement).
Ya en 2013, la NSA tenía a su disposición 97.000 millones de datos procedentes de ordenadores del mundo entero; la GCHQ afirmaba que puede tratar 29.000 millones de datos en un solo día, 600 millones de “eventos telefónicos” diarios. La NSA controla todos los mensajes que se intercambian entre Estados Unidos y los demás países del mundo, pero también incalculables intercambios internos de su país y de algunos países extranjeros: enemigos potenciales, como Rusia, China e Irán, pero también aliados como Alemania, Francia, Brasil y México. Vigila a los responsables económicos, políticos y militares, así como a sectores enteros de la población. Entre 2002 y 2013 había sometido a escuchas a treinta cinco jefes de Estado, entre ellos la canciller Angela Merkel, lo que suscitó la indignación de varios de ellos. En 2009, durante la reunión del G20 en Londres, sometieron a escuchas a todos los participantes. Más de lo mismo: la NSA intercepta cada día 20 millones de conversaciones telefónicas y 10 millones de mensajes de internet.
Sabremos porque quieren que sepamos lo que hayan planeado lo que hemos de saber. Habrá perjudicados, Y quienes mueven los hilos se felicitarán, pensarán que son los más listos del mundo y pensarán en el populacho con falsa conmiseración.
No me contéis más cuentos,
que vengo de muy lejos
y sé todos los cuentos.
No me contéis más cuentos.